En la última misa celebrada durante sus poco más de tres días que ha estado en Chile, el Papa llamó a estar atento "a todas las situaciones de injusticias y a las nuevas formas de explotación que exponen a tantos hermanos a perder la alegría de la fiesta". La ceremonia que fue denominada "por la integración de los pueblos" estuvo teñida de religiosidad popular. Diversos grupos, incluidos representantes de la fiesta de La Tirana, mostraron sus bailes al Papa. Una situación que Francisco celebró en su homilía. "¡Cómo saben ustedes de esto, queridos hermanos del norte chileno! ¡Cómo saben vivir la fe y la vida en clima de fiesta", dijo el Pontífice.
El Papa llegó a Iquique pasado las 10.40 de la mañana, con algunos minutos de retraso al itinerario oficial, y de inmediato se trasladó a la Playa Lobito, ubicada a 18 kilómetros al norte del aeropuerto. Durante el recorrido, como ha sido la tónica en parte de esta visita, se veía poca gente al borde de la ruta para saludar al pontífice que se trasladó en el habitual Hyundai azul que usa para desplazarse, cuando no viaja en el Papamóvil. Al llegar a la Playa Lobito, poco antes de las 11.00 se subió al vehículo descubierto y recorrió el lugar que estaba sólo parcialmente lleno. Los organizadores esperaban más de 200 mil personas, pero cálculos extraoficiales cifraban la cantidad presentes en poco más de 80 mil.
Después de celebrada la ceremonia, el Papa tenía previsto desplazarse a la Casa de retiro del Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, donde se reuniría con dos víctimas de la dictadura militar y diez enfermos.
Pese al escaso entusiasmo que observan en Chile los vaticanistas que viajan habitualmente con el Papa en sus visitas apostólicos, fuentes del vaticano comentaron a La Tercera que anoche, durante la cena en la Nunciatura, el Papa dijo "estar muy feliz de su visita a Chile".