La reunión del parlamento iraquí que debía lanzar el proceso de formación de un nuevo gobierno fue postergada este domingo, pese a la necesidad acuciante de un gabinete que plante cara a los yihadistas, que retomaron su ofensiva.

Varias capitales extranjeras, la ONU y la más alta autoridad chiita del país, el ayatolá Ali al Sistani, han insistido en la necesidad de superar las  divisiones y entablar el proceso de formación del nuevo ejecutivo.

El tiempo apremia para la clase política iraquí, ya que este domingo los insurgentes sunitas, liderados por el Estado Islámico, relanzaron su ofensiva y tomaron buena parte de la ciudad de Duluiya, a 80 km al norte de la capital. 

La primera reunión de los diputados tras las legislativas del 30 de abril, el 1 de julio, terminó entre insultos y con algunos legisladores abandonando el hemiciclo, dejando ver una división enquistada.

Este domingo, el presidente interino de la cámara, Mahdi al Hafez, "dijo que no había acuerdo sobre el nombramiento del jefe del Parlamento, por lo que se ha decidido postergar la sesión" al martes, afirmó a la AFP el diputado Abdulbari Zebari.

Los legisladores deben elegir un presidente de la cámara, y luego al presidente de la República, que a su vez designará a un primer ministro  encargado de formar gobierno.

El fracaso de este proceso "podría hundir el país en el caos", advirtió el sábado el emisario de la ONU en Bagdad, Nickolay Mladenov. 

El sábado, los parlamentarios sunitas dieron su apoyo a Salim al Juburi. Según una norma no escrita, la presidencia de la cámara es para un sunita, la  del Estado para un kurdo y la jefatura de gobierno para un chiita.

Estos diputados reiteraron en cambio que se niegan a que Nouri al Maliki desempeñe un tercer mandato como primer ministro.

Después de ocho años en el poder, muchos han tachado a Al Maliki de autoritario y de marginar del poder a la minoría sunita. No obstante, su  partido fue el más votado en las legislativas del 30 de abril.

Al mismo tiempo ha aumentado la tensión con los kurdos. Sus fuerzas de seguridad han aprovechado la crisis abierta por la ofensiva yihadista para  apoderarse de territorios y campos petroleros litigiosos, y además la comunidad quiere celebrar un referendo de independencia.

Aunque su partido no tiene mayoría, Al Maliki ha advertido que no está dispuesto a dejarle su sitio a otra personalidad que genere más consenso, y que  precisamente no parece emerger por ningún lado.

En el extranjero como en Irak se espera que un gobierno de coalición ayude a recuperar la confianza de la comunidad sunita. 

Ésta, que estuvo en el poder bajo Saddam Hussein, lanzó el año pasado una campaña contra el gobierno dominado por los chiitas, y parte de ella apoya  activamente a los yihadistas del Estado Islámico.

Los insurgentes, sunitas radicalizados, controlan buena parte del norte, el oeste y el este del país desde que lanzaron su campaña el 9 de junio.

El Estado Islámico (EI), fuerza motriz de esta insurgencia, proclamó a fines de junio la instauración de un "califato" en las zonas que controla en  Irak y en la vecina Siria.