Una decisión tras otra fueron configurando la sentencia que el electorado francés emitió este domingo en contra del Partido Socialista (PS). Ya, desde meses antes, los sondeos adelantaban que sería una dura condena en contra de la colectividad del Presidente François Hollande. El candidato presidencial socialista, Benoît Hamon, llegó en la quinta posición, el peor resultado para el PS en una carrera por el Palacio del Elíseo desde 1969.

Algo que empezó a cocinarse en medio de las luchas intestinas que afectaron al Partido Socialista en los últimos años con una seguidilla de fugas, las cuales terminaron por configurar la actual escena, que algunos se animan a sostener que supone el fin del partido forjado por François Mitterrand a partir de 1971.

El primer elemento que impulsó la caída libre del PS fue el constante descenso de los niveles de apoyo a la gestión del Presidente Hollande. El hombre que impidió la reelección de Nicolas Sarkozy en 2012 tenía tan malos números de apoyo que renunció a su derecho a presentarse a un nuevo período, tal como ya lo habían hecho Mitterrand (1981-1995) y Jacques Chirac (1995-2005), cuando los períodos presidenciales eran de siete años cada uno (ahora son de cinco años).

MUN PS francia

Hollande llegó a estos comicios con un 70% de rechazo a su gestión (en abril de 2016 tenía apenas 16% de respaldo), algo en lo que el sector más izquierdista del PS contribuyó con su crítica permanente e incluso con la presentación de una moción de censura en respuesta a la reforma laboral, moción que finalmente fue derrotada.

Liberado el camino por parte de Hollande, se desató la carrera por ocupar esa pista, tanto dentro de las filas socialistas como fuera. Su ministro de Economía, el ex socialista Emmanuel Macron, renunció a su cargo en agosto de 2016 y en noviembre anunció su candidatura. En tanto, el Partido Socialista llevó a cabo sus primarias en enero pasado para elegir a su abanderado. Se enfrentaron el ex primer ministro Manuel Valls y el ex ministro de Educación Benoît Hamon. Este último, de línea radical, derrotó al liberal Valls.

Lejos de unirse en torno a su nuevo abanderado, los diputados y dirigentes socialistas comenzaron a huir en desbandada. Decenas de parlamentarios se rebelaron contra Hamon y poco a poco fueron expresando su apoyo a Macron. El propio Hollande le dio la bendición a su ex ministro de Economía.

Hamon tampoco ayudó. Su paso como ministro de Educación apenas duró cuatro meses, del 2 de abril hasta el 25 de agosto de 2014. Renunció tras expresar su descontento con la "política de austeridad" del Ejecutivo, entonces liderado por Manuel Valls.

Además, tras ganar las elecciones internas, Hamon no hizo ningún esfuerzo por atraer a los seguidores de Manuel Valls y ni siquiera llamó por teléfono para tenderle la mano a su rival vencido. En cambio, se desgastó en llamados a la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon (otro ex socialista que dejó el partido hace una década) para unirse detrás de él. "Ocupo una posición central en la izquierda- dijo Hamon-, soy el único que puede crear las condiciones para una mayoría gubernamental de izquierda".

Los sondeos no ayudaban en nada a Hamon, pero el desconcierto en las filas del PS fue total cuando el propio Valls desconoció su promesa por escrito y se presentó en un set de televisión y anunció que votaría por Macron, "en nombre del interés superior del país" y "para evitar la victoria del Frente Nacional".

Así, muchos dirigentes socialistas reconocen que tras las presidenciales y las legislativas de junio el Partido Socialista quedará en una situación marginal, en un lugar que nada tiene que ver con el rol que ha jugado en las últimas cinco décadas en la política francesa.

Los antecedentes de las mayores caídas del PS en las urnas se produjeron en 1993, cuando pasó de 260 a 52 escaños en la Asamblea Nacional (Parlamento), pero luego resurgió en los comicios de 1997, y en las elecciones presidenciales francesas cuando el socialista Lionel Jospin no pudo llegar a la segunda vuelta, tras ser superado por Jacques Chirac y Jean-Marie Le Pen.