Esta mañana se dio comienzo al juicio en contra de Oskar Gröning, un alemán ex miembro de la Schutzstaffel nazi -la escuadra de defensa del régimen-, más conocida como las SS, momento en el que pidió perdón a las víctimas después de que se le culpara de complicidad en el homicidio agravado de cerca de 300 mil personas en el campo de concentración de Auschwitz donde cumplía labores.
Gröning, fue el ex contable del centro de detención, quien nunca, hasta a sus 93 años, ha ocultado su afiliación entusiasta al nazismo, y como señala la agencia AFP, no ha tenido reparos en describir su estancia en el centro de exterminio alemán que fue construído en Polonia.
Sin embargo, a finales del 2014 en una entrevista al diario Hannoverisache Zeitung confesó que "nunca he hallado la paz interior".
A diferencia de muchos exnazis, Oskar Gröning no ha disimulado su enrolamiento en las Waffen SS en 1941, por las que, con 20 años, se sentía atraído por "la elegancia del uniforme". Tampoco ha ocultado el empeño que ponía en su trabajo de contable en Auschwitz entre 1942 y 1944.
Todavía guarda un aire con el joven militar de cara triste fotografiado durante la Segunda Guerra Mundial, con su grupo sanguíneo, "O", tatuado en el brazo izquierdo, como todos los soldados de las SS.
En 2005, el semanario Der Spiegel señalaba en su edición "su historia, una historia alemana, es una historia de seducción y de fanatismo, de criminales y de sus cómplices, de lo que supone vivir sintiéndose culpable", escribía en 2005 el semanario Der Spiegel, al que el antiguo soldado había concedido una entrevista.
SU HISTORIA
Este alemán nación en 1921 cerca de la ciudad de Bremen al interior de una familia nacionalista y quedó huérfano de su madre a los cuatro años, por lo que se debió criar con su padre, un obrero que era miembro del grupo paramilitar Der Stahlhelm.
Debido a esto, integró las juventudes de la agrupación de los también llamados "Cascos de Acero", una organización paramilitar que surgió tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial.
Produto de esto vivió toda su infancia y juventud en un entorno bélico y antisemita.
En 2005 en el mismo diario Der Spiegel tarareó -como parte de una entrevista-, perdido en sus recuerdos "y cuando la sangre judía gotee de nuestros cuchillos, todo volverá a estar bien".
Esto lo explicó asegurando que "en aquel entonces no reflexionábamos siquiera sobre lo que cantábamos".
En una serie dedicada a examinar los crímenes cometidos en Auschwits, Gröning sostuvo que mientras fue parte del campo de concentración actuaban con la idea de que si bien los niños no eran sus enemigos en ese momento "sí lo era la sangre que corría dentro de ellos", y que por el hecho de ser judíos fueron incluidos en sus listas.
SUS DÍAS EN AUSCHWITZ
Ocupó un puesto administrativo en el campo de concentración, al cual fue destinado en 1942 para recoger los billetes de los deportados y enviarlos a Berlín.
"Vi prácticamente todas las divisas del mundo", resume el exnazi, encargado de separar los zlotys de los dracmas, florines o liras, mientras que sus propietarios morían en las cámaras de gas, ejecutados, de hambre o por malos tratos.
El joven apoyó el principio del exterminio, "un instrumento para librar la guerra con métodos avanzados". Pero cuando vio a un soldado matar a un bebé lanzándolo contra la pared de un vagón pidió su traslado al frente.
Rechazaron su solicitud, y también dos posteriores. El soldado acabó por aclimatarse. El día a día era mejor que en el frente, los soldados jugaban a las cartas y bebían mucho alcohol. Cuando estaban borrachos apagaban las luces a disparos.
Después de la guerra regresó a su región natal. Se casó, tuvo dos hijos y trabajó en una vidriería. Ya jubilado, en 1985, resurgió su pasado cuando un miembro de su club filatélico le confió una obra negacionista, lamentando la prohibición de contestar el Holocausto.
La iniciativa sacó de quicio al exsoldado, que devolvió el libro con un comentario escueto: "Estaba allí, todo es verdad". Escribió una memoria de 87 páginas para sus familiares y en 2003 declaró en un documental de la BBC y en la prensa alemana.
"Describiría mi papel como el de un pequeño engranaje. Si califica eso de culpabilidad, entonces soy culpable. Pero jurídicamente hablando, soy inocente", repetía Gröning en las entrevistas en las que pedía perdón a las víctimas del Holocausto.
"Para mí, no hay ninguna duda de que comparto una culpabilidad moral", repitió este martes en el tribunal.
"En cuanto a la cuestión de la responsabilidad penal, les corresponde a ustedes decidir", añadió el antiguo SS, que nunca se ha escudado en sus problemas de salud para esquivar un juicio.