La tarde del miércoles, el presidente del PS, Osvaldo Andrade, estaba en su oficina, en el sexto piso del Congreso Nacional, cuando recibió un mensaje de texto que lo dejó perplejo. El candidato presidencial de la Alianza, vencedor en las primarias oficialistas, Pablo Longueira, renunciaba, por un severo cuadro de depresión.
Su teléfono no dejó de sonar en todo lo que quedaba de día y su agenda, prácticamente, se congeló: dedicó gran parte de aquella tarde a medir el impacto del terremoto político en la Alianza. El que, dice, no afectará la estrategia de campaña de Michelle Bachelet.
¿La renuncia de Pablo Longueira obliga a un cambio de estrategia en la campaña de Michelle Bachelet?
Desde el punto de vista de la candidatura de Michelle Bachelet, no creo que haya que hacer un cambio de estrategia. Fue muy exitosa la primaria, desde todo punto de vista, y en consecuencia, no habría razones para hacer un cambio o un giro. Probablemente, habrá que hacerse cargo de las nuevas circunstancias. Hoy día, el comando es más amplio, la formulación programática tiene que ya transformarse en programa, y ese es un tema que tiene un momento de término, y la incorporación de la dimensión parlamentaria más nítida, evidentemente, va a significar un impulso a la campaña de Bachelet. Lo que pasa en la derecha, para ser sincero, yo creo que es un problema que tiene que resolver la derecha, y el impacto que tiene, fundamentalmente, es en la derecha; no tiene impacto en la candidatura de Bachelet.
Pero Bachelet tendrá que enfrentar a uno o dos candidatos oficialistas. En cualquier caso, Evelyn Matthei ya anunció que competirá. ¿No cree que cambia, de todas maneras, el escenario que enfrenta Bachelet?
Me gustaría que me precisara qué es lo distinto...
Que Matthei tiene un perfil más parecido a Bachelet: es mujer y existe una biografía que las une, pero que, a la vez, las distancia.
No, creo que es muy sofisticado lo que me dice. Lo único que tienen en común es que son mujeres. Se lo quiero decir con franqueza: no creo que haya que hacer un cambio de estrategia, porque todo lo demás es una elaboración tremendamente sofisticada. Desde el punto de vista político, ¿quién es más?, ¿Longueira o Matthei?, Longueira. Y Allamand también. Desde el punto de que ambas son hijas de militar, está bien, pero es muy sofisticado.
Pero en términos discursivos, no es lo mismo enfrentarse en una campaña a Longueira o a Allamand que a Matthei.
Discurso más duro que el de (Andrés) Allamand es difícil de encontrar, en el último tiempo, porque, además, Allamand intentó penetrar en el voto duro de la derecha, lo que está claro que no le dio resultado. Lo que ha demostrado la experiencia es que el discurso más duro y confrontacional no ha resultado.
Entonces, si la candidatura de la derecha se va a caracterizar por ser más dura y confrontacional, está destinada al fracaso.
Considerando el resultado de la primaria y este nuevo escenario, ¿Bachelet gana en primera vuelta?
Creo que hay condiciones, lo he dicho siempre, no digo nada nuevo: hay condiciones para ganar en primera vuelta y creo que depende de lo bien que hagamos las cosas. Si cometemos errores, puede que se desdibuje eso. Un error sería, por ejemplo, que nosotros empezáramos a generar un debate sobre el giro a la izquierda o a la derecha en el programa. Sería una tontera.
Un debate que existe, por cierto, y se activó a propósito del ingreso al comando de figuras DC, como los ex ministros René Cortázar y José de Gregorio.
Claro que hay diferencias, ¿y cree que en los gobiernos anteriores estábamos de acuerdo en el tema del aborto?, no estábamos de acuerdo. Eso no nos impidió ser gobierno. El temor expresado por algunos dirigentes es que el programa no se mueva... El programa está en elaboración: la candidata está recibiendo opiniones, pero en un momento se va a formalizar. Estas inquietudes, suspicacias, son en mi opinión infundadas, porque la presidenta ha señalado puntos de vista gruesos, de cambios estructurales, en educación, por ejemplo.
¿No hay vuelta atrás en ese conjunto de propuestas planteadas hasta ahora?
Lo que ella ha planteado, en lo medular, no tiene vuelta atrás.
Lo que algunos temen es que la expectativa del triunfo termine moderando el programa de Bachelet.
¿Por qué sería un problema que se moderara el programa de Bachelet? La gracia es que los programas de gobierno tienen una temporalidad, porque los gobiernos duran cuatro años. No tengo problema en que se moderen dichas aspiraciones, si se trata de aterrizarlas, sin que eso signifique renunciar a la perspectiva del cambio estructural.
¿Cuál es el límite entre moderar y renunciar a los compromisos ya expresados por la candidata?
Le pongo un ejemplo: si la presidenta propone cambiar la Constitución y en las elecciones la derecha nos gana, ¿qué vamos a hacer? Ahí vamos a salir para atrás; si así es la política. Entonces, yo les diría a todos esos que andan preocupados de que se vaya a renunciar: que nos preocupemos de tener mayoría en el Parlamento para que podamos colaborar a que eso no suceda. Cada uno tiene su responsabilidad. La presidenta ha hecho anuncios muy importantes de cambios estructurales y eso ha seducido a la ciudadanía. Segundo, la presidenta está haciendo una campaña y eso se va a transformar en un programa.