¿Qué hace un chileno si llega al Rally de Marruecos con la primera opción de ser campeón del mundo? ¿Cuidar la máquina -y el cuerpo- o ir con todo por la victoria? Qué hace, si ya el año pasado perdió la posibilidad de coronarse en la últma fecha. ¿Sigue sus instintos, los consejos, las órdenes o la lógica? ¿Qué hizo Pablo Quintanilla esta semana? Quedar como el mejor del orbe, monarca 2016 del rally cross country. Ni Sam Sunderland, ni Toby Price, ni ningún otro nombre rutilante del motociclismo universal le hizo peso este año.
Un chileno se llevó el baño de champaña en Marruecos.
A esta fecha africana del Mundial, la quinta y última, el sanantonino llegaba como líder, con 77 puntos, luego de un tercer puesto en Emiratos Árabes, un segundo lugar en Qatar y el triunfo en el Atacama Rally.
En Marruecos un error inicial del equipo no le quitó bríos. A la Husqvarna le mantuvieron la suspensión utilizada en Chile, la que le dio su única victoria del año, pero fue mala idea, porque los caminos magrebíes eran harto más duros que los del desierto atacameño.
Para enfrentar las últimas jornadas, la suspensión utilizada en Qatar volvió a su moto. La confianza, también, y en los últimos días además del estudio de la ruta de la etapa siguiente, el chileno le debe haber echado una mirada a los tiempos y a los puntos en el Mundial.
Con terminar tercero en Marruecos nada le importaba lo que hicieran Sunderland o Price, sus únicos escoltas que podían desbancarlo. Y así exactamente fue. Tras ser segundo en la etapa final, Quintanilla remató tercero en la carrera, detrás del autraliano y el británico. El chileno cerró el año con siete puntos sobre Sunderland.
¿Cómo lo hizo? ¿Se cuidó o arriesgó? Todo en su justa medida, perfecta. Cuando llevar los manillares se hizo doloroso, peligroso e inestable, se cuidó y en los primeros primes se le vio lejos de ser protagonista. Luego, en la etapa maratón, aquella donde durante dos días los pilotos se las deben arreglar sin la ayuda de sus mecánicos, dio el golpe y se acercó de manera definitiva a los líderes del Rally de Marruecos.
Todo eso, en apenas su segunda temporada haciendo el calendario completo del Mundial. A los 29 años, tiene un subtítulo y una corona.
"Estoy muy contento por lo que logré, fue una temporada difícil, muy peleada con Sam y Toby desde el inicio. Me siento muy feliz; después de tanta dedicación, tanto trabajo, tanta pasión durante tantos años, pude lograr el sueño de ser campeón del mundo", resumió Quintanilla.
Se acordó al momento de la victoria: "De todos en el equipo Rockstar Husqvarna, por darme siempre una moto altamente competitiva; a mi familia, por su apoyo desde que era niño; y a los patrocinadores que creen en el trabajo profesional que hacemos en el Dakar y en el Mundial". Y agregó: "Desde que me inicié en esta disciplina soñé con este título".
Lo soñaba, claro, desde que reponía energías sentado con sus hermanos -también motociclistas- junto al trailer que su padre llevaba a las fechas del motocross chileno, cuando se inscribía para seguir los pasos de su hermano mayor.
¿Pensaría entonces que sería el mejor del mundo en las dos ruedas?
El lunes 2 de enero su nombre será nuevamente protagonista, pues será tiempo de comenzar la prueba madre del cross country, el Dakar. Estará en Asunción, Paraguay, para después recorrer Argentina y Bolivia. Sin Chile, y Quintafondo lo lamenta: "No es fácil lograr este título viniendo de tan lejos, de un país donde el deporte motor recibe tan poco apoyo. Por eso este momento tan especial se lo dedico a todos los chilenos que siguen amando el motociclismo".
El mensaje vio la luz muy lejos, pero seguro se escuchará en Chile, pues se dijo desde lo más alto del mundo.