Plana. Aburrida. Predecible. Esperable. Calificativos similares se sucedían en las redes sociales y la prensa durante y después de la ceremonia de entrega de los premios Oscar la noche de este domingo 2 de marzo. Más que nunca, las predicciones de los principales medios de Estados Unidos y Gran Bretaña coincidieron con la decisión de los 5.765 miembros de la Academia. Además, los Oscar estuvieron en sintonía con los Globos de Oro, galardones que en los últimos años se habian distanciado de las estatuillas en su criterio.
La entrega de los premios en su versión número 86 se alejó de cualquier riesgo posible. Y, si eso es mucho pedir, se alejó de las sorpresas. Un dato: el crítico Tom Shone, del diario británico The Guardian, presumía ayer de haber acertado en 22 de las 24 categorías entregadas.
Quizás un pequeño evento en esta ocasión fue el reconocimiento a los profesionales de la industria fílmica nacidos y criados en México, país que aporta con una buena e impecable cantidad de técnicos en Hollywood. En los siete Oscar entregados a Gravedad, de Alfonso Cuarón, no sólo hubo un saludo a la cinta en cuestión, sino que tácitamente a la creatividad de nombres aztecas como Guillermo del Toro o Alejandro González Iñárritu, directores que Cuarón nombró en su discurso de agradecimiento.
De la misma forma, en el Oscar a Mejor Fotografía para Emmanuel "El Chivo" Lubezki, compañero de universidad de Cuarón, también se podía atisbar un gesto hacia gente como Rodrigo Prieto, el habitual camarógrafo de González Iñárritu y ahora de El lobo de Wall Street, de Scorsese. O al también mexicano Guillermo Navarro, director de fotografía de Guillermo del Toro y de la saga Crepúsculo.
Pero, más allá del "hallazgo mexicano", el Oscar 2014 fue un saludo a la bandera de la correción política, despreciando las cintas incómodas como Escándalo americano, El lobo de Wall Street y el documental The act of killing y aprobando 12 años de esclavitud, la obra del británico Steve McQueen, que antes ha entregado trabajos bastante más afilados como Shame y Hunger.
Para el crítico de cine Christian Ramírez, el Oscar 2014 ostentó entre sus virtudes tener un nivel "bastante superior, no visto en por lo menos una década". Sin embargo, se tiraron por el tarro de la basura muchas buenas películas que tenían alta cantidad de nominaciones y que no se llevaron nada. Es el caso de Nebraska, con seis, Capitán Phillips, con seis, y, ejemplarmente, Escándalo americano, con 10. "No es una película para el Oscar y de hecho es una curiosidad que haya tenido tantas postulaciones. Sin ir más lejos, las mismas personas que nominaron Escándalo americano tendían a bajarle el perfil al asunto", dice Ramírez.
Tal vez uno de los pocos votos mas allá de la mesura ideológica fue para La gran belleza, la cinta italiana que se llevó el Oscar a Mejor Película Extranjera. Desbordada, provocadora y sin medias tintas, la obra sobre un periodista desencantado de la vida es de Paolo Sorrentino. A la hora de los agradecimientos, el cineasta nombró a dos personajes y una ciudad, cuyo denominador común es el exceso y la furia: "Scorsese, Maradona y Nápoles".