Una de las peores jornadas terroristas en años vivió ayer Pakistán por una ola de atentados que dejó al menos 126 muertos.

Los ataques, que golpearon a la occidental Quetta y la norteña de Mingora, están siendo investigados hoy por las autoridades locales. Se estima que los atentados tuvieron en gran parte como objetivo a grupos religiosos de distinto signo, lo que acentúa la impresión de que el sectarismo gana peso en un país donde la violencia es, no obstante, poliédrica.

Tres atentados mataron a 103 personas en Quetta, capital de la provincia suroccidental de Baluchistán.

El más cruento de ellos, reivindicado por el grupo integrista islámico suní Lashkar-e-Jhangvi, tuvo lugar en un salón de billares ubicado en el sótano de un edificio en la calle Alamdar, una zona con mucha población chiita, corriente minoritaria en Pakistán.

AUGE DE VIOLENCIA
En un contexto de creciente tensión en varios frentes (choques fronterizos con la India, aumento de los ataques con 'drones' y amenaza de una marcha integrista en Islamabad), los expertos alertan de un posible auge de la violencia terrorista en el país.

La fase más sangrienta de la historia moderna de Pakistán comenzó a partir de 2007, cuando varias facciones talibanes se agruparon bajo unas mismas siglas (TTP), y tuvieron su cénit en 2009, pero ese año el Ejército lanzó dos grandes operaciones contra la insurgencia.

Desde entonces la violencia -atentados y combates- ha descendido progresivamente a la mitad, según un informe del Instituto de Pakistán para Estudios de Paz (PIPS) publicado hace una semana, aunque un analista declaró que la tendencia parece cambiar.

El experto Mohamed Amir Rana, director del PIPS y responsable del informe, recalcó que la bajada de la violencia se mantuvo hasta noviembre, pero que los datos de diciembre de 2012 muestran una variación de la situación.

Entre las causas esgrimidas por Amir Rana para ese aumento de la actividad terrorista se encuentran la menor presión ejercida sobre la insurgencia por el aparato de seguridad local y la reducción de ataques con drones de EEUU a los talibanes de las zonas tribales.

El experto alertó de que la proximidad de las elecciones generales en Pakistán, previstas para la próxima primavera, puede también ser un acicate para el incremento de acciones terroristas destinadas a influir en la opinión pública y los partidos políticos.

El estudio del PIPS también refleja que la zona más golpeada por el terrorismo el año pasado fue la provincia occidental de Baluchistán (474 ataques y 631 muertos), en parte por el aumento de la violencia sectaria contra los chiitas, muy centrada en esa región.