La semana que recién pasó, los presidentes del PS, Osvaldo Andrade, y de la DC, Ignacio Walker, sostuvieron reservadas conversaciones en el Congreso, en Valparaíso, con altos dirigentes de la UDI, como Jovino Novoa y Juan Antonio Coloma. Sin embargo, el principal interlocutor fue el presidente del partido, Patricio Melero, quien explica que el conflicto desatado entre la Alianza y La Moneda generó inquietud en los sectores moderados de la Concertación. Dice que en la oposición ven con preocupación que un "debilitamiento" de la centroderecha, de cara a las elecciones presidencial y parlamentarias, podría dejar a la oposición sin "contrapesos" en el Parlamento para "contener" a los grupos radicales de la Nueva Mayoría, en un eventual nuevo gobierno de Michelle Bachelet.
¿Comparte el diagnóstico de que la conmemoración de los 40 años del Golpe de Estado terminó provocando un daño a las candidaturas presidencial y parlamentarias de la Alianza?
Se provocó un daño que espero sea acotado. Están dadas las condiciones para corregirlo.
¿Cómo se logra eso?
Tenemos que darle un sentido a la gente que se siente afectada por los hechos que han ocurrido. Si no reaccionamos, no se va a citar a una asamblea constituyente para modificar la Constitución, porque van a tener las mayorías en el Parlamento. Ese es un análisis que la gente contraria a la Concertación y el PC tiene que meditar. No sólo está en juego la defensa de las ideas, sino que también el riesgo de que el país conserve sus equilibrios.
Usted dice que hay que defender el "modelo"...
Buscar los consensos sobre cómo el país tiene que avanzar. La Concertación está preocupada de que haya un mal resultado para la derecha, porque se quedarían sin contrapesos al interior del gobierno. Eso puede desencadenar que las expectativas que han generado no tengan ningún elemento que los modere frente a los grupos más radicales. Esto es lo que he estado conversando esta semana con dirigentes de la Concertación. Se me han acercado para expresarme su preocupación porque, aunque parezca paradojal, ellos necesitan un contrapeso. Lo peor que le puede pasar a un presidente es que no tenga a quién echarle la culpa de no poder hacer todo lo que las expectativas generan. En un triunfo de Matthei también se necesita una fuerza política en el Parlamento que le ayude a tener gobernabilidad. El cuadro generado no solamente es preocupante en la centroderecha, sino que también para nuestros adversarios políticos.
La referencia a "cómplices pasivos" de las violaciones a los DD.HH. que hizo Piñera detonó el conflicto entre la Alianza y el gobierno. Ud. trabajó durante el régimen. ¿Le dolió esa frase?
No percibo una intención de descalificar a quienes formamos parte del gobierno militar, pero fue una frase desafortunada que afectó a la legitimidad del proyecto de la centroderecha. Esa frase del Presidente generó un cuestionamiento a nuestra identidad histórica y a la legitimidad de la gente de derecha, que siempre fue muy partidaria del gobierno militar. Da la impresión de que por la vía de pretender cuestionar esa legitimidad se busca alcanzar una mayor popularidad. El Presidente se dio cuenta de que no fue una frase afortunada. Después dijo que "haber participado del gobierno militar, de buena fe, no amerita reproche ni descalificación".
Estos últimos dichos también responden a las declaraciones de Hinzpeter sobre una "debilidad ética" de la derecha...
Lo de Hinzpeter está en la misma dirección. Después de estas frases tan inconvenientes se genera una coyuntura absurda: o eres cómplice de haber apoyado el gobierno militar o eres un traidor por no defender lo sustantivo de lo que significó ese período. Es absurdo.
¿Cuáles son las consecuencias de ese cuestionamiento a la identidad histórica de la derecha?
Muchos hoy no quieren ir a votar, se sienten abandonados. Hay que separar lo que fue la obra social y económica del período más oscuro de violaciones a los DD.HH.
Hace algunas semanas, usted dijo que la derecha no hacía un fuerte mea culpa porque la izquierda se arrogaba una "superioridad moral". ¿Terminó Piñera otorgándole esa superioridad moral a la Concertación?
Sería injusto poner el peso de esa superioridad en una frase del Presidente. Eso también es expresión de nuestras propias debilidades, de los partidos, de no haber defendido con más fuerza lo que fue la forma como la izquierda polarizó el país al extremo.
¿Se generó una desafección de la UDI con Piñera?
