A las 19.01 llegó el Papa Francisco al Santuario del Padre Hurtado para compartir con personas en situación de calle, discapacitados y voluntarios del Hogar de Cristo. Previo a ello, se reunió con 122 miembros de la Compañía de Jesús, quienes le entregaron una cruz perteneciente a San Alberto Hurtado, además de un libro con el recuento de vivencias de la comunidad donde vivía.
Si bien los jesuitas manifestaron que la reunión privada fue 'relajada', el capellán del Hogar de Cristo, Pablo Walker, señaló en torno a los abusos cometidos por la Iglesia que "el desafío que nos plantea el país es de una urgencia con la que nos tenemos que sincerar, y para tener autoridad requerimos un encuentro personal con Jesucristo y cierta lucidez de nuestras comodidades. Es lo que Francisco está tratando de hacer en el país".
Y agregó que "hoy vivimos otra dictadura. No la militar, sino que la del egoísmo, donde la vida se compra y se vende", afirmó el capellán. Llamó también a crear una agenda de solidaridad hacia los pobres.
En esa línea, el padre Fernando Montes añadió que "San Agustín dijo: 'Cambia tú y cambiarán los tiempos'. El Papa me pidió que tuviera más coraje, que fuera más humilde, sencillo y me preocupara más de los pobres. Es bueno que se sepa que hemos tomado en serio lo que el Papa ha dicho y tal vez no lo hemos comunicado. Hemos tenido reuniones con gente especializada para que a los jesuitas nos formen y no haya más abusos".
Posterior a ello, el Pontífice se sentó junto a los habitantes del hogar, entre ellos una refugiada siria, inmigrantes y cesantes, quienes le hicieron entrega de una Biblia envuelta en una arpillera hecha a mano. Las palabras más conmovedoras respecto de la realidad que se vive en el Hogar de Cristo las entregó el sacerdote Mariano Puga, quien sostuvo que "la Iglesia está hambrienta de justicia. Como dice el Papa, este sistema mata, excluye, ningunea a miles de pobres".