El papa Francisco criticó hoy a los hipócritas y llamó al amor, en la misa en la Casa de Santa Marta, recordando que Juana de Arco terminó en la hoguera y hoy es santa.
La historia de la Iglesia está repleta de "hipocresías e infidelidades", agregó Francisco, subrayando que "también esto ocurrió en la historia de la Iglesia".
"Piensen en la pobre Juana de Arco: hoy es santa. Pobrecita: estos doctores la quemaron viva, porque decían que era hereje, acusada de herejía. Pero eran los doctores, los que conocían la doctrina segura, estos fariseos: alejados del amor de Dios", observó Francisco.
"Cerca de nosotros, piensen en el beato Rosmini: todos sus libros en el Índice. No se podían leer, era pecado leerlos. Hoy es beato. En la historia de Dios con su pueblo, el Señor mandaba a los profetas para decirle a su pueblo que lo amaba. En la Iglesia, el Señor manda a los santos. Son los santos los que llevan adelante la vida de la Iglesia. No son los poderosos, no son los hipócritas".
Al inicio, reflexionó el pontífice, "fueron los profetas, luego les tocó a los santos. Con ellos, Dios construyó en el tiempo la historia de su relación con los hombres. Y sin embargo, a pesar de que estos elegidos eran excelentes -a pesar de sus enseñanzas y obras- la historia de la salvación es accidentada, pavimentada con tantas hipocresías e infidelidades".
Un cristiano no tiene caminos de compromiso: si no se deja tocar por la misericordia de Dios y a su vez amar al prójimo, como hacen los santos, acaba siendo un hipócrita, que arruina y desparrama, en lugar de hacer el bien.
Francisco hizo un análisis bastante amplio, a partir de Abel y luego de los profetas, en particular Jeremías.
En la voz de Jeremías, con la lectura del día, está la voz de Dios mismo, que constata con amargura cómo el pueblo elegido, aun habiendo recibido muchos beneficios, no lo ha escuchado.
Tras hacer hincapié en que "Dios dio todo", el Papa recordó que como respuesta había recibido "sólo cosas feas": "La fidelidad desapareció, no son un pueblo fiel".
"Esta es la historia de Dios. Parece que aquí Dios estuviera llorando. Te amé tanto, te di tanto, ¨¿y tú? Todo contra mí. También Jesús lloró, mirando Jerusalén. Porque en el corazón de Jesús estaba toda esta historia, en la que la fidelidad había desaparecido", explicó Francisco.