Los padres que fueron golpeados cuando eran pequeños presentan una tendencia menor a pegar a sus propios hijos que las madres que recibieron el mismo trato cuando eran menores, según un estudio llevado a cabo en Estados Unidos.

Investigadores de la Universidad de Ohio quisieron determinar si los hombres de la década de 1990 habían seguido el ejemplo de sus madres y hallaron que los padres de hoy en día demostraban mucho más afecto a sus hijos, leyéndoles más y pegándoles menos.

"Nos sorprendió que las madres parecen aprender mucho sobre el papel de madre de la suya, mientras que los padres no siguen tanto el ejemplo de su madre", dijo el investigador Jonathan Vespa en un comunicado.

ESTUDIO
El estudio, realizado con 1.133 padres jóvenes, cuyas madres participaron en un estudio de 15 años desde 1979, demostró que hay grandes diferencias generacionales con respecto a las prácticas de paternidad.

En general, ha habido un cambio generacional en el que la segunda generación de padres presenta una tendencia mucho menor a pegar que sus propios progenitores.

Las madres de la segunda generación golpeadas al menos una vez a la semana cuando eran pequeñas son mucho más propensas a pegar a sus hijos, mientras que las que no habían recibido tal trato no lo hacían.

Los padres que recibían golpes de niños no tienen la misma tendencia a hacerlo con sus hijos.

NUEVA GENERACION
El estudio determinó que sólo el 28% de la segunda generación de padres afirma que golpeaba a sus hijos, en contraste con el 43% de las madres.

"Recibir pequeños azotes de niños parece alejar a los padres de golpear a sus hijos", dijo Vespa.

"Las pruebas sugieren que las madres son las que marcan la disciplina en la familia más que los padres", añadió.

En general, la cantidad de afecto que los padres muestran a sus hijos ha aumentado considerablemente a lo largo de las diferentes generaciones.

El 60% de los padres y el 73% de las madres de la segunda generación mostraban afecto físico a sus hijos, mientras que tan sólo el 40% de sus progenitores les mostraron afecto semanalmente.

Leer a los niños también es una práctica que ha aumentado. Casi tres veces más madres en la segunda generación decía leer a sus hijos cada día, comparado con sus propios padres.