El término de la época estival tiene por estos días un significado más profundo para el guionista Pablo Illanes. Tal como él mismo confiesa está histérico y excepcionalmente nervioso por el estreno de su primera teleserie en Mega, Perdona nuestros pecados. La nocturna, que debutará mañana en el canal privado (después del final de Sres. Papis) fue el motivo por el cual el escritor firmó contrato por tres años con la señal del grupo Bethia, decisión que además lo ha tenido viviendo en Chile hace más de un año, luego de una larga temporada instalado en Nueva York.
El autor de Machos, Alguien te mira y ¿Dónde está Elisa? -éstas dos últimas para su anterior casa televisiva, TVN- vive por estos días recluido en su casa en Providencia, transformada en su oficina para escribir el guión de la telenovela nocturna, que revela un drama familiar de los años cincuenta en el ficticio pueblo de Villa Ruiseñor. Y aunque le queda apenas un tercio por escribir de la historia, es el desarrollo del final de ésta lo que aún tiene pendiente y lo que lo mantiene inquieto de cara al debut de la producción, que en principio constará de 90 capítulos.
¿Cuál es su visión del actual segmento de las teleseries nocturnas en Chile?
Yo siempre voy a ser defensor de la ficción nacional, me dedico a eso, pero a mí no me gustan las turcas, las brasileñas o lo que sea, pese a que a la gente le gustan. Creo que ese horario tiene que ser de ficción nacional. Es muy fácil llenar el nicho con algo que compraste y todo esto al final es una responsabilidad editorial de los canales.
¿Cómo describiría el proceso creativo tras este guión?
Como es una saga familiar es una apuesta distinta y se aleja bastante de lo que se ha visto en Mega, y es diferente también en relación a lo que a mí me ha tocado hacer. Durante el proceso recibimos tres asesoramientos: primero, por parte de un psicólogo, para así construir las patologías de cada personaje. También un asesoramiento histórico, dado que los años 50 en Chile no son lo mismo que en Estados Unidos, entonces había que comprender bien la forma de hablar y lo pictórico. Y por último, y más importante, un asesor eclesiástico que nos dio la mirada de un sacerdote, que habiendo dejado el sacerdocio por diversas razones colaboró en compartir ese proceso que nosotros necesitábamos.
¿Cómo se podría resumir esta nueva apuesta?
Perdona nuestros pecados es una locomotora imparable que va con el norte claro y trae un conflicto tras otro. Es un poco la forma de trabajar que tengo con mi equipo hace varios años pero en el fondo, y lo más importante, es que no es una teleserie de living, es una producción que requiere atención.
Por otra parte, ¿siente que la ficción nacional pone en pantalla siempre a los mismos actores?
Hay una preocupación de darle oportunidad a actores más jóvenes en roles más complicados. Aunque hay cosas que no cambian, así como las teleseries tienen que tener un elemento romántico, éstas tienen que tener un actor que la gente adore y reconozca. Existe una magia en hacer teleseries porque se necesitan las estrellas o actores de renombre.
¿Cuál cree que es la fortaleza de Mega hoy en día?
Cuando las cuatro áreas dramáticas se empezaron a levantar al mismo tiempo compitiendo por el mismo público se veía venir un efecto secundario o daño colateral. A la larga ganó el canal que supo identificar el pulso del público, que es el que siempre gana. Ganan las historias pero también gana el que logra llenar un nicho. En el caso de Mega no ganó sólo Pituca sin lucas, fueron varios proyectos que generaron lo que hay hoy día.
Y ante ese escenario, ¿cuál es su valoración sobre la industria nacional?
La industria ha cambiado y el público también, de hecho está muy exigente. Es por eso que esta teleserie tenía que ser ahora, no se podría haber hecho hace cuatro años porque la gente está cansada de todo lo que sucede en Chile, de los conflictos de siempre, pero tampoco quiere verlo en directo, tiene que pasarlo por ficción para amenizar. En el fondo, el espectador se dará cuenta que nada ha cambiado en Chile en los últimos 64 años.
¿Y el caso de TVN?
TVN está retomando el ritmo y hay una conciencia de que las teleseries son importantes, de que la gente quiere ver ficción. El paso que se ha dado es que los ejecutivos de los canales entendieron que las teleseries no son el capricho de unos pocos, sino que es cultura ver ficción y sobre todo ficción nacional. La migración de actores fue algo lógico y necesario, los que se quedaron fueron muy valientes, uno no puede trabajar por la nostalgia de tiempos pasados o por el cariño solamente, uno trabaja por un futuro.
¿Le interesa explorar otro formato de ficción?
Cuando haces series tienes que pensar que después de la tercera temporada vas a empezar a ganar plata o a ganar rating y eso pasa en cualquier parte del mundo. Lo de la serie es un trabajo de larga cocción y la industria chilena es histérica y ansiosa. Los canales no pueden entender que baje el rating. El público quiere series pero los canales no están preparados todavía. Me encantaría poder explorar con Mega el formato de las series, tengo entendido que se está trabajando en dos proyectos así que habrá que esperar.
¿Se considera autor de sus teleseries?
Siempre siento que son un hijo, incluso cuando es una adaptación. Siempre está esa presión de que algo tuyo muy interno se está revelando y a mí esto solo me ocurre con las teleseries. Como guionista hay que apropiarse de las historias, así uno la siente suya y claro, las teleseries son mías por todo el trabajo realizado.