El lunes pasado, apenas terminó la reunión del comité político, que reúne a los presidentes de partidos de la Nueva Mayoría con los ministros políticos del gabinete de Michelle Bachelet, el jefe del PS, Osvaldo Andrade, cruzó raudo y a toda velocidad hacia el ala poniente del Palacio de La Moneda. Aunque un grupo de periodistas intentó entablar una conversación con él, su tranco anunciaba urgencia y la imposibilidad de atender a nadie. Ingresó directamente a las oficinas de Presidencia, y sólo minutos después estaba sentado frente a la Presidenta de la República. La escena fue pública, pero la reunión, privada. Razón por la que el diputado reserva para sí con extremo recelo el contenido de la crucial conversación, que marcó el reencuentro entre el máximo dirigente del PS y la militante de mayor prestigio de la colectividad.

Fuera de eso, se hace cargo del escenario de crítica al acuerdo que significó modificar el proyecto de reforma tributaria para asegurar el respaldo de la oposición y el empresariado. Aunque reconoce errores de forma, defiende con fuerza lo obrado por el ministro de Hacienda, Alberto Arenas.

El acuerdo tributario recordó a varios en la Nueva Mayoría y fuera de ella la política de los consensos de los 90... ¿Le parece justa esa apreciación?

En este acuerdo se hizo un uso adecuado de la mayoría. Este es un continuo que se inicia desde la presentación del proyecto en la Cámara de Diputados, donde era necesario dar una señal inequívoca de fuerza. Y esa señal se dio sin lugar a dudas. Se les dijo a la derecha y a los detractores, entre ellos muchos empresarios, 'mire, nosotros tenemos la mayoría suficiente para aprobar esta reforma. Si ustedes quieren volver al veto antiguo de la UDI, eso ya no existe. En la Cámara de Diputados estamos en condiciones de imponer desde la mayoría que tenemos una reforma. Si no nos creen, se los vamos a demostrar'. Como nunca había sucedido así, hubo que demostrarlo. Y se hizo. La fase de demostración de fuerza, que era lo primero que había que hacer, se hizo en la Cámara de manera inequívoca y eso fue parte de un acuerdo, aunque algunos hoy día lo olviden.

¿Demostrar fuerza para terminar pactando con la oposición?


Antes que eso, decir que no hay un retorno a la política de los consenso. Porque la política de los consensos correspondió a un momento histórico en que nosotros no teníamos mayoría y antes de enviar los proyectos había que llegar a un acuerdo. Cuando no había ese acuerdo, los proyectos no se enviaban. Eso ha sucedido muchas veces. Hoy día no es así. Pero porque hablo de una mayoría inteligente, sensata, porque también se desestimó la otra lógica, la de la aplanadora. Usted se acuerda que decían que íbamos a arrasar. Eso tampoco sucedió. Ni los consensos ni la aplanadora. Lo que se impuso fue una mayoría inteligente que supo ordenar de buena manera sus capitales.

Es decir, la Cámara sirve para mandar mensajes y el Senado para hacer los acuerdos...


Primero, decir que hubo poca explicación del tema. Estos implícitos debieran haber sido explícitos. Ahí se cometió un error. En segundo lugar, también surgieron al interior de la Nueva Mayoría tal nivel de aprensiones, preocupaciones, matices, como usted quiera verlo, que la propia Nueva Mayoría mostró fisuras. Naturalmente, eso se constituyó en un problema. Ni consensos ni aplanadora. Mayoría inteligente.

¿A qué atribuye la necesidad del gobierno de pactar los términos de una de sus reformas estrella?

La derecha se vio obligada a sumarse a un acuerdo tributario. Porque si no lo hacía, perdía. Ahora el que se sume tiene tres elementos importantes. Primero: le da una base política más sustantiva al acuerdo, luego le da mayor perdurabilidad y, tercero, es una señal inequívoca de estabilidad financiera a la economía. Son tres cosas que no se habrían logrado si sólo hubiésemos aplicado la mayoría.

¿No será que fue el gobierno el que terminó cediendo, pues se modificaron aspectos centrales del proyecto? Así al menos lo entienden varios en la Nueva Mayoría...


