Decenas de miles de personas se agolparon el jueves en las calles de la capital de Filipinas, Manila, para dar la bienvenida al Papa Francisco en su primera visita a la nación asiática con mayor población católica, en medio de una de las operaciones de seguridad más intensas en la historia del país.

Otros pontífices que han visitado Filipinas en el pasado fueron blancos de intentos de asesinato, lo que llevó al despliegue de casi 50.000 soldados y policías en la capital y la provincia central de Leyte para la estadía papal de este fin de semana.

El miércoles, el presidente Benigno Aquino inspeccionó personalmente las rutas de la caravana y los sectores públicos, que fueron rodeados con barreras de concreto blanco y negro y cubiertos con gruesos alambres para controlar a la multitud.

El secretario del Interior Manuel Roxas dijo que Aquino estaba dispuesto a acompañar a Francisco en calidad de "guardaespaldas personal" a fin de garantizar su seguridad.

En un discurso televisado el lunes, Aquino pidió a los filipinos que acataran las normas de seguridad, después de que dos personas murieron en una estampida durante una procesión religiosa el viernes.

Consultado sobre si estaba nervioso antes de la llegada del Papa, el portavoz de la Policía Nacional de Filipinas, Wilben Mayor, dijo: "Por un tiempo, sí. Este es un gran desafío para la policía".

En 1970, un artista boliviano disfrazado de sacerdote intentó apuñalar al Papa Pablo VI cuando llegó al aeropuerto de Manila.

En 1995, un grupo de militantes islamistas conspiró para asesinar al Papa Juan Pablo II en Manila, un plan que fue desbaratado por la policía tras un incendio accidental en el departamento de uno de los extremistas.

Habrá francotiradores ubicados en puntos clave de Manila y Tacloban durante la visita de Francisco, y los sitios que visitará el pontífice serán vigilados por perros entrenados.

Las campanas de las iglesias en Filipinas empezaron a sonar cuando el avión del Papa aterrizó en el aeropuerto internacional de Manila, mientras una multitud empezaba a congregarse en el terminal y en las calles, aplaudiendo y saludando cuando Francisco bajó de la aeronave.

El pontífice de 78 años buscará llevar un mensaje de compasión a millones de Filipinos pobres que sufren los efectos de la corrupción y campañas de la insurgencia que se extienden por décadas, además de los problemas que sufren las familias de los entre 10 y 12 millones de ciudadanos del país que migraron al exterior en busca de trabajo.