El papa Francisco beatificará mañana durante una misa en la plaza de San Pedro a Pablo VI (1897-1978), pontífice en cierto modo olvidado pese a los profundos cambios que realizó en la Iglesia católica al acabar y defender el Concilio Vaticano II e instaurar el Sínodo de los obispos.
Es por ello que Francisco eligió la misa de mañana para beatificar a Pablo VI, ya que también se tratará de la ceremonia para clausurar el Sínodo extraordinario sobre la familia que se ha celebrado en estos días.
A la ceremonia también asistirá el papa emérito Benedicto XVI, quien durante su pontificado destacó como "con el pasar del tiempo, se aprecia cada vez más la grandeza que demostró" Pablo VI.
También Francisco durante uno de sus discursos elogió cómo el papa Giovanni Battista Montini "vivió todo el sufrimiento de la Iglesia después del Vaticano II: las luces, las esperanzas, las tensiones".
Y es que el gran desafío del que fuera arzobispo de Milán fue el de llevar acabo el proyecto de Juan XXIII del Concilio Vaticano II, una tarea muy difícil que corrió el riesgo de fracasar en varias ocasiones por las grandes novedades que contenía para la Iglesia.
El diario del Vaticano, L'Osservatore Romano, subrayó cómo Pablo VI "guió" el Concilio Vaticano II y se preocupó de orientar a la Iglesia hacia los nuevos tiempos que se vivían.
Su pontificado se caracterizó por los cambios, pero también por fomentar el diálogo, y el 15 de septiembre de 1965 instituyó, con el "Motu proprio" llamado "Apostolica sollicitudo", el Sínodo de obispos para ayudar al pontífice a realizar su tarea de gobierno en la Iglesia universal.
La necesidad de confrontarse fue uno de sus pensamientos fijos y los aplicó también al propugnar la reconciliación entre las diferentes Iglesias.
Y prueba de ello fue el histórico gesto del que se cumplen 50 años cuando se encontró y se abrazó con el entonces patriarca Atenagoras, abriendo un camino de reconciliación entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa, después de más de 500 años del Cisma de Oriente.
También, el 14 de septiembre de 1975 al recibir en la Capilla Sixtina al ortodoxo Melitón de Calcedonia, a quien abrazó y besó los pies en otro de los gestos sin precedentes para la Iglesia.
Pablo VI fue, con su viaje a Tierra Santa, el primer pontífice que sintió la necesidad de viajar fuera de Italia y visitó además Colombia, Turquía, Uganda, y también acudió a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.
A él se debe la "Humanae Vitae", quizá una de las más recordadas e importantes y que sigue siendo objeto de debate como se ha visto en el último Sínodo de la familia, cuando los obispos han apelado a la encíclica publicada el 25 de julio de 1968 para reiterar algunas de sus posiciones.
La "Humanae Vitae" incluía la postura de la Iglesia Católica hacia el aborto, pero también el control de la natalidad y los métodos anticonceptivos, explicando que sólo no eran pecado aquellos considerados 'naturales' y otras medidas que se relacionan con la vida sexual.
El milagro atribuido a la intercesión de Pablo VI, y que le permitirá ser beatificado, es la curación de un feto en los primeros años 90 del pasado siglo en California, después de que se diagnosticase que tenía graves problemas cerebrales, pero la madre se negó a abortar y el niño nació sin problemas.
Al papa Montini se le deben otros gestos como el de besar la tierra que visitaba o la renuncia y la venta de la tiara pontificia, la corona cubierta de piedras preciosas, en el intento dar ejemplo de mayor austeridad en el Vaticano.
Otros aspectos olvidados del largo pontificado de Pablo VI, quizá por su carácter tímido y reservado, fue la introducción por primera vez de una mujer laica en un dicasterio de la Curia, el gobierno de la Iglesia católica.
Y también se debe a su pontificado el límite de edad de 80 años para que los cardenales participen en el Cónclave para elegir a un papa.