Poco después del recordado desfile de Kate, los amigos se convirtieron en pareja, aunque con el pacto íntimo de que el romance fuera secreto. En público ni siquiera se tomarían de la mano. En sus momentos de privacidad eran pololos. Frente al mundo, sólo buenos compañeros y luego "roommates". Porque al comenzar su segundo año en St. Andrews, William decidió salir de las residencias universitarias y arrendar un lugar en el centro del pueblo, que compartió con una pareja de amigos y con Middleton.
Las maniobras para que el affaire no se supiera eran numerosas. La idea era que no hubiese fotos. Ninguna crónica al respecto. Para ellos, esta era una aventura universitaria. Y la querían vivir tranquilos, sin que tuviera mayores consecuencias.
De acuerdo al libro de Katie Nicholl -disponible a través de Amazon.com- la pareja decidió cambiarse, sin más amigos, a una propiedad más grande, donde pudieran conversar, pasear, vivir seguros y sin temores. En libertad. Aunque el paraíso privado no duraría mucho más.
En abril de 2004 el diario The Sun publicó la primera foto del romance. Fue tomada durante el tradicional viaje de la familia real inglesa a esquiar en Suiza (en la imagen). Los paparazzi empezaron a seguir a esta joven que destacaba por su vestuario, porque sonreía en vez de huir de los flashes, pero siempre manifestaba tranquilidad y no decía una palabra a los reporteros. Menos sus padres ni sus dos hermanos. Kate recordaba en esto a Lady Di. Era la candidata adecuada.