Dos tercios de su vida laboral han estado en el Banco Central (BC). Su camino ahí fue ascendente: entró en 1999, al año siguiente fue nombrado gerente de Análisis Macroeconómico (2000-2006) y luego de Estabilidad Financiera (abril-julio 2006). Incluso, ha sido el único economista que ha liderado las dos divisiones más importantes del organigrama, de Política Financiera (agosto 2006-diciembre 2007) y luego, de Estudios (2007-2010). De ahí partió por tres años al Fondo Monetario Internacional (FMI), en Washington, y en enero de 2014 regresó ya no al staff técnico, sino al Consejo.
Han pasado tres años y siete meses, y en ese tiempo Pablo García Silva, ingeniero comercial de la Universidad Católica y doctorado en el MIT, no solo ha dado cuenta de una expertise en la política monetaria, sus consecuencias e interacción con la política financiera. Con una carrera dedicada casi totalmente al estudio y funcionamiento de la banca central, los agregados monetarios y todo lo que huela a finanzas, y calificado como uno de los mejores técnicos de su generación, en el último tiempo ha estado en el centro de las miradas del mercado y de sus colegas de profesión.
¿Qué lo ha hecho un nombre recurrente por estos días? El haber explicitado abierta y públicamente su posición "activista" en materia de política monetaria y los votos de minoría, en favor de una mayor baja de tasas, que ha emitido en dos ocasiones en los últimos ocho meses y que lo han diferenciado del resto del Consejo del instituto emisor, hoy presidido por Mario Marcel, e integrado por Rosanna Costa, Joaquín Vial y Sebastián Claro, este último vicepresidente. La minuta de la última cita, del 13 de julio pasado, lo revela como el consejero disidente, el que votó por bajar la tasa rectora en un cuarto de punto, a 2,25%, cuando el resto quiso mantenerla en 2,5%. La próxima reunión será el 17 de este mes.
A juicio de un ex miembro de la mesa del BC, lo anterior no refleja más que una mera diferencia de visión técnica, propia de un cuerpo colegiado. De 41 reuniones en las que García ha participado, tres veces ha sido el voto de minoría (ver recuadro).
Para el ex presidente del BC Vittorio Corbo, el disenso no es problema y tampoco la convivencia de diagnósticos e ideas discrepantes. "No veo como algo negativo la diferencia de opinión que ha manifestado García en el Consejo. Esto pasa en todos los bancos centrales del mundo, en la Reserva Federal de Estados Unidos y también en el de Inglaterra, porque estamos en un ciclo macroeconómico no solo muy complejo, sino también muy atípico. Creo que se trata de una discusión útil y valiosa al interior del Central", afirma el hoy investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP).
Lo que convierte a García en tema de conversación, opina el socio y director de Econsult RS Capital, Gonzalo Sanhueza, es que para el funcionamiento del relato del ente rector y las señales que envía al mercado, el segundo consejero más joven -después de Claro- muestra un estilo un tanto categórico, explícito y algo disruptivo respecto de la tradición institucional. Su performance, agrega, se interpreta en el mercado como signo de los nuevos tiempos que corren para la institucionalidad chilena en general, en que ya no solo basta con informar, sino también se hace necesario transparentar las decisiones.
En una entrevista a pocos días de difundirse el Informe de Política Monetaria (IPoM) de diciembre de 2016, García marcó un punto de inflexión en la forma en que tradicionalmente los consejeros no solo transmitían su mensaje complementario al texto, sino también en cómo públicamente asumían su rol. Se definió como un "activista monetario" y abrió un flanco que hasta hoy buscan cerrar en la entidad. "No es verdad que la tasa no se tiene que mover, porque el efecto es pequeño. Si es así, tienes que moverla más", dijo a La Tercera.
El eco que tuvo esa declaración en el mercado y en las intervenciones públicas posteriores de otros consejeros, como Costa y Vial, en las que cada uno se mostró más explícito en sus opiniones sobre la conducción monetaria, fue un efecto no deseado en un sector de la institución y que causó más de una incomodidad, aunque hasta hoy públicamente han evitado pronunciarse sobre el tema. "Más que el fondo, es la forma lo que hace que su planteamiento público parezca un tanto inadecuado. No hay problema en votar en contra en la mirada del ciclo, el tema es que su actitud parece un poco disruptiva y se ha acentuado la actual administración del BC", dice un economista conocedor del funcionamiento del Consejo del Central.
