El día después del podio, de que se confirmara su cuarto puesto, de las celebraciones, Pablo Quintanilla pasó el día en su hotel en el barrio de Palermo, descansando. Allí aclaró lo que dijo el sábado, cuando recordó "los duros momentos" que ha vivido. ¿A qué se refería?
"Fueron dos Dakar en que no pude terminar, abandonos con lesión, con fractura, con operación, fueron momentos complicados, uno por lo físico y también por la frustración de haber estado intentando e intentando, entrenando mucho, con mucha dedicación, mucho profesionalismo e igual no me resultó. Sabía que tenía las condiciones, pero sentía que me faltaba un poco más de cabeza, de madurez y que eso me lo iba a dar nada más que el tiempo. Fue difícil enfrentar este tercer Dakar, me decía: ahora lo tengo que hacer, no puedo no terminar, no me puedo caer, no puedo cometer errores", asegura.
El motocross ya es peligroso, pero ¿qué dice la familia sobre el cross country?
Cuando les dije a mis papás que quería correr rally tuvieron una reacción de impacto, por el peligro, los riesgos y lo que conocemos también de esta carrera. Pero mi papá y mi mamá siempre me han apoyado, me dijeron que si quería hacerlo realmente, lo hiciera bien, preparado de la mejor manera, que buscara las mejores herramientas. Ellos lo pasan mal, se asustan, están muy tensos cuando corro, prefieren no estar acá, para darme mi espacio.
¿Cuánto le ayudó esta moto factory?
La moto ayuda harto. Así como el soporte técnico. Alex (Doringer, jefe de KTM) iba todos los días a mi carpa, mandaba a los mecánicos a revisar el chasis, el sistema eléctrico, los motores. Facilita el trabajo, da seguridad y confianza de que estás corriendo con una moto que va a llegar, que va a aguantar, que puedes acelerarla a fondo y no se va a romper. Pero finalmente también hay que manejarla, si no tienes buen manejo, si no la cuidas, tampoco vas a llegar. Es una mezcla de todo.
¿Algo de qué arrepentirse en este Dakar?
No, durante el Dakar no cometí grandes errores, obviamente que te equivocas, pero no grandes.
¿Cuál fue el peor y el mejor momento del Dakar?
El peor sin duda fue cuando cruzamos de Chile a Argentina que me enfermé del estómago, me deshidraté mucho, tenía dolor de cabeza, mareo, me costaba mucho tratar de ir concentrado avanzando, leyendo el raodbook. Lo pasé muy mal, llegue muy agotado al campamento. Y el otro fue Bolivia, cuando salimos de Uyuni, con el frío, no se sentían las manos, estábamos mojados y había temperaturas bajo cero.
¿Y cómo salvó esas situaciones?
Pura cabeza. Inteligencia. Tratando de no ir rápido, sino de cuidar la moto lo que más se pudiera.
¿Pensó en abandonar en algún momento?
Nunca.
Debe el mejor momento.
Cuando llegué a Iquique y gané la etapa. Habíamos hecho partida americana (todos juntos) así que sabía que había ganado.
¿Se sorprendió a sí mismo en algún momento?
Sí, cuando entramos a Copiapó. Sabía que podía andar bien, el desierto se abría, el polvo no iba a molestar tanto, podía avanzar. Me dije, ahora puedo andar entre los 10 primeros, tranquilo, a mi ritmo, y cuando llegué y supe que fui tercero dije, chuta, puedo estar adelante, entre los cinco primeros, los tres primeros y no los 10 primeros.
¿Cuánto hay de suerte en el Dakar?
Es una mezcla de todo. Tiene que haber un trabajo previo, pero sin lugar a dudas también hay que tener suerte. Puedes haber hecho un trabajo espectacular y chocas con la única piedra que hay en el desierto.
¿Es cierta la pelea con Jeremías Israel?
No tenemos relación de amistad. No soy amigo, como soy con Daniel Gouet, que nos vamos de vacaciones juntos. Es un tema que parte cuando corríamos motocross, una rivalidad que no era de nosotros, que venía más de afuera, de los equipos, y por el roce que tiene el motocross.
Más alguna declaración cruzada…
Hubo también. Uno es más chico, te dejas llevar por las emociones, ahora estamos más grandes y en otro deporte. Él me fue a felicitar. Hablamos en la etapa maratón.
En el podio dijo que se sentía el mejor corredor de cross country. ¿Lo siente o fue la emoción de la llegada?
