Los diputados griegos adoptaron a última hora de la noche del miércoles, por una pequeña mayoría, el nuevo plan de austeridad reclamado por la UE y el FMI para seguir dando asistencia financiera a Atenas, pese a las  protestas de más de 70.000 manifestantes frente al Parlamento.

De los 299 diputados presentes, un total de 153 conservadores y socialistas  de la coalición tripartita de gobierno dieron el visto bueno a las medidas, que  prevén economizar más de 18.000 millones de aquí a 2016.

Seis diputados socialistas y un parlamentario conservador votaron en  contra, y fueron de inmediato excluidos de sus grupos parlamentarios.

Quince diputados del pequeño partido de la izquierda moderada se abstuvieron, tal y como lo anunciaron, y el 16º votó en contra.

Toda la oposición, 128 diputados de los 299 presentes, votaron en contra.

"Hemos dado un paso determinante y optimista hacia la recuperación",  declaró el primer ministro conservador Antonis Samaras al salir de la cámara,  previendo que la votación del presupuesto 2013, programada el domingo, "se  llevará a cabo sin problemas".

La aprobación del texto era un condición sine qua non impuesta por la UE y  por el FMI para reanudar la entrega de ayuda financiera a Grecia, que sin ella  podría encontrarse en cesación de pagos a finales de mes. 

Los ministros de Finanzas de la zona euro deben reunirse el 12 de noviembre  para examinar el caso griego y eventualmente decidir girar un tramo vital de  préstamos de 31.200 millones de euros congelados desde junio.

Convocados por los principales sindicatos y por la oposición de izquierda  radical y comunista, más de 70.000 manifestantes según la policía, algo más  según los medios, se reunieron a finales de la tarde ante el Parlamento para  protestar contra este nuevo plan de ajuste.

La concentración fue dispersada por la policía. 

Los diputados griegos votaron presionados por los manifestantes. La tensión  se sintió tanto fuera de la cámara, cuando un grupo de unos 300 encapuchados  dispararon proyectiles y lanzaron cócteles molotov contra la policía, como  dentro, cuando un incidente de sesión interrumpió el duro debate.Ê

El debate parlamentario vivió un intermedio tragicómico cuando el ministro  de Finanzas, Yannis Sturnaras, anunció que los recortes previstos de los  salarios de los altos cargos concernían también a los empleados del Parlamento,  tradicionales favoritos del clientelismo local.

Estos últimos reaccionaron declarándose en huelga, incitando al ministro a  retirar la medida con abucheos.

Justo delante del edificio del Parlamento, en pleno centro de Atenas, se  manifestaban la tarde de este miércoles más de 70.000 personas, según  estimaciones de la policía, para concluir una huelga general de 48 horas contra  las nuevas disposiciones.

Al cabo de dos horas de concentración pacífica, bajo una lluvia que no  paraba, grupos de manifestantes encapuchados lanzaron proyectiles contra la  policía, a lo que los agentes respondieron con gases lacrimógenos. 

"Abajo la política de sumisión y humillación", proclamaba una de las  pancartas. "Eliminación de la deuda, resistencia a las medidas de la miseria",  rezaba otra.

"Temo que se aprueben las medidas, pero debemos demostrar nuestra  oposición", afirmaba ante el Parlamento Costas Lahais, de 39 años, empleado de  una empresa farmacéutica. 

Después de tres años de austeridad y cinco de recesión, la población  protesta contra un nuevo paquete de rigor, el que votará este miércoles el  Parlamento por el procedimiento de urgencia para ahorrar 18.000 millones de  euros de aquí a 2016.

Las medidas, contenidas en un solo artículo de 400 páginas, prevén recortar  los sueldos más altos del funcionariado, desde el jefe del Estado Mayor del  Ejército hasta los profesores de universidad, pasando por policías, bomberos y  hasta jueces, que este miércoles tacharon la medida de "anticonstitucional" e  "ilegal". Los sueldos de los diputados, en cambio, se mantienen.

También se prevén un aumento de la jubilación a 67 años, recortes en las  pensiones de más de 1.000 euros mensuales, la partida de miles de funcionarios,  una mayor desregulación del mercado laboral, la apertura a la competencia de  profesiones protegidas y aumentos de impuestos sobre el gas y el tabaco.

La capital griega se vio paralizada el miércoles, a causa de una huelga,  aunque el metro volvió a funcionar por la tarde para que los manifestantes  pudieran movilizarse. 

Los transportes marítimos y aéreos estuvieron perturbados. El sector  sanitario también se vio afectado, con las farmacias cerradas y los hospitales  funcionando a mínimos. También se sintió el paro en algunos bancos, en la  justicia y las administraciones locales.