Hace tiempo que el establishment político de Washington no se remecía de tal manera como sucedió el martes, cuando el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Eric Cantor, perdió la primaria de su partido en su distrito ante un perfecto desconocido, Dave Brat. Cantor renunció a su puesto (la dimisión se hará efectiva el 31 de julio), algo que se preveía que sucedería, pues en los meses que le quedaban en el cargo -las elecciones son en noviembre- su poder real sería nulo. Eso, porque a partir del martes en la noche Cantor era un cadáver caminando y porque es la primera persona que pierde una primaria siendo el líder de la mayoría en la Cámara.

Mitch McConnell, líder la minoría republicana en el Senado, había lanzado en marzo una amenaza con tintes de bravata en contra de los candidatos del Tea Party (una especie de subgrupo al interior del Partido Republicano): que se midieran en las primarias con los postulantes del establishment. En la ocasión, McConnell aseguró que iban a "aplastar" a los nominados por el Tea Party, dando a entender que su colectividad buscaba asentarse más hacia el centro del espectro político en las próximas elecciones.

Cuatro años atrás, Eric Cantor había alabado la irrupción del Tea Party en las elecciones de 2010. Paradójicamente, Dave Brat, el verdugo de Cantor, es un hombre del Tea Party.

Dave Brat es un profesor universitario de Economía que gastó en su campaña de primarias una suma insignificante comparada con la de Cantor (se habla de US$ 200 mil en contra de los cinco millones de dólares del perdedor). Brat adscribe al pensamiento libertario y defiende a ultranza el libre mercado. Pero nada de lo anterior fue lo que le valió derrotar al segundo hombre más poderoso del Partido Republicano en la Cámara, detrás del líder de la Cámara de Representantes, John Boehner.

Brat fijó su discurso en un solo punto: la necesidad de que se endurezcan las leyes de inmigración. Y Cantor, por cierto, no estaba últimamente en esa línea, pues había apoyado los esfuerzos de Obama por flexibilizar el sistema. En el Partido Demócrata a Cantor se le percibe como un duro que ha hecho esfuerzos descomunales por atacar al presidente y a las políticas que él propone. No es de extrañar, entonces, que la noche del martes fuese alegre para la izquierda.

A Cantor se le percibe en su distrito como un "hombre de Washington", es decir, como un tipo que ya está asentado en las redes del poder y que ha olvidado las necesidades de aquellos que lo eligieron. Además, fue uno de los congresistas más convencidos de que había que salvar a los bancos y a las instituciones financieras tras la crisis de 2008.

La sorprendente derrota de Cantor permite suponer que el Partido Republicano no podrá ubicarse tan al centro del tablero político como algunos de sus líderes desean. El Tea Party, agrupación a la que se daba por muerta hace poco tiempo, todavía tiene mucho que decir al respecto.