El papa Francisco terminó hoy su visita de una semana a Brasil y partió desde Río de Janeiro con destino a Roma, tras haber celebrado la misa final de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) ante algo más de tres millones de personas.
El pontífice argentino concluyó así el primer viaje internacional de su papado, que inició el pasado marzo tras la renuncia de su antecesor, el ahora papa emérito Benedicto XVI.
Francisco abordó un avión de compañía Alitalia, un Airbus A330, a las 19.35 hora local (22.35 GMT) después de una ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional Antonio Carlos Jobim, de Río de Janeiro, en la que dijo sentirse ya con nostalgia de Brasil.
"En breves instantes dejaré su patria para regresar a Roma. Marcho con el alma llena de recuerdos felices... En este momento comienzo a sentir un inicio de saudade. Ya estoy con nostalgia de Brasil, hasta luego", afirmó el pontífice.
Le despidieron el vicepresidente de Brasil, Michel Temer, el ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Patriota, y otras autoridades del país, mientras que la presidenta, Dilma Rousseff, asistió hoy a la eucaristía que él celebró en la playa Copacabana.
Durante la visita a Brasil, Francisco visitó el Santuario Nacional de Aparecida, donde ofició una misa ante unas 200.000 personas y prometió que volverá en 2017, cuando se cumple el 300 aniversario de la aparición de la Virgen patrona de Brasil.
Esa fue su única salida de Río de Janeiro, donde encabezó los actos principales de la JMJ.
El jueves, viernes, sábado y domingo reunió multitudes en celebraciones religiosas en Copacabana, que culminaron con la misa de hoy ante algo más de tres millones de personas que llenaron los 4 kilómetros de esa playa.
El papa también visitó la favela de Varginha, se reunió con cinco muchachos que cumplen prisión y visitó a jóvenes que se recuperan de su adicción a las drogas o el alcohol en el hospital San Francisco de Asís de la Providencia.
Hoy, el papa Francisco pidió en la misa a los jóvenes que lleven el Evangelio "para arrancar el mal y la violencia", demoler "las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio" y construir "un mundo nuevo".
Posteriormente, instó a los obispos latinoamericanos a que "amen la pobreza" y no se comporten como "príncipes".
El papa se manifestó así en un encuentro con el comité de coordinación del Consejo Episcopal Latinoamericao (CELAM), formado por 45 obispos de América Latina.