En Lonquimay ya no nieva, tampoco sale el sol. Ahora es el turno frío en este poblado de la zona cordillerana de la Región de la Araucanía.
Sus calles están despejadas de nieve. No así sus veredas, ni el espacio que queda entre ésta y la calle, donde reinan las camionetas 4x4. A ratos se ve uno que otro vehículo menor o un hombre en bicicleta. Aunque saliendo del casco urbano se pueden observar yuntas de bueyes.
La nevazón ha aislado varias localidades rurales, donde las casas de material ligero son mayoría, donde la atención de salud se convierte en preocupación en el Hospital de Lonquimay.
"Esta vez ha sido más complicado que otras veces, porque este ya es el segundo terremoto blanco que hemos tenido. Se complica el acceso a los sectores, porque no contamos con una motonieve que sería esencial para que nosotros pudiéramos llegar como hospital", dice Víctor Roa, paramédico de turno.
Pese a esta carencia, aclara que sí cuentan con una en el servicio de salud pero que está trabajando en Icalma. Eso sí, igual tuvieron una mano, una ayuda que les permitió llegar con medicamentos y atención médica hasta los afectados del sector Mitrauquén Alto.
"Tuvimos la ayuda del helicóptero de Carabineros y motonieves del Gope. Con esas hemos podido tener acceso a lugares más complicados para visitarlos y en algunos casos rescatarlos", afirma.
Con estos equipos llegaron hasta Mitrauquén Alto, el miércoles en la tarde noche. Allí visitaron a don Manuel, quien sufre algunos problemas de salud, y unos niños que estaban con resfríos. Fue una atención rutinaria, pues el hombre de unos 60 años estaba "un poco ido, con pérdidas de estabilidad, pues se había tomado mal los medicamentos". Y agrega: "En todo caso, los signos vitales estaban bien".
¿Y los niños? "Ellos tenían un poco de fiebre, así que se les dejaron algunos medicamentos". El frío hacía de las suyas en Mitrauquén Alto. Pero había otra amenaza, según el paramédico: "Se estaban quedando sin leche, pues la ronda que los entregaba no alcanzó a llegar donde ellos".
"La gente estaba desesperada, esperando que le llegara alimentación. Estaban sin luz y sin agua, que estaba toda escarchada. Así que estaban bien complicados", asegura este hombre que ayer cumplía su turno en un vacío hospital de Lonquimay.
"Mi turno ha estado relativamente tranquilo, pero es porque la gente del sector rural no ha podido salir de sus casa. Después de esto, cuando abran todos los accesos, seguro que va a haber un aumento de la demanda de atención de salud por gente que presentará alguna enfermedad", explicó.
Según el municipio, las personas aisladas sumarían cerca de 6 mil y las retroexcavadoras trabajan a toda máquina, pero las labores han sido complicadas.