En la meta femenina del Ironman 70.3 de Pucón, en enero, la llegada triunfal de Bárbara Riveros no fue la única gran postal de esa tradicional competencia de triatlón. Después de ella cruzó la meta Pamela Tastets y no llamó la atención solamente por las lágrimas en su rostro y el abrazo a su hijo Max y su marido, el también triatleta Felipe van de Wyngard. También destacó su presencia porque es una de las principales exponentes chilenas y este año lo evidenció, pues concluyó cuarta en su primera experiencia en la cita puconina.
Tastets comenzó en la natación en 1994, pero en 2008 se inició en la disciplina donde es una de las grandes figuras. De hecho, no sólo fue la mejor chilena en el Ironman de Barcelona de 2016, tras años sin una chilena en una edición de esa serie de carreras. Fue su primer Ironman de distancia completa y en él fue una de las mejores del mundo, tras concluir cuarta (y a ocho minutos del podio) un certamen dos veces más largo que el 70.3 de Pucón. O sea, de colosales 3,8 kilómetros de natación, 180k de bicicleta y 42,2k de pedestrismo.
No fue ninguna casualidad su elección como presidenta de la Comisión de Deportistas de la Federación Chilena de Triatlón (Fechitri) y, por lo tanto, como una voz clave de los triatletas nacionales. Su hijo ya tiene tres años y disfruta de lo que hacen sus padres, las recurrentes lesiones que hace unos años atacaron a su carrera son un capítulo superado y, este año, Pamela Tastets mostró con especial fuerza que está para grandes cosas en su deporte.