El diputado y ex timonel socialista Osvaldo Andrade -quien no logró la reelección- analiza los resultados de los comicios del domingo, los próximos pasos que debiera adoptar Alejandro Guillier de cara a la segunda vuelta y la irrupción del Frente Amplio.
¿Cómo evalúa los resultados de la elección?
El primer resultado a considerar es que cambió el estado de ánimo, la fisonomía y la subjetividad de las personas. Lo que todo el mundo entendía que era un triunfo incuestionable e indiscutido, incluso hablábamos de los márgenes sobre un 45% que iba a obtener Sebastián Piñera y que la sumatoria más lo de Kast constituía desde ya la mayoría necesaria para la segunda vuelta, se desmoronó completo. Eso ha sido, por una parte, un decaimiento de la candidatura del ex presidente Piñera, una cierta sensación de que está muy lejos de las expectativas generadas. Y, por el otro lado, un mejoramiento del estado de ánimo y la subjetividad de las fuerzas que respaldan la candidatura del senador Guillier… En segundo lugar, las encuestas se han transformado en una cuestión esencialmente sospechosa. El gran derrotado de esta elección han sido las encuestas. Se ha generado la sospecha de que estas encuestas son parte de una manipulación para crear estados de ánimo previos a las elecciones.
¿Qué perspectivas cree que tiene Guillier?
El primer desafío que tiene es plantearle a la ciudadanía un punto de vista para la segunda vuelta sustantivo. Alejandro tiene razón cuando dice que esto no es una conversación de cúpulas, sin perjuicio de que los partidos tendrán que hablar y hay que armar un comando. Pero aquí hay dos datos decisivos, y uno ya se cumplió. Uno es la visita que hizo a la Presidenta Bachelet. Creo que eso es una señal inequívoca de lógica de continuidad de las reformas. Creo que la gran triunfadora fue Bachelet. O sea, lo que ha quedado establecido es que hay una fisonomía de la ciudadanía chilena, una perspectiva de centroizquierda que ve los cambios. Algunos los ven con mayor profundidad, otros los ven más lentos, pero finalmente la gran mayoría de los chilenos quiere cambios.
En su momento, usted criticó la campaña de Guillier. ¿Le daría un consejo para la segunda vuelta?
Alejandro tiene que hacer una convocatoria al ciudadano que fue a votar por los cambios. Y en eso incorporo a la gente de Marco, la gente del Frente Amplio, la gente de Carolina.
¿Se debería incluir a representantes del Frente Amplio?
Siempre eso es posible, y siempre las medidas orgánicas, de estructura, ayudan en estos procesos, pero por el corto tiempo y tal cual como están las cosas, la interpelación debería ser al ciudadano, al que fue a votar. El riesgo que tenemos es que a lo mejor muchos de ellos ya no se sientan llamados a votar.
¿Cómo analiza usted la irrupción del Frente Amplio?
Tal vez lo novedoso es que la gente fue a votar, más que por el Frente Amplio -lo digo respetuosamente, no quiero herir a nadie-, fue a votar por lo nuevo. Y lo importante es que lo nuevo se expresó en un 20%.
¿Ve ahí un llamado de atención a la política tradicional?
Lo que pasa es que en esto hay que ser cuidadoso, porque si bien es cierto que un 20% puede ser un llamado de atención, uno tendría que decir que un 23% estuvo en otra y que la política siga igual. Sería muy frívolo decirlo así. Lo que creo que hay que considerar es que el Frente Amplio tiene perspectiva que hay que considerar. No es una imagen o una nube que pasó, sino que eligió parlamentarios. Es un fenómeno relevante.
¿En qué pie queda tras la elección del domingo el Partido Socialista?
El PS demostró que es una fuerza política viva, sobre todo para cuanto agorero que había. Eligió tres senadores. Eso significa que tiene siete senadores. O sea, es la primera fuerza política de la centroizquierda en el Senado. Y en la Cámara de Diputados eligió a 19, y eso significa que es la segunda fuerza política, por un diputado menos que el Frente Amplio.