Es apenas una coincidencia, una sincronía sin ningún trasfondo, pero el título del último álbum de Pablo Milanés (71) sintetiza en un solo concepto el último trecho de su existencia: Renacimiento. Luego de cinco años sin presentar material inédito, el cantautor lanzó en 2013 un trabajo que lo devolvió a la primera plana y que lo hizo refugiarse nuevamente en el cancionero más propio de su país, con variantes que van desde el son y la conga, hasta el guaguancó.
Además, en junio se sometió a un trasplante de riñón, el que fue donado por su propia esposa, la historiadora Nancy Pérez, lo que atenuó un puñado de problemas renales con los que batalló por años y que por momentos arrojaron incertidumbre en torno a su regreso a la ruta. Tras la intervención, retomó las giras, pero ahora los cambios no fueron personales, sino que globales: es probable que, a partir de diciembre, el mundo ya no sea el mismo para Milanés.
A mediados de ese mes, los gobiernos de Cuba y Estados Unidos anunciaron un histórico plan para restaurar sus relaciones, fracturadas desde 1961, dos años después del triunfo de la revolución castrista, proceso del que el músico fue uno de sus más insignes embajadores artísticos, encabezando el movimiento de la Nueva Trova cubana junto a coetáneos como Silvio Rodríguez o Noel Nicola.
De hecho, en ese contexto volverá al país, para ofrecer un show el viernes 20 de marzo en el Teatro Caupolicán (Ticketek). "Para ambos países sé que será un desafío muy grande", asegura a La Tercera, denotando que ha seguido de cerca los nuevos vínculos entre La Habana y Washington.
¿Qué expectativas tiene acerca de este hito?
Lo que más me satisface, y me llena de regocijo, es la liberación de los presos cubanos y, por qué no, también me alegra la salida de los presos que estaban en Cuba. Pero tengo dudas sobre las relaciones y el deseo de EE.UU. de penetrar en nuestro país, en todos los sentidos, así como la anulación por parte de Cuba de la falta de libertades en todos los aspectos de la vida de sus habitantes. Para ambos gobiernos sé que va a ser un desafío muy grande cumplir con estos acuerdos, que confío en que aún tendrán que discutirse y no sé a qué fin llegarán.
¿Cree que el embargo frenó el ascenso de estilos cubanos como el mambo o el chachachá? ¿Pueden estos nuevos aires influir en la música o la cultura de su país?
No creo que el embargo haya tenido influencia en el desarrollo de la música cubana, porque su calidad es una tradición de siglos, fundamentada en la confluencia de culturas que coincidieron en nuestro país, y que han hecho, junto a Brasil y EE.UU., tres potencias musicales de corte universal. Ese desarrollo no se ha detenido y mucho menos por una cuestión política. Este cambio en las relaciones en lo único que podría influir será en el incremento del intercambio musical, el que enriquecerá más a los dos países, como lo fue siempre.
Usted sigue muy identificado con la Revolución y la Nueva Trova. ¿No le aburre esa etiqueta?
Con todo respeto, estoy cansado de que me pregunten por la Nueva Trova y verme obligado a responder durante años, como si fuera un "fundador" de ella. Yo vengo de una generación anterior que realizó una nueva canción muchos años antes que le pusieran sello oficial y que interrumpí porque fui enviado a un campo de concentración stalinista. Cuando la llamada "Nueva Trova" se oficializó, yo hace 10 años que ya cantaba y componía.
No al retiro
Es cierto: Milanés empezó a explorar las bondades melódicas, poéticas y vocales de la música de su tierra en la primera mitad de los 60, mucho antes de ese 18 de febrero de 1968 en que tocó junto a Rodríguez y Nicola en la Casa de las Américas y dio inicio formal a uno de los estilos más influyentes sobre la sociedad y la canción chilena de los 80. También es cierto que el hombre de El breve espacio en que no estás ha desplegado en los últimos años un progresivo espíritu crítico a la conducción de Cuba.
Y, para rematar, también es elocuente cierta mirada nostálgica y hasta descreída en las líneas de su último disco, como en Canto a La Habana, donde asegura "La Habana siempre es mi guía/ Limpia y bonita como fue ayer/ mustia y marchita como está hoy"; o en la sentida balada al piano Amor de otoño, en la que aclara que "a mis viejos amigos les diré/ que no ha habido ni habrá amores eternos", casi una manera de refutar la entrega eterna que alguna vez prometió en una de sus mayores creaciones, Yolanda.
¿Qué nuevos estilos y tópicos intentó tratar en Renacimiento?
Recuperé y revisité géneros que están más olvidados o en desuso en la cultura musical cubana y que realmente se pueden hacer universales. Los combiné con estilos que son parte fundamental de mi obra, como la música renacentista y barroca.
Tras su trasplante de riñón, ¿ha barajado la opción de atenuar el ritmo de las giras?
Hoy yo y mi esposa nos encontramos estupendamente, con muchas más ganas y planes de trabajar, así que eso de abandonar los escenarios no está entre mis opciones. Lo que más disfruto es hacer mis conciertos.
¿Cómo evalúa hoy su relación con Chile?
Mis lazos fueron construidos a base de una intensa relación con su pueblo y de implicarme en algunos de sus procesos históricos más fundamentales, dentro de la línea marcada por el MIR y Miguel Enríquez. Continúo teniendo un gran amor por Chile cada vez que lo visito, gran parte de las nuevas generaciones han heredado el interés por lo que un día canté y por mis actuales composiciones.