Quien gane este sábado disfrutará de una próxima semana feliz, plena. Pensará en el título y se sacará una selfie en el camarín. Tendrá derecho a celebrar y brindar hasta tarde, por haber derrotado al archirrival a estadio lleno. Será el fin de una mala racha de cuatro años sin triunfos o la continuación de una paternidad abrumadora.

Quien pierda sufrirá el rigor de una crítica despiadada. Saboreará la amargura de un hincha que no perdona una derrota ante el principal enemigo. Hará frente a cuestionamientos y comenzará a perder de vista la corona. No habrá fotografías burlescas. Con mucha suerte, algún referente dará explicaciones en zona mixta.

Todo eso y más se juegan Universidad de Chile y Colo Colo. El Nacional está listo para recibir, a las 12 horas, la versión 181 del Superclásico del fútbol chileno.

La ilusión de los azules está intacta, pese a la caída ante Corinthians, a mitad de semana, en Sao Paulo, por la Copa Sudamericana. Los dirigidos por Guillermo Hoyos parecen haber encontrado una identidad de juego: tres victorias y dos empates, en los últimos cinco partidos del torneo local, dan fe de ello. Sin embargo, la ausencia de Gustavo Lorenzetti, expulsado ante Universidad de Concepción, es una baja importante. El técnico argentino mantendrá en secreto la formación hasta el final. Recién, en el hotel de concentración, la comunicará a su plantel.

En la otra vereda, Colo Colo quiere sanar las heridas proferidas por el sólido Iquique. Los Dragones Celestes quemaron el corazón del orgullo albo. Los superaron en Cavancha, les quitaron el invicto y les arrebataron el liderato del Clausura, un certamen que parecía carrera ganada para los de Macul tras las primeras fechas. El DT Pablo Guede no quiere volver a equivocarse. Todo indica que no improvisará ni inventará esquemas que nublen a sus figuras. Esteban Paredes, su carta de gol, volverá a su hábitat, el área.

Será el primer duelo entre ambos entrenadores. Sólo uno puede llevarse los aplausos este mediodía.