Otro ex miembro de la entidad plantea que el dilema que se ha instalado en el último tiempo en el BC está en definir hasta dónde hay discrepancias, razones justificables y hacer alarde de aquello. "No estoy diciendo que este sea el caso, pero sí es lo que alguna parte del mercado lee de las apariciones públicas más recientes de los consejeros, algunos con más énfasis y otros más sutiles. Forma parte de la lógica del Consejo del BC el que haya miradas diferentes, pero la idea es que siempre sea con fines colaborativos y dispuestos a la construcción de consensos, que es la tarea más difícil para todo presidente de un Banco Central como el chileno. No se trata de maximizar las diferencias, sino de aprovecharlas para generar consensos y el mejor diagnóstico posible, y en estos tiempos eso está costando algo más", sostiene la misma fuente.
Un ex consejero que conoce los detalles de la última reunión de Consejo lo resume así: "El tema no es el voto de julio, eso es mirar con simpleza la labor del BC. Aquí lo que ha ocurrido es que hay un consejero que ha optado por hacer ver su opinión, diferente o no, con mucha claridad en lo interno y también en lo público. Es un cambio en el discurso que no implica desmedro para el presidente y el resto del Consejo. Quienes estuvimos ahí sabemos cómo las minutas trasuntan quién dice qué y es evidente que García tiene un diagnóstico que Marcel comparte, también Claro, pero es en el ritmo de respuesta donde está la diferencia".
Corbo insiste en su punto: "El punto de vista planteado por García obliga al resto del Consejo a argumentar muy bien su posición y a repensar los argumentos. No hubo problemas cuando Joaquín Vial votó contra bajar la tasa en mayo pasado o cuando en septiembre de 2015 votó por subirla y el resto del Consejo por mantenerla. Hoy tampoco veo las opiniones de García como algo disruptivo al interior del Consejo, sino como algo saludable", recalca Corbo.
Consultado para este reportaje, en el Banco Central desestimaron hacer comentarios.
La cuestión técnica
La última reunión de Consejo fue el 13 de julio pasado, al mes de conocerse el Informe de Política Monetaria (IPoM) de junio.
Para el académico de la Universidad de Chile y miembro del comité consultivo de PIB Tendencial convocado por Hacienda, Alejandro Alarcón, donde coincide con García hace años, lo que hizo éste con su voto y lo que se desprende de la minuta indican dos hechos claros. Primero, que el escenario central del IPoM de junio estaba obsoleto al mes y que el fin de la política monetaria expansiva debía repensarse. Segundo, que en opinión de García, el riesgo de bajar la tasa en julio era mucho menor y harto más reversible en sus costos, que el riesgo de esperar a un nuevo estímulo y en el camino presenciar cómo se acentuaba la desaceleración del ciclo, porque ya las condiciones financieras se están mostrando más restrictivas en términos reales y porque la evidencia es clara en cuanto al rezago con que actúa la política monetaria. "El intento del Consejo y más que de García, debe ser evitar que la expectativa de inflación se escape del rango, porque la economía se está enfriando mucho", acota Alarcón.
En junio pasado, la inflación anualizada marcó 1,7%; en mayo había anotado un 2,6% en 12 meses.
Un punto que refrenda Sanhueza, quien fue asesor de la presidencia del BC en tiempos de Carlos Massad. "García está convencido de que la inflación se está desacelerando a una velocidad mayor de lo previsto, que los últimos datos de precios no son fenómenos puntuales y que, al contrario de opiniones más optimistas, la economía en vez de estar saliendo de la desaceleración, muestra signos de riesgo de profundización del freno y que el costo de no enfrentarlo con más impulso monetario es mayor, si por esperar se equivocan".
El respeto transversal
Por sus cualidades profesionales y su historia, García es valorado en el oficialismo y también en la oposición.
Su arribo al BC, sin embargo, tuvo bemoles: meses antes de que el PS Manuel Marfán terminara su período en el Consejo, el entonces Presidente Sebastián Piñera ofreció el cupo a Marcel -quien trabajaba en la Ocde, en París-, pero éste lo rechazó. Ante eso, la opción de García fue alentada, entre otros, por el entonces presidente del BC Rodrigo Vergara (quien ya lo había propuesto para el FMI en 2010), el ministro de Hacienda de la época Felipe Larraín y por el propio Corbo.
Con todo, su nombre no generó consenso inmediato. El Senado aprobó su llegada al BC el 15 de enero de 2014, pero fue complejo. El Congreso veía a García casi como un militante PPD y el socialismo consideraba que su postulación vulneraba el principio de rotación y representatividad en el Consejo del BC. De hecho, el senador PS Juan Pablo Letelier no estuvo contento con la idea. "Haré ver en la sesión de la Comisión de Hacienda que él (García) no es una persona que representa al PS", dijo días antes de la votación.
Al saber que la designación podía trastabillar, Larraín negoció para asegurar su nombre. Se acordó que un socialista reemplazaría a Enrique Marshall cuando dejara el Consejo en diciembre de 2015. Finalmente, fue la Presidenta Michelle Bachelet quien zanjó el tema.