Al muchacho de 16 años que era en mitad de los 60, el humor, la socarronería y el lenguaje coloquial de un profesor de física disfrazado de poeta, lo dejó sin habla. Patricio Contreras (La frontera), el actor nacido en Chile hace 67 años y radicado en Argentina desde 1975, cuando decidió distanciarse del Ictus y hacer su vida al otro lado de la cordillera, cuenta que fueron los versos de Nicanor Parra los que lo distrajeron de la actuación y los dibujos nocturnos. Que los mismos, cuatro décadas exactas después, lo acechan como un depredador a una presa indefensa.
"Conocí su poesía en un taller literario al que asistía en la embajada de la RDA y luego en calle Bulnes. Después lo vi recitar en La Casa de la Luna Azul, un desaparecido espacio del barrio Lastarria. Me impactó su irreverencia, la fuerza de su voz", cuenta al teléfono desde su casa en Buenos Aires, con un acento cada vez más ajeno. La última vez que estuvo en Chile, comenta, fue hace pocas semanas, para el rodaje de Las niñas araña, dirigida por Guillermo Helo, y basada en la obra homónima de Luis Barrales de 2008. En la cinta, que llegaría a salas el próximo año, comparte la pantalla grande con Francisca Gavilán y Pablo Schwartz.
Durante esta entrevista, cuenta, permanece ante él la primera edición de Obra gruesa de Parra, de 1969, el mismo ejempar que en 1971 le obsequió Julio Jung tras el estreno de Hablemos a calzón quitado, del argentino Guillermo Gentile. "Me acompaña siempre, no le he quitado los ojos de encima en 40 años. Este libro es lo más parecido a una Biblia para mí", afirma. "Soy muy lector, y admiro mucho a Neruda, por cierto. Creo que él seguirá siendo para muchos el gran poeta de Chile, pero siempre he creído que Nicanor Parra es nuestro chamán, la voz más profunda de nuestra tierra".
Para 1991, convertido en uno de los actores chilenos más connotados en Argentina, Contreras tuvo su primer encuentro con Parra. "Con José Manuel Salcedo -entonces agregado cultural en Buenos Aires- fuimos a verlo a su casa en La Reina. Fue muy buen anfitrión: compró vino y unas tablas de queso y jamón. Estuvimos horas conversando sobre un atalaya de madera que había en el jardín y al que solo se podía subir con una escalera. Era como estar en el laboratorio de un científico, su escondite más secreto. Allí estaban las piezas que intervenía, como la famosa botella de Coca-Cola con la reseña 'Mensaje en una botella'", recuerda.
Volverían a verse en otras dos ocasiones: en mayo de 2000, para la primera visita oficial de Ricardo Lagos como presidente al país vecino, y, años más tarde, en un almuerzo íntimo entre Contreras, Pablo Dittborn, Patricio Fernández y el antipoeta en un restaurante de Las Cruces. "Siempre me intimida estar frente a él, pero es cuestión de respeto. Parra no es más que un genio. Uno muy cercano, además", dice.
En diciembre pasado, cuando aún se conmemoraban sus 100 años, Alejandro Goic viajó a Buenos Aires a reponer El AntiLázaro, una pieza que itineró por Santiago en 2011. Allí, un bus recorría la capital trasandina hasta detenerse en el cementerio de la Chacarita. Fue la primera vez que Contreras pudo encarnar a Parra. Sin embargo, ya negociaba con Carmen Balcells un proyecto que, por años, había postergado.
"Le escribí un mail a su hija Colombina para que me contactara con ella. Sabía que conseguir los derechos no iba a ser fácil", dice. "Cuando logré ubicarla, desde Barcelona dijeron que Balcells solo tenía los derechos editoriales, que había que contactar a la ATN (Asociación de Autores Nacionales de Teatro, Cine y Audiovisuales). Lo hice, y a los pocos días nos dieron el permiso". Su hazaña vio la luz apenas hace algunas semanas, con el estreno de Patricio Contreras dice Nicanor Parra, el recital que presenta cada viernes desde el 13 de marzo, dirigido por el argentino Alejandro Tantanian, en el Centro Cultural de la Cooperación, en calle Corrientes.
En el escenario no hay más que una alfombra roja, sobre la que reposa la luz de un foco. También un atril, y los 18 poemas de Obra gruesa que componen el montaje, incluidos Manifiesto, Mujeres y Un hombre. "También hay cuatro versos musicalizados por el pianista argentino Diego Penelas en cueca, tango, cumbia y balada", agrega. Enfundado en un traje negro, Contreras aparece y se presenta desafiante: "Durante medio siglo la poesía fue el paraíso del tonto solemne. Hasta que vine yo y me instalé con mi montaña rusa. Suban, si les parece".
"Es difícil decir si personifico o no a Nicanor. Y es que en su poesía habita una multiplicidad de voces, incluida la de él, que a ratos debo serlo. O parecerlo. Por eso, su obra es tan cercana al teatro, y creo que es una bella coincidencia cumplir 40 años aquí y celebrarlos junto a él, pues ha sido mi conexión con Chile durante todos estos años", afirma el actor, que también estará en la nueva obra de Claudio Tolcachir (Tribu, que debuta en junio en Espacio La Plaza), además de la cinta El tucho, de Leornardo Bechini, y donde será un general durante la dictadura peronista.
¿Cómo ha reaccionado el público que ha visto el montaje?
Muy bien, pero es algo que no ha dejado de asombrarme. Para ser un Premio Cervantes y Juan Rulfo, la obra de Parra no se conoce como debiera en Argentina. A pesar de que Ricardo Piglia, a quien considero un formidable autor, haya escrito tanto sobre Nicanor, cuesta encontrar un libro suyo en vitrinas. Aquí es más conocido por ser el hermano de Violeta que por el gran poeta que es, y es una lástima. Descubrir a Nicanor Parra puede, como a mí, mantenerte 40 años releyendo textos que son más que poemas. Es probable que en ellos haya pistas para resolver sus misterios.