La soledad puede medirse de mil maneras. Literal o metafórica. Real o imaginaria. Anhelada o impuesta por el destino. En la temporada de premios Oscar 2014, hay al menos tres películas que lidian con el confinamiento, con gente que habla sola y con recuerdos de tiempos mejores. La más evidente es, claro, Gravedad. La otras dos son Ella y Nebraska. También es una temporada sobre episodios oscuros de la historia americana reciente y remota, con flagrantes atropellos a las libertades cívicas y escándalos de pillos mayores y menores en la política y los negocios de América.
Con un nivel de calidad mayor que en años anteriores, las nueve cintas que este domingo van a la pelea por el mejor filme son, a su vez, una muestra representativa de las diferencias que puede haber en el Hollywood del siglo XXI. Nada tiene que ver el perfeccionismo estético de Alfonso Cuarón (Gravedad) con la ensoñación visual de Spike Jonze (Ella), ni la narrativa clásica de Alexander Payne (Nebraska) con el vértigo de David O. Russell (Escándalo americano).
Nominada a nueve estatuillas, 12 años de esclavitud asoma, según las predicciones de los principales medios estadounidenses, como la más probable ganadora del Oscar a Mejor Película. Su temática es un caso histórico de inobjetable fuerza y un brutal óleo sin anestesia sobre la esclavitud en las propiedades del Sur, poco antes de la Guerra Civil.
Dirigida por el británico de ascendencia caribeña Steve McQueen, la película recrea los días más difíciles de Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), un ciudadano libre, neoyorquino, de raza negra, que en 1841 fue emboscado por un par de mercachifles y terminó viviendo 12 años de esclavitud en diversas plantaciones de Louisiana. La película tiene una narración impecable, más bien clásica y con trazos de Spielberg, y sus escenas de torturas son implacables. Para muchos, su sólo tema la convierte en favorita.
También de miserias humanas, aunque a menor escala y en un tono mordaz y afilado, habla Escándalo americano, de David O. Russell. Nominada a 10 estatuillas, empata en la punta de las postulaciones con Gravedad. Lo que hace Russell es básicamente reestructurar la historia de una pintoresca operación encubierta del FBI que a fines de los 70 desenmascaró a varios congresistas y políticos, llanos a recibir cualquier soborno a cambio de permisos para construir casinos en EE.UU. Sus protagonistas son tres compinches de diferentes extractos y que buscan desbaratar la corrupción institucionalizada: un agente del FBI (Bradley Cooper) se vale de los servicios de dos estafadores (Christian Bale y Amy Adams) en su quijotesca tarea. Tal vez demasiado cínica y poco edificante para quedarse con el Oscar a Mejor Película, la apuesta más segura de Escándalo americano es Mejor Guión Original.
También alejada de los valores fundacionales está El lobo de Wall Street, la película de Martin Scorsese sobre el corredor de la bolsa Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) que se droga para trabajar y que trabaja para drogarse. Cocaína al desayuno, sexo todo el día y autos de carrera en la noche son la dieta de este personaje real, cuya interpretación en manos de DiCaprio puede ser Mejor Actor.
El gran escollo del actor de Scorsese, nominado en tres oportunidades al Oscar, se llama Matthew McConaughey, quien estelariza El club de los desahuciados y es favorito en la categoría de Mejor Actor. La cinta también pertenece al paquete de las historias lamentables de Norteamérica: narra los esfuerzos que hace un enfermo terminal de sida (Matthew McConaughey) para conseguir remedios que en EE.UU. están prohibidos. Basado en un caso de fines de 1985, el filme es un tour de force para su actor, que bajó 30 kilos para lucir como el auténtico Ron Woodroof.
Si 12 años de esclavitud tiene ventajas en el rubro Mejor Película, Gravedad parece ser la innata triunfadora en Mejor Director. Gran parte de los miembros de la Academia son los técnicos: ayudantes de cámara, sonidistas, iluminadores, creadores de efectos especiales. En ese sentido, la labor de Alfonso Cuarón en Gravedad es un bien apetecible, con todas las cualidades técnicas de un trabajo sostenido durante 90 minutos a fuerza de destreza con la cámara y una sabia utilización del espacio (exterior e interior). Aquí, la protagonista de Gravedad (Sandra Bullock) queda a la deriva en la estratosfera, tras un accidente.
A la suerte del destino también es abandonado Richard Phillips (Tom Hanks), cuando su barco es atacado por piratas somalíes en Capitán Phillips. Nominada a seis Oscar, la cinta recurre a la realidad cercana para armar un relato que es todo tensión y agonía, pero sin una sola gota de sentimentalismo.
Por el contrario, en Ella y Nebraska se agolpan con magisterio escenas de candorosa emoción, de sentimientos encontrados y de afectos filiales y románticos. En la primera, postulante a cinco Oscar, un hombre del futuro (Joaquin Phoenix) se enamora de una computadora de carismática personalidad (voz de Scarlett Johansson). En la segunda, que va por seis estatuilas, el viejo Will Grant (Bruce Dern) se escapa de casa para ir al estado de Nebraska tras un premio millonario que no existe. Grant tiene algo de Alzheimer y su hijo sabe que papá puede perderse para siempre en las carreteras del Medioeste americano.
Quizá sólo un poco menor que Will, pero al otro lado del Atlántico y totalmente lúcida, es Philomena Lee, protagonista de Philomena, nominada a cuatro premios. La cinta de Stephen Frears es al revés de Nebraska: aquí es la madre quien va en busca de su hijo, un señor de 50 años que nunca conoció y que fue tomado en adopción cuando era una quinceañera.