Los parámetros actuales para examinar el ritmo cardíaco y de la respiración de los niños -que a menudo se utilizan para decidir el tratamiento que se indicará- son inexactos y no están basados en la evidencia, según reveló un estudio reciente.

La investigación publicada en The Lancet indicó que, tomando en cuenta los rangos actuales, más de la mitad de los niños sanos de 10 años de edad pueden haber sido diagnosticados con signos vitales anormales.

Los científicos aseguran que los médicos han transmitido los rangos "saludables" a las generaciones de relevo durante años, aunque no se han basado en evidencia, por lo que será complicado cambiar este paradigma.

Sin embargo, una revisión de este tipo podría ser de mucha utilidad para los médicos.

INEXACTOS
La rapidez con la que un niño respira y la velocidad de su corazón son herramientas importantes para el diagnóstico de una enfermedad.

Por ello, el análisis se centró en 69 estudios de los signos vitales de 143.346 niños sanos de todo el mundo.


Aunque los científicos tuvieron que lidiar con la variación de los niveles de salud durante la infancia, el estudio mostró que -en promedio- la frecuencia cardíaca fue de 145 latidos por minuto en los niños de un mes de nacidos, frente a 113 latidos por minuto en los pequeños de dos años de edad.

Los autores produjeron nuevos gráficos que muestran los signos vitales saludables durante las diferentes edades y los compararon con los parámetros actuales.

Matthew Thompson, de la Universidad de Oxford, explicó que "los niños con frecuencia cardíaca rápida no están siendo detectados, mientras que algunos están siendo diagnosticados con un ritmo rápido cuando en realidad están normales".

MAS PRUEBAS
Rosalind Smyth, de la Universidad de Liverpool y el Hospital de Niños Alder Hey, dijo que este estudio debería conducir a más investigaciones que determinen el umbral entre los signos vitales normales y anormales.

Y agregó: "estas investigaciones conllevarán a una revisión de algoritmos, calificaciones de riesgo y parámetros para establecer estos límites".

"Tales instrumentos necesitarán ser probados en distintos contextos y poblaciones antes de que puedan ser incorporados a la práctica clínica", concluyó Smyth.