El despido ordenado por el presidente Donald Trump del director del FBI James Comey arroja una nube enorme de dudas en torno a la pesquisa de esa agencia sobre las acusaciones de que la campaña del mandatario tenía vínculos con Rusia.
El FBI y tres comisiones del Congreso han estado investigando la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016 y las posibles conexiones de Trump con ello. Como director del FBI, Comey había estado encabezando la compleja investigación de contrainteligencia que ha asediado persistentemente a la Casa Blanca del mandatario desde el día que asumió el puesto.
La residencia presidencial indicó el martes que ya está buscando a un nuevo director de esa agencia policial. Y la persona que Trump nombre probablemente tendrá un enorme impacto en la forma en que avance la pesquisa y en si el público aceptará su desenlace. Pero dadas las preocupaciones de los legisladores de ambos partidos en torno al despido de Comey, es improbable que pronto asuma el puesto un director permanente.
Un nuevo director elegido por Trump podría decidir abandonar la investigación completamente, o no efectuarla con tanta dedicación como lo ha hecho Comey. Además podría no cooperar completamente con las pesquisas del Congreso, que se apoyan en información que les proporciona el FBI.
Timothy Flanigan, exsecretario de Justicia adjunto en el gobierno de George W. Bush, dijo: "Sin embargo, desde mi punto de vista no parece que, si las investigaciones ya se están llevando a cabo, probablemente continúen". Indicó que los directores interinos del FBI tienen capacidades limitadas para hacer descarrilar una pesquisa que ya esté en curso.
Trump dijo que su decisión de despedir a Comey no tiene nada que ver con Rusia.