Muchos sintieron que era injusta su frase. Sin las precisiones posteriores, afectaba a muchas personas e, incluso, a muchos que son parte de su gabinete y a él mismo, que fue jefe de campaña de Hernán Büchi, un importante colaborador del gobierno militar. Pero me quedo satisfecho con las explicaciones que ha dado.
¿El gobierno le advirtió que se cerraría el penal Cordillera? ¿La UDI critica la decisión o el momento en el que se tomó, o la comparte?
De la decisión no fuimos consultados previamente. El tema no es el cierre del penal. Compartimos el principio de igualdad ante la ley en el que se inspira la decisión. La clave es el conjunto de hechos que ocurrieron en septiembre, que, sumados, generan un efecto de abandono y de deslegitimar un proyecto y una actuación que la derecha chilena ha tenido en el tiempo. A nuestro juicio, hubo torpezas comunicacionales que provocaron un clima que pudo evitarse si el cierre se hubiera comunicado una vez concluido. Reconocemos y respetamos las facultades del Presidente, quisiéramos que él también reconociera el rol de la coalición política que sustenta su gobierno y respetara las identidades que conviven en nuestro sector.
¿Cómo hubiera esperado que La Moneda conmemorara los 40 años del Golpe?
El discurso del Presidente el 11 de septiembre fue impecable. Logró poner en un contexto equilibrado la responsabilidad que les cupo a quienes instauraron la violencia política desde 1967 -que fue, básicamente, el PS-, la incapacidad para evitar el quiebre de la democracia y lo grave de las violaciones a los DD.HH. El problema que ocurrió fue que más que recordar la historia, se pretendió revivirla con un fin político. La Concertación y el PC fueron exitosos en revivir la historia con una visión sesgada, a favor de ellos, que no tuvimos la capacidad de advertir. Los 40 años nos sorprendieron. Es una batalla que perdimos. Nos infligieron un daño.
Pero fue el propio gobierno el que instaló el tema. ¿Ahí no hubo un fin político de parte del Presidente? Bajo la lógica que usted relata, él también pudo haber contribuido a infligirles un daño...
En el acto del 11 de septiembre él lo hizo muy bien, pero, efectivamente, algunas de sus frases terminaron avalando una mayor desunión entre los chilenos.
¿Ud. también piensa que Piñera busca una repostulación en 2017?
Es absolutamente legítimo que se plantee esa posibilidad.
De ahí a que la UDI lo vuelva a apoyar...
(Se ríe) En política hay dos días muy inútiles: ayer y hoy. Los candidatos a la presidencia surgen de lo que la ciudadanía piensa.
Algunos dicen que Piñera se siente con mayor libertad para hacer cosas que podrían molestar a su sector. ¿Cree que en las últimas posturas asumidas por el Presidente ha influido que se encuentra en la recta final del gobierno?
Piñera y el gobierno tienen ahora, después de todo esto que ha pasado, una mayor responsabilidad sobre el resultado de la elección. Y eso va a establecer con mucha claridad las proyecciones que tengan los liderazgos futuros. Pretender que solamente pueda apropiarse de un triunfo y desligarse de un mal resultado es una ingenuidad.
Cuando se cumplieron dos años de este gobierno, Jovino Novoa dijo que la centroderecha se había "debilitado". ¿En qué situación queda su sector ahora? Hinzpeter reinstaló en estos días la idea de la "nueva derecha"...
No se puede pretender construir una nueva derecha desconociendo el aporte que se hizo a la evolución hacia un sistema democrático desde el gobierno militar. Me parece que es una ficción decir: 'Bueno, hasta aquí hay una derecha que fue partidaria del gobierno militar, y de aquí en adelante vamos a construir una derecha que no tuvo nada que ver con ese gobierno militar'. Es como que la renovación del socialismo -que es real, que abandonó las ideas marxistas- dejara de defender el sello fundamental que tuvo el gobierno de la Unidad Popular.
¿El impulso de una nueva derecha es una idea compartida en el oficialismo o es más bien minoritaria?
No le veo ningún futuro. No parte de una base real. La derecha chilena fue contraria a la UP, fue partidaria de la intervención militar, fue contraria a las violaciones de los DD.HH., fue partícipe del plebiscito de 1980, y supo asumir su derrota e incorporarse para luchar democráticamente como lo ha hecho durante los últimos 23 años. Pretender establecer sesgos es desdecirse de lo que hemos sido. En eso hay que aprenderle a la Concertación. Tuvieron la capacidad de unirse quienes en el pasado fueron adversarios políticos acérrimos, como la izquierda con la DC, y construyeron un proyecto político exitoso sin renegar de nada de lo que fueron.