"Hay ciertos aspectos que me parece que podrían desestabilizar un poco el sistema, y en educación se requiere de estabilidad en las reglas del juego", plantea la socióloga Patricia Matte. Su reflexión deambula en torno a tres supresiones: el copago en los colegios particulares subvencionados, el lucro y la selección.
Sin embargo, no sólo se trata de aquella tríada, piedra angular de la reforma al sistema educacional que impulsará el gobierno de Michelle Bachelet. La presidenta de la Sociedad de Instrucción Primaria (SIP) -red de colegios sin fines de lucro que atiende a niños vulnerables- apunta a un análisis más holístico. En rigor, al estado de la educación pública en su conjunto.
"Ha cambiado muchísimo la relevancia de la educación pública, porque se la ha dejado morir. Yo no soy de las que piensa que se le dejó morir de adrede. Cuando se hizo el diagnóstico, había un porcentaje muy alto de niños en extrema pobreza que llegaban sólo hasta cuarto básico y se quiso aumentar la cobertura. Se quiso atraer el máximo de actores. Soy muy crítica de que en ese momento no se hubiera pensado que la competencia en educación no basta", subraya.
¿En qué sentido?
Hay que estar siempre motivando y corrigiendo desde la oficina central. Durante años el Estado no apoyó a los municipios, les puso miles de cortapisas para que efectivamente lo hicieran mal. Nunca vamos a saber si el modelo de municipalización fue efectivo o no, porque nunca funcionó como debería haber funcionado.
¿Cree que con la desmunicipalización haya riesgo de que los colegios públicos cierren aún más rápido y los alumnos vayan a los subvencionados, que van a seguir recibiendo apoyo del Estado, porque está la idea de que estos últimos sí funcionan?
Claro. Es uno de los riesgos. Ahora, el modelo que dijo el ministro Nicolás Eyzaguirre, que además fue propuesto (a Sebastián Piñera) por la comisión que presidió Harald Beyer, habla de partir de a poco, como se hizo con la Reforma Procesal Penal, para ir corrigiendo y no se produzca ese riesgo.
¿Actualmente, el tema de la calidad de la educación ha estado ajeno del debate de las reformas?
Cuando uno oye el marullo en temas que no tienen que ver con la calidad se desespera (...). Y hoy estamos discutiendo de la élite, de la educación superior, y no estamos teniendo las conversaciones importantes, como, por ejemplo, qué monto tiene que tener la subvención preescolar y de jardín infantil; qué se debe hacer para tener el recurso humano que cubra este servicio; cómo se pueden formar buenos profesores para la educación básica y media (...). La educación tiene que ser una política de Estado, porque es el tema de Chile. Pero el ministro Eyzaguirre es muy inteligente y valiente. Debe tener un equipo trabajando en estos temas.
¿Siente que con la reforma anunciada se quiere hacer un borrón y cuenta nueva?
Hay ciertas irrupciones que hoy se están proponiendo que me parece que no toman en cuenta las reformas que hicimos antes (...). Yo no le tengo miedo a los cambios, porque en educación uno nunca deja de adecuarse a los requerimientos de los alumnos y de los tiempos. La SIP, de hecho, va a cumplir 160 años y tenemos una larga experiencia en avanzar a prueba de ensayo y error. Corregir y volver a iniciar. Pero, por eso mismo, uno no tira por la borda una metodología educativa. Sólo después de años de uso determina qué es lo mejor.
MENSUALIDADES
Una serie de reuniones ha sostenido, en los últimos días, el ministro Eyzaguirre con los representantes de los colegios subvencionados, siendo uno de los temas principales, el fin del copago: es decir, la mensualidad que pagan los padres en los colegios, la que será remplazada por aportes estatales.
¿Cree usted que cuando el Estado financie totalmente a los subvencionados se pondrán en riesgo los proyectos educativos de los colegios, como el de la SIP?
No estamos seguros. No sabemos si esos recursos, a través de la subvención, van a llegar atados o flexibles. Nosotros tenemos una estricta rendición de lo que hacemos, pero se trata de una gran interrogante. La Iglesia Católica, por ejemplo, no tiene organizaciones con fines de lucro. Pero, a qué destinan esos recursos. A transferir sus creencias. Y los padres lo valoran. Si yo soy adventista, ¿por qué no puedo poner a mi hijo en un colegio de esas características, donde parte de los recursos se destinen a pagar un profesor para que esos niños puedan elegir mi religión? ¿Por qué no?, si esa es la libertad de la educación.
¿Ha visto señales en ese sentido?
No, ninguna. Son aprensiones por la evidencia diaria que uno tiene aquí, en cuanto a lo poco flexible que es el uso de los recursos. Y, probablemente, se deba a lo bajo que es el monto de la subvención. En la SIP el 97,7% de la subvención base se destina a remuneraciones y beneficios de los profesores y funcionarios. ¿Qué elementos vitales financiamos con el aporte de los padres? Por ejemplo, el departamento pedagógico de apoyo a alumnos y profesores. También los talleres, como de música barroca e inglés desde primero básico. Esas son cosas que los padres valoran. Para nosotros, ellos son actores centrales del proyecto.
¿Y en cuanto al lucro. Está de acuerdo en eliminarlo de los colegios?
Me parece que faltan elementos en el debate. Podemos encontrar colegios con excelentes resultados y que tienen fines de lucro. Y otros con muy malos resultados que no tienen fines de lucro. Yo creo que el lucro no tiene que ver con calidad. Es una decisión como país, que uno puede adoptar o no, pero me encantaría que en la discusión se cruzaran esas variables, cosa que no he visto.
Sobre los colegios particulares pagados, los mismos estudiantes han dicho que no deberían tener fines de lucro.
Aquí se da otra cosa que me molesta. ¿Por qué los padres de niños con ingresos podrían, eventualmente, elegir el colegio que quieren, mientras que los padres con ingresos medios o bajos se quedarían sin opciones? ¿Por qué prohibirles poner recursos encima? Los papás de sectores medios y medios bajos tienen más ilusión con la educación. La valoran más. Los papás ricos dan por sentado que van a tener un colegio, no averiguan mucho, no se meten mucho, pero los papás en los sectores más vulnerables sueñan con mejor educación y mejor salud.
Y el fin de la selección de los alumnos por parte de los colegios.
Hay tipos de selección, como por dinero o si los padres son o no divorciados, que le preocupan a la gente. Pero yo considero que un colegio debe tener un proyecto educativo, con exigencias para padres y alumnos. El gran déficit de la educación municipal es que es un proyecto educativo híbrido. El sistema municipal está atado por el estatuto docente y administrativo. Yo sé que el ministro Eyzaguirre valora el sistema mixto chileno. No creo que vaya a desaparecer.
¿Defiende la selección académica con ciertos parámetros?
Nosotros, en la SIP, no hacemos selección académica. La primera prioridad la tienen los hermanos de alumnos y la segunda los hijos de funcionarios. Y aun así, con las vacantes que quedan, no hacemos selección. Sin embargo, también tenemos un Liceo Bicentenario y ahí sí hacemos selección académica. Y este año me llevé la tremenda sorpresa de que allí tenemos más alumnos externos que internos. Esto ocurre porque la SIP construye una buena educación en todos los colegios.
¿Usted cree en el modelo de los colegios de excelencia?
Yo creo en los colegios de excelencia, creo en el Instituto Nacional. Veo como nuestros mejores alumnos y sus papás sueñan. Y nosotros los hemos preparado para que puedan ir donde sueñan. Esa es la idea de la buena educación.