Aunque vive junto a su esposa e hijo en EEUU desde 2011, esta será la primera vez que Paolo Bortolameolli no viajará a Chile a pasar las fiestas de fin de año. "Opté por privilegiar los tiempos de estudio", dice al teléfono desde Boston, donde vive y se la ha pasado los últimos días releyendo partituras que ya conocía y dominaba desde cuando estudiaba piano en Santiago y aún no se decidía a dar el salto mortal para ponerse a la cabeza de una orquesta. Desde Mahler y Tchaikovsky, hasta Stravinsky y Shostakovich, el director chileno de 35 años ha intentado hallar en esas mismas composiciones lo que nunca antes se había manifestado.
"Hoy me siento muy distinto al que era en Chile, y tiene que ver netamente con el trabajo que he desempeñado aquí este último año. Es como si mis horas de vuelo hubiesen aumentado exponencialmente", afirma Bortolameolli, quien en septiembre pasado asumió por 12 meses -con posibilidad de renovación- como director asistente de la Filarmónica de Los Angeles, encabezada por el director y compositor venezolano Gustavo Dudamel (1981), y hoy considerada la más importante del país, entre otros, según The New York Times.
"Las semanas que más tengo que estar en Los Angeles son las que él está aquí, apoyándolo, así que nos toca trabajar codo a codo", cuenta. "La verdad es que no podría imaginarme en otro lugar mejor en este momento de mi vida, y sobre todo por cómo sincroniza con mi propia visión, porque mi carrera la veo desde un punto de vista más amplio: además de lo artístico me interesa muchísimo lo educativo, acercarme a las nuevas audiencias y dar conferencias, así como buscar repertorios interesantes para el público. Sigo creyendo que fue una alineación de astros la que me hizo aterrizar aquí, y estoy aprovechando de aprender lo que más pueda, y casi que por osmosis", agrega.
El apoyo de Gustavo Dudamel, quien lo nombró a dedo para desempeñar el cargo, ha sido fundamental para hacer frente a la orquesta de 90 músicos del Walt Disney Concert Hall, añade.
"El es un verdadero referente universal en cuanto al peso que ha tenido estos últimos años y por el interés que ha mostrado por otros directores más jóvenes y sus propuestas", opina.
"Gustavo comenzó dirigiendo muy joven y estuvo delante de grandes y jóvenes orquestas cuando tenía solo 20 años. Hizo todo el repertorio que uno pudiese imaginar o pretender dominar a su edad, entonces él lleva en su cuerpo una experiencia que para mí es una definición muy literal de lo que es un maestro. Y uno no espera de su parte la frase precisa en la que pueda resumir toda la sabiduría ni desde la teoría siquiera, sino que él habla desde su vivencia. Por eso recuerda a sus grandes maestros con cariño, a Claudio Abbado, a quien se refiere como Claudio, lo mismo con Simon (Rattle) o Daniel (Barenboim). Creo también que por ser latinoamericanos los dos, compartimos algo más que el amor por la música: tenemos una visión común de lo que implica liderar un grupo humano", opina.
Debutante en Latinoamérica
El nuevo año laboral de Paolo Bortolameolli arrancará a las pocas horas de iniciado 2018. El 2 de enero vendrá a Santiago para supervisar los primeros ensayos junto a la compañía chilena Teatro Cinema, que en abril estrenará en Los Angeles una puesta en escena de La canción de la Tierra (1908), la sinfonía del austríaco Gustav Mahler, siempre bajo la batuta de Dudamel a cargo de la Phil LA. "Fue una bella coincidencia, porque antes de mi llegada aquí ya habían visto una gira de Historia de amor y les había fascinado su propuesta artística. Cuando me enteré de esto, me ofrecí para ser parte del proyecto y todos estuvieron de acuerdo", dice.
En marzo, el director chileno retornará a EEUU para dirigir un concierto de la Symphony for Youth con una obra del finlandés Esa-Pekka Salonen, además de asistir la puesta en escena de la Misa de Leonard Bernstein (1918-1990), que debutará en agosto en Los Angeles parar conmemorar su centenario. "Lo que me tiene más entusiasmado son los debut que tendré en Latinoamérica", cuenta Bortolameolli, quien en junio conducirá por primera vez a la Orquesta del SODRE de Uruguay, con un programa que incluye obras de Mozart y Beethoven. Por esos días se trasladará también hasta Colombia para dirigir a la Orquesta Joven del mismo país. El repertorio contempla la Sinfonía fantástica de Héctor Berlioz. En tanto en México se presentará con la Orquesta Filarmónica de la Radio Mexicana en mayo, y en julio con la Orquesta Sinfónica de Minería.
"También debutaré en septiembre con la Filarmónica de Buenos Aires, con un programa especial dedicado a las primeras sinfonías de grandes compositores. Yo abordaré la Sinfonía N°1 de Sibelius", cuenta. Meses más tarde, en tanto, el 17 de noviembre, llegará a Mendoza para dirigir a la Orquesta de la Universidad de Cuyo con la 7° Sinfonía de Dvorak, "mi favorita", reconoce.
Agenda en Chile
También habrá idas y venidas al país. "En Chile estaré abriendo la temporada de conciertos de la U. de La Serena el 23 de marzo, con un programa que incluye La trama sagrada de Sergio Berchenko, las Variaciones rococó de Tchaikovsky y la Sinfonía Italiana de Mendelssohn", adelanta. En julio, en tanto, volverá a trabajar con la orquesta Solístico de Santiago, con la que estrenó este año Sinfonías de Cámara, de Schönberg, y por la que fue reconocido por el Círculo de Críticos de Arte. "Haremos un concierto de mediodía en el Teatro Municipal con un programa dedicado a la muerte y la posguerra, con Historia del soldado de Stravinsky y la Sinfonía N°14 de Shostakovich", agrega. Junto a la Orquesta Nacional Juvenil estrenará además, en agosto, la Sinfonía N°1 de Mahler en CorpArtes y el Teatro Municipal, y ya en noviembre se reencontrará con la Orquesta Nacional Juvenil de Concepción.
No habrá respiro, dice. "Creo que uno nunca está listo para asumir del todo una partitura, y lo digo como director joven pero también te lo podría decir Bernard Haitink a sus 80 y tantos años: él dice que cada vez que abre una sinfonía de Beethoven no sabe qué hacer con ella, y puede ser cliché, pero es absolutamente creíble", opina. "Soy de la idea de que hay que hacer todo lo antes posible, tomar riesgos, y equivocarse una y otra vez hasta que suene como uno quiere. Quién sabe cuándo, pero en algún momento todo hará sentido".