El cuarto lugar refleja el trabajo. Estos tres años de trabajo me han llevado hoy en día a ser el mejor piloto de rally y me siento orgulloso y te lo puedo decir con todas sus letras, porque me he esforzado muchísimo, trabajo que la gente no ve. Porque sólo ven los resultados y te felicitan o te critican, pero finalmente ha sido un trabajo muy duro, muy largo y que finalmente tiene su fruto.
¿Hizo algo distinto para preparar este Dakar?
Sí. Hice mucha navegación en moto, muchísima, fue lo que más hice. Tenía la parte técnica, la velocidad, pero eso estaba fallando y por seguridad mía, es mejor saber ciento por ciento por dónde voy, lo que hay, el tipo de piso.
¿Se siente el sucesor de Chaleco?
Primero, siento que el trabajo que hicieron Carlo de Gavardo y Chaleco López es único, algo que es irreemplazable. No trato de reemplazar a nadie, ni estoy tratando de llenar algo o aprovechar de meterme porque no está alguien, para nada. Se lo dije a Chaleco también, simplemente estoy tratando de hacer mi trabajo lo mejor posible. Antes dije: voy a hablar corriendo. A mí me gusta demostrar las cosas con hechos en carrera y no hablando.
¿Le gustaría ser popular, más allá de las motos, como ellos?
Me gusta sentir el cariño de la gente, soy amigable, poder traspasar mi experiencia a los demás, a los niños. Me gustaría transmitir eso a más gente y es increíble cómo uno va tocando la vida de las personas, va sintiendo que tu actuar les da felicidad.
Hace tres año hizo el cambio al cross country, tenía 25 años. ¿No fue muy tarde?
Creo que fue en el momento preciso. Quería hacerlo hacía mucho tiempo, pero sentía que no estaba preparado. Fue una nueva motivación para mi carrera, venía de mucho tiempo haciendo lo mismo, un poquito saturado del motocross, de las carreras, de la competitividad, del roce y me vi enfrentado a un mundo que me gustó desde el primer momento que lo hice, me enamoré del desierto.
Contrario al motocross, en este deporte se entrena mucho y se compite poco. ¿No es aburrido?
Me gustaría correr quizás más veces, pero también éste es un deporte donde enfrentas las competencias de otra manera, sicológicamente diferente, donde sabes que tienes que prepararte cierto tiempo para poder llegar bien y el desgaste físico y sicológico es muy fuerte. No te alcanzarías a recuperar en dos semanas. Es otra manera de mirar el deporte y de enfrentarlo también.
¿Que es lo que más lo divierte del Dakar? Los amateurs contestan que los paisajes.
Nosotros no vemos nada de eso. Me gustan dos cosas, la alta velocidad, pero más, los pisos rotos. Ir jugando con la moto, saltando, moviendo, eligiendo la trayectoria, me entretiene, se me pasan los kilómetros muy rápido, pierdo la noción del tiempo.
¿Tiene un sueño en el cross country? ¿Han ido cambiando?
Obvio que sí. Siempre he tratado de ir poniéndome metas, objetivos a cumplir. Cuando partí, era terminarlo; después, dije: quiero estar adelante, entre los 10. Ahora mi idea es subir a un podio.
¿Cree que este cuarto puesto generará nueva expectativas? ¿Qué habrá presión suya o desde afuera?
Siempre están esas dos presiones, lo importante es que la externa no supere la interna. Eso quiere decir que no te dejes llevar por lo que están esperando los demás, sino más bien por tu presión de querer hacer lo que te propusiste.
Muchos pedían el podio, pero usted cuidó el cuarto puesto.
Es algo que traté de manejar toda la carrera. Podía dar un poco más, pero ese poco más significa que quizás tire a la basura todo lo que venía haciendo. Hay que ser inteligente, tengo 28 años, corrí mi tercer Dakar, contra tipos que tienen 37, con 10 años de experiencia. Me quedan 10 años competitivos para poder lograr mis metas, tengo que ser inteligente y pensar que no es la última.
¿Se imagina un Dakar sin Chile?
No me lo imagino. Es difícil que se haga sin el desierto de Atacama. En Argentina sólo hay caminos de autos donde no se corre el verdadero rally, creo que la esencia está aquí.
¿Le parece bien que Chile tenga que pagar para tener Dakar?
No me parece bien, no sé cuáles son los montos…
Un millón de dólares por día, más o menos.
(Abre grande los ojos) Creo que ahí habría que negociar de otra manera, sabiendo que la esencia está en Chile.
¿O repartir el dinero de otra manera?
O que se pague la mitad y la otra se use para ayudar a los pilotos, para proyectos, para sacar nuevas generaciones, más deportistas, para que puedan surgir y no les cueste tanto.