La proyección del Banco Central para 2018, de un PIB entre 2,5% y 3,5%, sumado al incremento de 2,9% del Imacec de octubre, motivaron variados análisis respecto a la intensidad de la recuperación de la economía, motivados muchos de ellos por el contexto electoral que tendrá su punto cúlmine el próximo domingo 17 de diciembre. Y si bien expertos coinciden en que la desaceleración está quedando atrás, Pablo Correa, miembro del equipo económico de Sebastián Piñera, afirmó que "en la situación actual no hay ningún elemento para estar más optimista". En este sentido, el también director de Denk Consultores, planteó que las perspectivas de un 2018 de recuperación "están 100% vinculadas a las expectativas a futuro, lo que da cuenta que la reactivación en realidad es frágil. No hay nada construido aún, es un castillo de naipes".
El ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, dijo tras publicarse el Imacec que "ya no hay duda alguna que la economía se esta recuperando"...
Estoy totalmente en desacuerdo con la lectura que hace el ministro. Él dice que la economía creció 2,9% en octubre porque el shock externo desapareció, pero parece que olvida mirar el dato limpio de efectos estacionales y calendarios (desestacionalizado), donde sin minería la economía de hecho se contrae. Eyzaguirre fue mi jefe en la época de Ricardo Lagos, lo conozco, por lo que sus declaraciones parecen más de un vocero de gobierno más que un ministro de Hacienda. No tiene ningún sustento.
¿Cree que podría haber un quinto año de desaceleración económica en 2018?
Diría más bien un quinto año de crecimiento mediocre. Porque las cifras del primer semestre de 2018 serán probablemente positivas por una muy baja base de comparación. Si uno quiere ver el espejismo del crecimiento año sobre año, claro que será positivo, pero eso será de muy corto plazo. Lo que pase el segundo semestre está totalmente abierto, demasiado vinculado al comportamiento de las expectativas.
¿En qué sentido?
Se ve en los componentes que explican el mayor crecimiento esperado. Por el lado del consumo, se observa que lo que más empuja el crecimiento es el de tipo durable. Pero, estas son compras que pueden postergarse, no tanto así el consumo no durable. Para graficarlo, uno está más dispuesto a cambiar el auto, o comprar una nueva televisión, cuando se ve una situación económica y laboral que estará mejor. Eso es expectativa, y si se revierten el próximo año no habrá tal empuje.
El otro componente relevante que aún no se recupera, es la inversión, que para este año se corrige a la baja (a -2,5%) y para 2018 se ajusta de 3,2% a 3,1% sobre una base harto más baja. Hay que tener claro que si no crece la inversión, no podremos salir de la fragilidad del crecimiento económico. En ese marco la volatilidad o incertidumbre del ciclo político es sumamente relevante. Por eso repito que 2018 sigue siendo un año incierto, que tendrá una buena partida por un tema coyuntural, pero todavía falta mucho para hablar de un punto de inflexión.
Pero el Banco Central proyecta que la economía crecerá entre 2,5% y 3,5%. ¿No tiene razón, en el sentido que la economía se recuperará junto con las expectativas, pese a quién salga electo?
Yo diría que sí, pero no. El BC tiene un lenguaje particularmente moderado, dice las cosas entre líneas. Por ejemplo, en el IPoM de diciembre se deja entrever que 2017 fue sin lugar a dudas bueno para una economía como la chilena. De hecho, el presidente del Banco Central mostró en Icare un cuadro con el ingreso disponible en el país y tiene una forma de U perfecta, en el sentido que hoy estamos igual al momento previo de la desaceleración económica, gracias en parte a la recuperación de los términos de intercambio. Pese a esto, este año será el de peor crecimiento económico de los últimos cuatro años, entonces ¿hay un elemento interno que frena la economía? Es evidente la respuesta, y es un punto que pasó más desapercibido en el último IPoM.
¿Entonces el crecimiento de 2018 dependerá de quién gane las elecciones?
Chile ha perdido uno de sus atributos macroeconómicos tradicionales, en el sentido que daba lo mismo quién ganara las elecciones. Yo estoy convencido que no hay nada menos ideológico que un inversionista extranjero, y para quienes invertían en renta variable Latinoamérica, por ejemplo, veían en Chile ese distintivo, que se ha ido perdiendo.
Las probabilidades de que estemos en la parte alta del crecimiento, entre 3% y 3,5%, está totalmente condicionado a que se recuperen las expectativas. Y eso se consolida con una visión y un ambiente económico distinto, que pasa porque el próximo gobierno no sea de la Nueva Mayoría. El track record importa, y las reacciones adversas en la Bolsa y la salida de capitales extranjeros de más de US$ 2.000 millones tras la incertidumbre que se generó post primera vuelta electoral son clarísimas.
¿Qué consecuencias tendría en el mercado que resultara electo Alejandro Guillier?
Si se impone Guillier como presidente, no me llamaría la atención que el crecimiento promedio sea similar al de la Presidenta Bachelet, con un nivel bajo 2%.
¿Pese a un escenario externo más favorable?
Este 2017 fue un mejor año para el mundo, pero fue el peor para Chile. Mi visión es que si gana Guillier estos inversionistas castigarán a Chile en los precios, no me sorprendería en absoluto que se vuelvan a corregir a la baja los precios de los activos, y las expectativas en general. Guillier debe hacerse cargo de la historia económica de la actual administración.
Ustedes han propuesto, por el lado fiscal, una modernización del Estado. ¿Es importante también de cara a la reactivación?
Más allá de la reforma a la carrera pública donde se ha puesto énfasis recientemente, de manera que el aparato público sea más independiente del ciclo político, hay una velocidad que se le puede agregar a la economía mejorando la gestión. Por ejemplo mirando la digitalización.
Se ha cuestionado la factibilidad de un recorte de US$ 7.000 millones en el gasto...
Si uno quiere comparar esos US$ 7.000 millones, primero debe considerar que eso es en cuatro años, por tanto son US$ 1.750 millones anuales. Si consideramos que el presupuesto fiscal actual es de US$ 75.000 millones, el ajuste de gasto es de poco más de 4%. En ningún caso eso es imposible, nadie diría que es una razia. Por eso, creo que hay una falta de humildad importante en reconocer que hay cosas que se pueden hacer mejor. O, simplemente no existe la voluntad de hacerlo. En términos proporcionales, el ajuste que hizo el ex ministro Valdés fue casi la mitad de lo que el programa de Piñera propone, y eso se hizo recortando fotocopias, taxis, viáticos y aumentando fuertemente la dotación de personal. En este punto hubo más bien un uso electoral de este tema, sobredimensionando el ajuste.