El papa Francisco recordó hoy ante las 20 parejas que casó, las primeras de su pontificado, que el matrimonio no es "una ficción" sino que pertenece a la "vida real" por lo que tendrán que afrontar "con reciprocidad" las diversas circunstancias con las que se topen en su camino.
La de hoy fue la primera ocasión en la que Francisco oficia un matrimonio, una idea que comenzó a fraguarse a finales del mes de abril, cuando él mismo comunicó a su diócesis su deseo de celebrar este rito.
Bergoglio unió en matrimonio a cuarenta personas provenientes de la periferia de Roma en una emotiva ceremonia en la basílica de San Pedro del Vaticano. Algunas de las parejas ya vivían juntas e incluso con hijos, situaciones que van contra las enseñanzas tradicionales de la Iglesia católica.
"Los elegidos para ser casados el domingo son parejas como muchas otras", comunicó esta semana la diócesis de Roma, que seleccionó a los novios que participarían en la ceremonia en la Basílica de San Pedro.
Durante el acto, el pontífice pronunció su homilía en la que animó a las parejas a no rendirse ante las adversidades que encontrarán en su nuevo recorrido en común.
Y es que, según subrayó, en el matrimonio hay momentos de felicidad pero también de "dificultad" e incluso "conflictivos", síntomas estos de que pertenece a "la vida real, no a la ficción".
Ante tales circunstancias, el papa repitió el consejo que dio durante un encuentro con los jóvenes en Asís (centro) el pasado abril: "no acabar nunca la jornada sin hacer las paces".
La voluntad de presidir un enlace matrimonial público y colectivo muestra la importancia que tiene la familia para el papa argentino.
Ante los prometidos, el papa encomió la "incalculable fuerza" y "la carga de humanidad" que contiene una familia, el "primer lugar en el que nos formamos como personas y que, al mismo tiempo, ejerce de 'ladrillo' en la construcción de la sociedad".
Este gesto cobra mayor relevancia al celebrarse a menos de un mes del Sínodo de obispos sobre la Familia, que comenzará el próximo 5 de octubre y en el que la Iglesia estudiará la situación de estas "células sociales", además de debatir temas a menudo controvertidos como el divorcio o el matrimonio homosexual.
Al término de la ceremonia, los recién casados obsequiaron al papa con una ludoteca y un centro de integración juvenil que se situarán en el barrio capitolino de Colli Aniene, acogiendo su predicado precepto de "acudir a las periferias geográficas y existenciales".
Así lo afirmó en un comunicado Caritas, la encargada de gestionar estos espacios y que señaló que el objetivo de este "regalo" es el de promover un "espacio de encuentro para los menores y las familias" que pueda "ayudar a los padres en la labor educativa".
Uno de los nuevos matrimonios es el conformado por Gabriella y Guido, de 56 y 49 años, que además estuvieron acompañados por la hija de la primera.
Gabriella ha sido madre soltera y Guido contrajo matrimonio en el pasado pero fue declarado nulo por el tribunal eclesiástico de la Santa Rota, circunstancias estas por las que en un principio aceptaron con pudor la invitación a ser casados por el papa, según han explicado al diario La Repubblica.
El Vaticano considera pecado las relaciones sexuales fuera del matrimonio, pero Francisco afirma que el perdón debe primar en la Iglesia.
"No creíamos representar a la pareja católica presente en el imaginario colectivo pero la Iglesia de Francisco nos ha acogido", señalaron.
Otra de las parejas es la de Flaviano y Giulia, de 28 y 25 años, quienes al ser seleccionados por su diócesis, decidieron aceptar pero renunciando al banquete nupcial por el elevado coste del mismo ya que ella trabaja en un restaurante de comida rápida y él acaba de perder su empleo.
Una historia resuelta gracias a la colaboración del resto de miembros de su comunidad, que según la prensa italiana recogieron fondos para organizar una fiesta a los recién casados.
La monumental basílica de San Pedro, centro del mundo católico, presentó este domingo una imagen inusual, al ser engalanada para la celebración de dichos enlaces.
Es bastante extraordinario que un papa celebre bodas públicas. Juan Pablo II lo hizo dos veces, en 1994 y 2000, mientras que Benedicto XVI nunca ofició este sacramento durante su pontificado.