Esas expresiones son desmentidas por las aseveraciones del ministro de Hacienda. Entonces a alguien hay que creerle. Si el ministro dice que están garantizados los 8.200 millones, tres puntos del PIB, se termina el FUT, hay un mecanismo de ahorro, se terminan la elusión y la evasión. No tengo razón para dudar lo que dice el ministro. Yo les pediría a quienes ponen en duda aquello, que me lo demuestren. Porque los que han puesto en duda se han reunido con el ministro Arenas y de la explicación del ministro salen conformes. ¿Cómo se entiende esto?

Pero el presidente del PC, Guillermo Teillier, acaba de decir que tras la reunión con el ministro de Hacienda aún mantiene dudas y que incluso el propio Arenas no tenía los instrumentos aún para aseverar que con la nueva fórmula tributaria se aseguraba la recaudación original...


Entonces lo que se ha planteado como perspectiva de futuro está bien planteado. Hay que hacer un conjunto de indicaciones y lo que se pide es que en la elaboración de esas indicaciones haya una participación más amplia de la Nueva Mayoría. El ministro ha estado en disposición de acceder aquello y, en consecuencia, no veo dónde está la dificultad. Las aprensiones estarían resueltas con el método que se está planteando. Debieran tender a desaparecer. Seamos coherentes también. El ministro Arenas ha participado en todas las reuniones de comité político de los lunes, ahí se informan los pasos que se dan. Nunca se entró en el detalle, porque digámoslo francamente, esto tiene un nivel de complejidad técnica que no hace fácil la comprensión de muchos, entre los que me incluyo. Pero la información estaba, el comité político mandató a los tres senadores (Ricardo Lagos Weber, Carlos Montes y Andrés Zaldívar) formalmente para representar a la Nueva Mayoría. El comité político les entregó ese mandato. Fue explícito. El ministro Arenas se reunía regularmente con los miembros de las comisiones de Hacienda, si aún así faltó información, está bien, no lo niego, pero no me digan que no se hizo un esfuerzo. Si esto requiere un nuevo esfuerzo, vale la pena hacerlo. Y particularmente con el PC, que ha demostrado una lealtad inequívoca con el gobierno.

Es decir, comparte la idea que expresó el senador Zaldívar de que no todos pueden estar en la cocina de los acuerdos...

Estas cosas tampoco hay que hacerlas en la cocina. Hay que hacerlas en el Senado. Es allí donde estaba instalada la conversación. Si hay aspectos técnicos que ver, esa es otra cosa. Pero el Senado era el lugar. Para eso tenían el mandato los tres senadores, para trabajar en el Senado, también en el Ministerio de Hacienda. La casa de algunos de estos personajes no me parece lo mejor para estos efectos. Entonces no estoy de acuerdo ni con la declaración del senador Zaldívar sobre la cocina del acuerdo, ni con el señor Awad, que se erigió el papá de la criatura. Ha habido una vorágine de declaraciones que empeoran más una situación, llamaría a que nos moderáramos en el lenguaje.

Se ha hablado de que ha habido un giro en el gobierno e incluso de que la estrategia de llegar a acuerdos significa una segunda fase...


Tenemos una reforma estructural. Este gobierno lleva cuatro meses y ya tenemos prácticamente una reforma estructural en tierra derecha. Una reforma que cautela los principios ordenadores de lo establecido en el programa y con este acuerdo adquiere un nuevo elemento: genera estabilidad, noción al mercado, da certezas, perdurabilidad. Si genera estabilidad y al mismo tiempo se resguardan los principios de la reforma, no tengo problemas en pactar con la derecha. En tanto se cautelen los principios ordenadores de la reforma desde el comienzo.

¿Cómo se sigue ahora, considerando que respecto de la reforma educacional los partidos de izquierda e incluso los independientes han advertido que no aceptarán un acuerdo?

Resulta que ahora la consigna es avanzar sin transar. ¿Qué pasa si no podemos avanzar? ¿Le decimos a la ciudadanía que no fuimos capaces de avanzar por no llegar a acuerdo? Esta no es una discusión teórica, en abstracto o académica, nadie puede estar en desacuerdo en llegar a acuerdos. ¿Cuál es el límite de los acuerdos? Estoy por buscarlos si me permiten avanzar y resolver los problemas que tenemos. No cabe duda que en materia de educación vamos a tener dificultades, por supuesto, si tenemos diferencias entre nosotros mismos y ha quedado de manifiesto. Estoy hoy día porque hagamos un rediseño en material educacional, nos planteemos un nuevo enfoque. Estamos dispuestos a llegar a acuerdo con los que quieren avanzar, veamos quiénes quieren avanzar. Pero para descubrir eso hay que dialogar.