El verano de 1970 no podía lucir mejor en California. Tras 11 años de autoxeilio en Europa, Orson Welles retornó a Hollywood para tratar de reencantar a los esquivos financistas de siempre y cobrar generosamente en las entrevistas de los shows de Johnny Carson, Dean Martin y Dick Cavett. De los primeros obtendría el respaldo para hacer su nueva película. De  los segundos, el  dinero para financiarla parcialmente. Mientras, sus partipaciones en publicidad  sumaban algo de finanzas al proyecto que venía saboreando hace nueve años, desde la muerte de Ernest Hemingway en 1961.

La película, llamada The other side of the wind, se inspiraba en principio vagamente en la personalidad del autor de Adiós a las armas.  En un primer borrador, su protagonista era un amante de la tauromaquia con inclinaciones suicidas y obsesionado con la vital personalidad de un joven torero. Esta historia varió considerablemente hasta aquel  agosto  de 1970, cuando Welles y un grupo de amigos llegaron a una lujosa mansión de Beverly Hills y empezaron a rodar una fiesta.Sí, una fiesta del director de cine Jake Hannaford, quien daba una gran recepción en su casa con motivo de su cumpleaños número 60. La historia de la cinta de Orson Welles había cambiado hasta transformarse en la vida de un cineasta.

Protagonizada por John Huston en el rol del veterano director  Jack Hannaford y Peter Bogdanovich como el prometedor cineasta Brooks Otterlake, The other side of the wind permaneció oculta por casi 40 años en un depósito de París. Ahora, según informa The New York Times, se estrenará por fin en mayo del 2015, con motivo de los 100 años del nacimiento de Welles. Ese es el plan de su hija Beatrice Welles, su viuda Oja Kodar y la compañía  francesa  Les Films de l'Astrophore, las partes que tenían conflictos sobre los derechos de propiedad de la cinta e impedían la exhibición.

La propuesta del productor Frank Marshall fue la que destrabó el lío. Socio de Steven Spielberg en sus cintas de los 80 y 90, Marshall fue uno de los asistentes de Welles en The other side of the wind y ahora se comprometió a editar los segmentos inconexos de la obra. Lo hará con Peter Bogdanovich, para quien a estas alturas la tarea es una cuestión de honor. "Durante un almuerzo (Welles) se me acercó y me dijo: 'Quiero que me prometas que terminarás la película si algo me pasa'. Sólo balbuceé: 'Nada te va a pasar", dijo Bogdanovich a The New York Times.

Por supuesto, algo pasaría: el 10 de octubre de 1985, dos horas después de dar una  entrevista al show televisivo de Merv Griffin y practicar sus habituales trucos de magia frente a la cámara, Welles murió de un ataque cardíaco. Tres películas inconclusas y cerca de 20 proyectos abandonados son la huella de un cineasta que apenas completó nueve largometrajes  en su vida. El talento en constante conflicto con la industria se transformó en el karma del autor de Ciudadano Kane (1941). Su película perdida, The other side of the wind, es por lo mismo un trabajo de reflexión casi cruel: es la historia de un viejo cineasta que  busca reinventarse a través de una nueva película tras una vida de lejano esplendor, pero presente de precariredad.

Welles negó en repetidas ocasiones el componente autobiográfico de The other side of the wind. Sin embargo, la evidencia de la historia desmiente las jugarretas verbales del cineasta. La película incluso fue realizada entre amigos, explicitando aún más que se trataba de una obra con mentes  solidarias con Welles. Ahí estaban Huston, un respetado camarada de juventud, y Bogdanovich, un formidable joven director en los 70.

Sobre las coincidencias de la historia con la biografía de Welles, hay mucho que decir. "Esta película es una forma de arte imitando a la vida y viceversa. Alcanzó un estatus de mito principalmente por los actores involucrados y la cadena de fracasos que vinieron", afirma Josh Karp, que en el 2015 publicará Orson Welles's last movie, donde se detalla el arduo rodaje de The other side of the wind. En el filme también intervinieron Dennis Hopper y  Claude Chabrol, a veces haciendo de sí mismos, a veces interpretando personajes.

El rodaje se alargó por seis años, hasta 1976, y antes de que la compañía franco-iraní rompiera con Welles y guardara los rollos por 38 años en París, el realizador logró contrabandear 40 minutos de película que fueron llevados a Los Angeles y exhibidos a amigos.

Filmada fundamentalmente en Beverly Hills, The other side of the wind parte con  un accidente automovilístico. Es la muerte de Jack Hannaford (John Huston), el iconoclasta director americano que no pudo así concluir su anhelado regreso artístico a Norteamérica. Luego, según  Karp, viene un flashback y vemos a Hannaford y su troupe de acólitos en una fiesta en Beverly Hills. Lo cortejan discípulos, actrices, periodistas y críticos de cine. Lo agasajan, pero también lo fastidian. Un periodista no cesa de preguntarle a Hannaford por el suicidio de su padre y en respuesta el reportero es expulsado de la celebración.

La estructura de este filme, que es una auténtica película dentro de otra película, se supera a sí misma  cuando Hannaford muestra  parte de su película a sus invitados. Lo que se ve ahí es una cinta parecida a Blow Up de Antonioni, pero con sexo y violencia en grado mayor. Hannaford, en un intento patético, busca adpatarse a las corrientes del cine del momento. A la larga, sin embargo, también fracasará y un ridículo accidente le quitará la vida

Obra autorreferente en grado extremo, The other side of the wind ha sido saludada por algunos medios, como el propio The New York Times, como la película más importante jamás encontrada. Tal vez sea una  aseveración algo exagerada, pero de lo que no hay duda es del carácter personal de un filme hecho con amigos, rodado entre  problemas y que se estrenará  cuando se cumpla el siglo de vida del más adelantado e incomprendido de los cineastas americanos.