Antes de partir hoy a Puerto Maldonado, la primera etapa de sus intensos tres días en Perú, el Papa se asomó al balcón de la Nunciatura en Lima y dio un breve saludo fuera de programa. Lo había hecho la tarde anterior, al arribar a la capital peruana, cuando desde el ingreso de la sede diplomática vaticana agradeció el masivo recibimiento.
Miles de peruanos salieron a las calles ese día para intentar ver el paso del Papa. Una situación que para la prensa que acompaña al Pontífice volvió a revivir la comparación con el escaso entusiasmo que se vio en Chile, donde excepto en su último día, cuando salió a encontrar a la prensa apostada en las afueras de la nunciatura en Santiago, en la calle Sotero Sáenz, no hubo saludos improvisados. Luego, en Iquique también sorprendió cuando dejó clara su posición sobre el obispo Juan Barros, cuya presencia en los actos generó críticas de algunos sectores.
En Perú el ambiente ha sido otro. En Puerto Maldonado miles de personas se volcaron a las calles a recibir al Papa bajo una intensa humedad y cerca de 30 grados. Otros se congregaron en el coliseo regional donde pronunció su primer discurso, al que también asistió el Presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski.
Si en Chile su prioridad fue abordar la situación de los abusos y la compleja situación que vive la Iglesia -como quedó de manifiesto en los primeros discursos en Santiago- en Perú el tema es otro y uno "más grato" para el Papa: la defensa del medio ambiente. Algo que dejó claro al decir "quise empezar por aquí".
Su encíclica Laudato sí hace un fuerte llamado a proteger el planeta, "nuestra casa común" y hoy llegó al epicentro de la defensa medioambiental: el amazonas. Incluso al comienzo de la ceremonia regaló una copia de ese documento en seis lenguas distintas de la región selvática peruana.
En el Coliseo regional habían representantes de los más de 70 pueblos originarios que pueblan el amazonas peruano, los que ofrecieron bailes típicos al Papa, a quienes saludó especialmente. "Veo que han venido diferentes pueblos de la Amazonía: Harakbut, Esse-ejas, Matsiguenkas, Yines, Shipibos, Asháninka…", fue nombrando el Papa hasta superar la veintena.
Algunas comunidades se han enfrentado a proyectos de inversión en la zona, como sucedió con los Asháninkas que lograron frenar la construcción de una represa en el departamento de Junín que construía una empresa brasileña, o en áreas donde la plantación de palmitos y cacao ha ido de la mano de la deforestación. "Probablemente nunca los pueblos amazónicos hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora", dijo el Papa.
"El Amazonas es tierra disputada desde varios frentes: por una parte, el neo-extractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que dirigen su avidez sobre petróleo, gas, madera oro, monocultivos agroindustriales", dijo. Sin embargo, luego condenó también lo que calificó de "perversión (…) de ciertas políticas de 'conservación' de la naturaleza, porque en algunos casos "movimientos acaparan grandes extensiones", lo que hace, según el Papa, que "los recursos naturales que hay en ellos se vuelven inaccesibles".
Más adelante, Francisco también hizo una defensa de la vida, denunciando "la trata de personas, la mano de obra esclava y el abuso sexual". Además, denunció a las organizaciones internacionales que promueven el control de natalidad.
Luego, insistió: "No se puede naturalizar la violencia hacia las mujeres", para finalmente advertir que "los falsos dioses, los ídolos de la avaricia, del dinero, del poder lo corrompen todo, corrompen las personas y las instituciones". Un mensaje claro contra la corrupción que luego abordó en su encuentro en el Palacio Pizarro con los autoridades civiles peruanas. Francisco visitó posteriormente un hogar de niños huérfanos o abandonados del Amazonas y almorzó con representantes locales antes de iniciar su regreso a Lima, pasadas las 14:30.