Tal como ocurrió con Juan Pablo II hace más de 34 años, el Papa Francisco pisará mañana un país latinoamericano en su primera visita pastoral. Y así como la visita de Juan Pablo II a México en 1979 estuvo rodeada de una enorme expectativa, la llegada del Pontífice a la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro tiene en vilo al mundo católico. Los organizadores de la jornada esperan que unos dos millones de jóvenes lleguen a la ciudad brasileña para ver de cerca al primer Papa latinoamericano, quien ha provocado un enorme revuelo por su estilo humilde y de extrema cercanía con la gente.
El Pontífice ofrecerá una masiva misa en Copacabana, la más popular de las playas de la ciudad, subirá cerros para visitar una favela, conversará con jóvenes presos y visitará a drogadictos rehabilitados, entre otras cosas. Para estas actividades habrá un contingente de más de 14 mil uniformados, que velará por la seguridad del Papa y de los eventos, pese a que el Vaticano ha insistido en que el Pontífice quiere viajar en un auto sin protección y tener los menores obstáculos posibles para tener contacto con la gente.
"El Papa no viene como turista, viene como pastor", dijo el cardenal brasileño Raymundo Damasceno, arzobispo del Santuario de Nuestra Señora de Aparecida.
No es casualidad, en todo caso, que el primer viaje del Papa Francisco sea a Brasil. De acuerdo con los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (Ibge), en 2010 había 123,3 millones de brasileños que se declaraban católicos, lo que supone un 64,6% de la población. Así, Brasil es el país con más católicos del mundo. Sin embargo, el arribo del Pontífice se produce en un momento complicado para la Iglesia brasileña. En las últimas décadas, los obispos han visto caer el porcentaje de fieles, mientras los evangélicos, además de ganar adeptos, han conquistado un importante peso religioso y político.
Hace una década, el porcentaje de católicos en Brasil llegaba a 73,6% y en 1970 era de 91,8%, según consigna Reuters. Las cifras del último censo muestran que las mayores caídas del catolicismo se produjeron entre los brasileños con edades de 15 a 29 años y entre la población de las ciudades. En las zonas rurales, un 78% se declara católico, mientras que en las áreas urbanas, un 62%.
Los evangélicos, en tanto, han crecido apoyados por su diestro manejo de la televisión, la radio y las redes sociales, además de una extensa red de templos. Según datos del Ibge, los fieles de los cultos evangélicos -que son más jóvenes y urbanos- pasaron de 5,2% en 1970, a 15,4% en 2000 (26,2 millones) y a 22,2% en 2010 o 42,3 millones de personas. Un informe de 2006 del instituto norteamericano Pew reveló que un 45% de los neopentecostales brasileños eran ex católicos.
Y el avance de los evangélicos también se expresa en la arena política. En la Cámara de Diputados existe el llamado Frente Parlamentario Evangélico, un grupo suprapartidario creado por fieles de esa religión, que cuenta con 77 de los 513 miembros de la asamblea.
"Tal vez nos conformamos y nos dormimos un poco, pero puede ser que este avance 'neopentecostal' sirva para reaccionar y despertar a nuestra verdadera misión", declaró el arzobispo Ray-mundo Damasceno Assis. "El Papa no viene a hacer proselitismo a Brasil contra otros grupos religiosos", pero su intención es defender ante los jóvenes "el aspecto social de la Iglesia", coincidió Iván Esperança Rocha, historiador y experto en religiones de la Universidad de Sao Paulo.
Según Pedro Ribeiro de Oliveira, profesor de Ciencias de la Religión de la U. Católica de Minas Gerais, el catolicismo puede aumentar sus fieles en Brasil si el Papa Francisco "consigue activar a los grupos de base de la Iglesia, la pastoral social, la pastoral de la juventud".