En el quinto día de su visita a Brasil, el Papa Francisco pidió a cientos de miles de jóvenes católicos reunidos en la playa de Copacabana conservar la fe, pese a las incoherencias de algunos sacerdotes. "Jesús se une a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven egoísmo y corrupción, o que han perdido su fe en la Iglesia, e incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio", dijo el Pontífice en un discurso tras presidir el Vía Crucis celebrado en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). "¡Cuánto hacen sufrir a Jesús nuestras incoherencias!", exclamó el Papa.

Horas antes, en el rezo del Angelus Domini, pronunciado desde el balcón del Palacio de San Joaquín, sede del Arzobispado, habló del respeto, el amor y la inclusión de los ancianos. "Hoy es la fiesta de los Santos Joaquín y Ana, los abuelos de Jesús. ¡Cuán importantes son los abuelos en nuestra sociedad!". Y citó el documento de Aparecida de 2007, como viene haciendo desde hace meses: "Los niños y los ancianos constituyen el futuro de los pueblos. Los niños, porque llevarán adelante la historia; los ancianos, porque transmiten la experiencia y la sabiduría de su vida. Este diálogo entre generaciones es un tesoro por preservar", exclamó con una sonrisa cómplice a la marea de jóvenes que lo escuchaba.

Poco antes, el Pontífice había cumplido con otra de sus ideas persistentes: abrazar a los presos. "Su Santidad se reunió con ocho reclusos, menores de edad, de distintas cárceles de Río", explicó el vocero del Vaticano, Federico Lombardi. "Se sentaron en círculo alrededor suyo, visiblemente emocionados. Aunque me pareció que el encuentro fue conmovedor también para el Santo Padre. Uno a la vez se sentaron a su lado y le contaron su experiencia en voz baja, piano piano", comentó Lombardi. Bergoglio no dio un discurso, pero "sí le escuché frases de ánimo: 'Mira al futuro'. 'No dejes de confiar'. 'Reza por mí', por ejemplo", siguió contando el portavoz en una rueda de prensa. Todos tenían la camiseta de la Jornada Mundial de la Juventud, porque "eran unos peregrinos más".

Tras sus compromisos en la sede del Arzobispado, Francisco volvió a Sumaré, su residencia estos días. Allí tenía otra cita con jóvenes hombres y mujeres: la comida con 12 de los miles de voluntarios, llegados de todos los continentes para echar una mano en la organización. Todas estas reuniones se desarrollaron en privado, lejos de los focos y de las cámaras. "Ya sabemos que al Santo Padre le gusta mantener algunos momentos íntimos", señaló Lombardi.

De igual forma se le ve muy cómodo también en los actos masivos. Casi fiestas colectivas. La jornada de ayer se volvió a apagar para Jorge Mario Bergoglio encima de un escenario. El palco montado en un extremo de la playa más famosa de Brasil, Copacabana. La que suele ser teatro de partidos de vóleibol, de bronceados y bikinis y de carnaval, ayer se convirtió en la playa de los peregrinos. Entre cantos y coreografías, el Vía Crucis recordó las 14 etapas de la Pasión de Cristo, a lo largo de la orilla del océano. El Papa siguió las lecturas sentado en el escenario, iluminado por rayos de luz azul y roja, y sacudido por las canciones.