El Papa Francisco invistió este sábado a nuevos cardenales católicos, que se integrarán al grupo que elegirá a su sucesor y a quienes dijo que sus altos cargos son un llamado a ser humildes y trabajar por la justicia.

Francisco consagró a 20 religiosos, muchos de ellos de países en desarrollo, en la Basílica de San Pedro. A la ceremonia asistió el Papa emérito Benedicto XVI, en su quinta aparición pública en un evento de la iglesia desde que renunció en 2013.

En su homilía, Francisco dijo que ser un cardenal no es "algo accesorio o decorativo, como una condecoración" y les advirtió de la tendencia "a la envidia y al orgullo".

"Tampoco las dignidades eclesiásticas están inmunes a esta tentación", añadió.

Los cardenales son los asistentes del Papa de más alto rango en Roma y en el mundo. Aquellos que tengan menos de 80 años podrán entrar al cónclave secreto en el que se elegirá al nuevo pontífice una vez que Francisco muera o renuncie.

Los nuevos cardenales electores hispanoamericanos son monseñor Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia, México; monseñor Daniel Fernando Sturla Berhouet, arzobispo de Montevideo, Uruguay; monseñor José Luis Lacunza Maestrojuan, obispo de David, Panamá y monseñor Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid, España.

Desde su elección, Francisco ha criticado frecuentemente el arribismo y los privilegios de los clérigos, estableciendo un ejemplo al vivir en una casa de huéspedes en lugar de los grandes apartamentos papales que usaron sus predecesores.

Quince de quienes recibieron el solideo rojo tienen menos de 80 años, lo que lleva el número de cardenales electores a 125. Cinco hombres mayores fueron honrados por su servicio a la iglesia, entre ellos Jesús Pimiento Rodríguez, arzobispo emérito de Manizales en Colombia y Luis Héctor Villalba, arzobispo emérito de Tucumán.

Los nuevos electores, cuyos nombres se anunciaron el mes pasado vienen de Italia, Francia, Portugal, Etiopía, Nueva Zelanda, Vietnam, México, Myanmar, Tailandia, Uruguay, España, Panamá, Cabo Verde y Tonga.

Entre ellos, el cardenal Alberto Suárez de Morelia ha trabajado en una región castigada por la violencia de los carteles de las drogas y Francesco Montenegro de Sicilia ha estado al frente de los esfuerzos para ayudar a los inmigrantes que cruzan desde el norte de África a la isla de Lampedusa.

"El que está llamado al servicio de gobierno en la Iglesia debe tener un fuerte sentido de la justicia, de modo que no acepte ninguna injusticia", les dijo Francisco a los cardenales.