Desde que aterrizó en Pudahuel la mañana del miércoles, recibido por un mar humano de periodistas, quinceañeras histéricas y curiosos, Pablo Alborán ha tenido que conformarse con mirar el mar desde la ventana de su pieza de hotel en Viña del Mar. “Uno tiene que aceptar que es un personaje público, y que tu trabajo conlleva cosas buenas y otras no tan buenas o que abruman un poco”, dice a La Tercera el último astro del pop español, con un tono que revela cierta resignación y también ese profesionalismo a toda prueba celebrado por todos aquellos que trabajan con él.
Tres años después de debutar como promesa en el Festival de Viña, el malagueño regresa esta noche a la Quinta Vergara convertido en el solista más exitoso que ha salido en la última década desde España, donde estuvo cuatro años seguidos liderando los ránkings de ventas. Pero luego de tres discos de estudio -el último de éstos Terral, de 2014- premios, éxitos radiales, el reconocimiento de sus pares y agotadoras giras donde se curtió en la dinámica de la promoción y las fanáticas, el autor de Solamente tú ha optado por tomarse un respiro. Una decisión que no implica un retiro anticipado, sino un paréntesis que le permita “volver a recuperar parte de esa calma que uno nunca recupera del todo”, explica el nuevo ídolo romántico de las jóvenes de ambos lados del Atlántico.
¿Abruma un poco esto de llegar a un lugar como Chile, por ejemplo, y no poder salir a caminar por las calles o a la piscina?
Abruma, sí. Yo llevaba un tiempo de descanso, porque paramos la gira en octubre y desde entonces todo ha estado un poco más en calma. Pero ahora llegar a Chile y encontrarme con esa nube de periodistas y fans... la verdad es que me metí en el coche y tenía taquicardia. Y esto porque soy una persona muy normal en mi círculo, entonces cuando suceden estas cosas se siente como una película. A mí no me gustan los flashes ni las alfombras rojas. No reniego de eso, lo necesito por mi trabajo, pero soy un persona normal. Por ahora, pretendo divertirme y disfrutar del cariño de la gente, es la única manera de asimilarlo bien.
¿La decisión de detener momentáneamente su carrera tiene que ver con esto último?
Tiene que ver con muchas cosas. Es un descanso, porque no voy a sacar un disco hasta dentro de dos años, aunque todavía tengo muchos compromisos agendados en Latinoamérica y Estados Unidos como volver a Chile. Y a nivel creativo, también va a ser fundamental. No puedo estar cantando y componiendo siempre lo mismo. Ahora que he querido parar empiezo a asimilar de verdad la repercusión que ha tenido todo esto. Hace dos meses decidí volver a Málaga, me salí un poco de las redes sociales y empecé a salir a la calle y a ir a bares con amigos. Ahí comencé a ver toda esta locura, que es difícil de calibrar.
¿Es muy distinto el Pablo Alborán que debutó en Viña 2013 al que actuará esta noche en la Quinta?
Hay un lado que sigue siendo el mismo. Sigo manteniendo el mismo respeto por Viña. Aun cuando está todo agotado tengo un respeto absoluto por este escenario que ha significado mucho para mí. Hace tres años el Festival de Viña fue lo que disparó todo en Chile y Latinoamérica. Voy con mucho respeto, mucho nervio, mucha emoción. Pero voy con otro show, más grande y con mis músicos, con un repetorio muy armado de tres discos, entonces hay donde jugar y van a poder verme hacer cosas que antes no hacía. Si antes estaba todo el rato con mi guitarra, ahora también hay baile, percusión, piano, nos reímos, de todo.
¿Fue complejo llevar ese show más grande a la dinámica del Festival y sus tiempos?
Hemos tenido que adaptar el show al formato de Viña, a los tiempos de Viña. Los temas principales que la gente espera están. Procuraré hablar poco y cantar más.
Muchos colegas de su país lo han ungido como el nuevo gran artista del pop romántico español. Y las ventas así lo avalan.
Yo a la música no la veo como una competición, ni ellos tampoco. La industria son números, hay que vivir con eso, pero no hay carrera que sea siempre así. Un día estás arriba, otro abajo y hay que mantenerse. Pero tener el apoyo de gente que lleva tantos años en la música y que te arropen y quieran cantar contigo, bueno, es el mejor premio, y contar con su amistad es un privilegio.