Histórico

Ozil despierta al Arsenal de su pesadilla en Sofía

Una obra de arte del futbolista alemán permite al conjunto inglés sellar su pase a octavos de final con un agónico triunfo de visita 2-3 ante el Ludogorets

ozil

Mesut Ozil rubricó el pase de la escuadra gunner a los octavos de final de la Champions League con un auténtico golazo que tumbó en el minuto 88 a un combativo Ludogorets.

El Arsenal llegó tarde al partido en el Vasil Levski de Sofía. Apelaron los pupilos de Arsene Wenger a su inercia ganadora de los últimos tiempos para tratar de doblegar a su adversario en los compases iniciales. Pero se equivocaron. O se confiaron en exceso, algo que un torneo como la Champions, viene a ser más o menos lo mismo. Y los búlgaros lo aprovecharon para abrir la cuenta en la primera ocasión que tuvieron. Fue a la salida de una falta lateral en la que Jonathan Cafú, el futbolista más lúcido del choque durante el primer tiempo, se aprovechó de la condescendencia de la zaga gunner para batir  a placer a Ospina con un remate raso. Se habían consumido sólo 12 minutos de juego.

Pero el mayor pecado del cuadro londinense, que acaparó la posesión del esférico durante todo el primer acto, no fue que no encontrara la manera de penetrar con claridad en el organizado entramado defensivo del Ludogorets, sino que no supo medir los riesgos en defensa. No supo cómo atacar y se olvidó de defender. Y a los 15 minutos perdía ya por 2-0. Cafú recibió el balón en el vértice del área completamente solo tras un fantástico cambio de juego, rompió a Gibbs y sirvió para que Keseru rubricase sin oposición el segundo. Contragolpe de manual y el Arsenal otra vez a la lona.

Con 2-0 en contra, al conjunto inglés no le quedó otro remedio que despertar, y a los 20 minutos de partido Xhaka obró el descuento con un remate a bocajarro tras un centro desde la izquierda de Ozil. Los búlgaros reclamaron, no sin parte de razón, que el esférico había rebasado la línea de fondo antes de que el alemán filtrase el servicio.

En una primera mitad bastante opaca, en términos futbolísticos, de los discípulos de Wenger, tuvo que ser en un nuevo error como llegase el 2-2, al filo ya del entretiempo. Ramsey (desapercibido durante toda la primera mitad), sirvió al corazón del área, Borjan falló en su salida y Giroud (que regresaba a su posición de centrodelantero) le ganó la posición para restablecer la igualada con la testa. Alexis Sánchez, tan perseverante como desafortunado, centralizando constantemente su posición para participar de la creación del juego ofensivo, tampoco vivió su mejor tarde.

Los segundos 45 minutos fueron distintos a los primeros, pero igual de descorazonadores para los gunners. El modesto Ludogorets no quiso renunciar al premio mayor y lejos de conformarse con la igualada trató de buscar el triunfo al contragolpe. Algo que podría haber sucedido de no haber sido por Ospina, decisivo a la hora de desbaratar dos clarísimas situaciones del cuadro búlgaro en superioridad numérica.

Con el devenir de los minutos y la ausencia total de reacción (o de recursos) de Arsene Wenger desde la banca, el duelo ingresó en la anarquía y el Arsenal comenzó a consumirse en su propia ansiedad. Alexis lo intentó por activa y por pasiva, pero el rigor táctico del conjunto dirigido por Georgi Dermendzhiev terminó por sacar del partido al tocopillano. Y también a todo su equipo, salvo a Ozil, que a falta de dos minutos para la conclusión del duelo, otorgó el triunfo a su equipo con una maravillosa acción individual, deshaciéndose del arquero rival con un sombrero y driblando a dos defensores más antes de anotar a puerta vacía el definitivo 2-3.

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