Con la desaparición del bloque comunista y la URSS en el suelo, en la década de los 90, Cuba empezó a vivir su período más negro, con cortes de energía, escasez de comida y la gente huyendo en balsas. "El '89 publiqué mi primera novela con el personaje del policía Mario Conde, pero después de eso ya no había ron, no había cigarrillos, no había teléfonos para avisar de un muerto, y así Conde no podía vivir. Así que lo fijé en 1989, aunque la evolución mental siguió en mí y en el personaje ", contó ayer el autor cubano Leonardo Padura en la charla Narrando Cuba, una de las más de 30 actividades de la sexta edición del Festival Puerto de Ideas, que culmina hoy en Valparaíso.
La isla fue el eje de la conversación, que moderó Patricio Fernández y que también tuvo al periodista estadounidense, y biógrafo del Che Guevara, Jon Lee Anderson.
"Durante los primeros cinco años de la crisis escribí como un loco para no volverme loco, pero mi decisión fue quedarme en Cuba. Yo quería narrar Cuba y sabía que no se podía desde afuera", dijo el autor de El hombre que amaba a los perros y uno de los pocos escritores de la generación del 80 que logró relieve internacional. Algo similar le sucedió a Anderson, quien llegó a inicios de los 90 a la isla para "darle carne al mítico personaje del Che Guevara" y terminó quedándose cinco años: "Llevaba dos años y aún no traspasaba la imagen del Che del afiche. En los momentos más débiles de la Revolución, la gente se aferraba a él como a un Dios", señaló. "Cuba es un sociedad oral, son cuentistas, todo el mundo tiene una historia. Entonces, si estoy tres meses fuera, ya siento que no sé nada", agregó el periodista.
Sobre el presente, Padura planteó que, tras "los narradores del desencanto", han aparecido autores como Wendy Guerra y Karla Suárez, que le han dado nueva vida a la literatura cubana. "Entró la temática religiosa, la gay, la prostitución, las drogas. Entre todos hemos tratado de recoger una realidad que no aparece en los periódicos", dice el escritor, aunque sin negar la censura: "Hay más producción, pero aún falta espacio para el debate".
El tema más candente, eso sí, fue la elección de Donald Trump y cómo afectará el restablecimiento de las relaciones con Cuba que inició Barack Obama en 2014. "Vemos los ocho años de Obama en el poder como unas vacaciones para la isla, para ahora volver a la pesadilla. Me siento incapaz de predecir lo que va a pasar y cómo lo vamos a enfrentar", dijo Padura. Anderson, en tanto, fue de plano pesimista: "Con la llegada de Trump, realmente me quería hacer un harakiri, y lo que ahora quiero es salir con los cañones cargados. El hombre que sucede a Obama es la definición de un arrogante a quien no le importa el otro. Creo que, una vez más, Cuba ocupará un lugar épico en la historia".