La noche del domingo 17 de noviembre, el diputado y presidente del PS, Osvaldo Andrade, fue uno de los últimos dirigentes en arribar al Hotel San Francisco para saludar a la candidata presidencial de la Nueva Mayoría, tras su triunfo en los comicios que, de todas maneras, no le alcanzó para convertirse en mandataria electa en primera vuelta. Su visita al centro de operaciones fue corta. De inmediato volvió a la sede del PS, a media cuadra del hotel, para continuar con el monitoreo de los resultados a través de la red de apoderados del bloque de oposición. "Antes de celebrar, hay que ganar", dice con un dejo de molestia.
"Mientras muchos compañeros defendían hasta las 11 de la noche los votos de nuestra candidata, había varios tomando champán", recuerda cuando se le pregunta sobre el verdadero rol que jugaron los partidos del conglomerado en la campaña de Michelle Bachelet.
¿Dónde estaban esos votos que faltaron para superar el 50%?
Los votos están en la dispersión. Había ocho candidaturas que promovían iniciativas de cambio, con mayor o menor radicalidad, con mayor o menor profundidad, y ahí están los votos. Hay que buscar esos votos. Lo central es ratificar que la candidatura de Bachelet promueve un cambio relevante, serio, con responsabilidad fiscal.
¿Por qué la candidata no consiguió seducir lo suficiente para evitar el "alargue", como ella decía?
Hay mucha gente que pensó que estaba en condiciones de votar por Michelle Bachelet en segunda vuelta. En la primera vuelta, la gente podía tener una adhesión que lo interpretaba más plenamente. La votación Enríquez-Ominami y Parisi da cuenta de ese fenómeno. Pero si mira con la perspectiva del tiempo, el resultado es el balance de una línea política acertada. Los socialistas nos sentimos orgullosos, porque nuestra línea política se impuso.
¿No cree que es un resultado más propio de Michelle Bachelet que de la línea política de un partido?
Desde el día siguiente de la derrota presidencial de 2009 nos dedicamos a esta tarea. Primero fue evitar la dispersión, sostener la estantería. Evitar que la autocrítica fuera de tal nivel de odiosidad que nos terminara dividiendo. Logramos impedir que la DC pudiese tener interés de tomar decisiones de quiebre. Abrimos un camino de conversación hacia el PC, bajo condiciones que hicieron a ambos partidos sentirse cómodos. Iniciamos una conversación programática. Empezamos a hablar de Nueva Mayoría. Fuimos críticos del actual gobierno, fuimos los socialistas los que instalamos la idea de la letra chica. Hicimos primarias para las municipales, nos fue bien en las municipales. Ante la incomprensión de algunos, el PS se alió a la DC y derrotamos la idea del giro a la izquierda. Derrotamos a la derecha, al gobierno, en la perspectiva de una alianza de centroizquierda. Generamos condiciones para hacer primarias presidenciales y nuestra candidata ganó con holgura. Y esto se rubrica el 17 de noviembre.
Usted dice que se derrotó el llamado "giro a la izquierda". Pero el resultado parlamentario demostró un fortalecimiento de partidos como el PPD, el PC, el PR, que han promovido esa idea, incluso en desmedro de la DC…
Siempre he hablado de una coalición de centroizquierda, nunca de ejes. En la medida que se ampliaba la representación de la izquierda corríamos el riesgo de tener una DC acorralada y fue tarea del PS evitar que se instalara esa subjetividad. Vamos a perseverar en esta política. No creo en ningún debacle electoral de ningún sector de la Nueva Mayoría. La DC tiene una cantidad de senadores igual a los otros, tiene 23 diputados, es la bancada más grande de la Nueva Mayoría. Hay una sensación, porque la derrota en la Metropolitana Oriente fue un pencazo duro, por lo que representa Soledad Alvear en la DC. Pero no es menos doloroso de lo que significó a nosotros perder a Camilo Escalona. Lo que sí es real, es que hay un nuevo ciclo político. Cuando se habla de luchar contra la desigualdad y el abuso, evidentemente, hay un programa que pone esa centralidad y se hace cargo de esta realidad. Eso algunos lo atribuyen a una izquierdización. No creo en un proceso de izquierdización de la Nueva Mayoría.
Usted habla de que la candidatura de Bachelet promueve un cambio con responsabilidad, ¿es un cambio con freno de mano?
En absoluto. La estabilidad tiene que ver con responder a anhelos ciudadanos que de no generarse por la vía institucional, se van a expresar por la vía no institucional. Entonces, se genera estabilidad cuando uno ofrece un camino para el cambio. Nuestra candidatura ofrece un camino responsable para cambios estructurales, no un salto al vacío.
Se ha dicho que en el próximo período ustedes "ya no tienen excusas", lo que ha levantado nuevas expectativas…
Si en el pasado encontraban que había excusas, yo nunca fui parte de esa explicación. Siempre señalé que las cosas que no se podían cambiar era porque había una correlación de fuerzas que no lo permitía. Y esa correlación de fuerzas hoy en día ha cambiado sustantivamente. El resultado obtenido indica que es posible enfrentar este proceso de cambios estructurales sin romper con la institucionalidad, sino desde ella.