La sonrisa brota fácil en el rostro de Patricio Rubio. No importa el lugar donde esté. Si es en la feria, en el persa, donde suele ir en sus ratos libres a buscar alguna cosa particular, o en las salidas familiares al cine o al zoológico. Son días felices para el goleador de Universidad de Chile, que después de mucho tiempo, según propia confesión, volvió a reencantarse con el fútbol.

"En los últimos meses habían pasado muchas cosas. No estaba contento, mi cabeza estaba en cualquier parte. No estaba de la mejor manera. Ahora es todo distinto, estoy disfrutando de nuevo. Y mucho tiene que ver el cuerpo técnico", asegura el ariete, que suma dos conquistas en el Apertura: "Ahora llego una hora y media antes a entrenar. Me voy una hora después. Entendí que como estaba, sólo me hacía un daño. Tan simple como eso".

¿Pecó de inmadurez en su primera etapa en la U?

No sé si de inmadurez, pero quizás no dimensioné lo que estaba en juego. Me conformaba con poco. Ahora miro hacia atrás y me doy cuenta por ejemplo que me perdí una chance clara de por lo menos estar en la lista de 30 jugadores del Mundial. Fue sólo culpa mía.

¿Pensó que con llegar a la U ya estaba hecho?

Sí. Y me equivoqué totalmente. A lo mejor lo que hacía me alcanzaba para hacer goles acá, pero nada más. No me bastó para llegar a la Selección ni menos para pensar en jugar en una liga importante afuera.

¿Qué cosa hizo que cambiara?

Ver todo lo que me estaba pasando. No podía seguir así. Y creo que en ese sentido es clave la aparición de Martín (Lasarte). Entendí cómo debía asumir la profesión. Me doy cuenta de que sin sacrificios, no hay resultados. Eso me lo hacen ver hoy todos los que están cerca mío.

¿Qué cosas remarcaría de Martín Lasarte para devolverle esa confianza de la que habla?

Son varias cosas. Primero, me hizo sentir importante. Creo que eso no me ocurrió con ninguno de los otros dos técnicos que tuve antes en la U. En ese sentido, Lasarte es muy parecido a Sierra en el trato, en la cercanía con el jugador, en hablar mucho.

Hoy parece su hincha número uno por la forma que festeja sus goles. 

Sí. Lo ví contra Santiago Wanderers y me dio algo de risa. La verdad es que tengo sólo palabras de agradecimiento para él. Está siempre apoyándome, motivándome, tirándome para arriba.

Pero también cuando llegó dijo que con el peso que tenía usted no podía jugar en la U. Eso no es precisamente tirarlo para arriba.

Pero entendí enseguida el mensaje. Si yo también tenía claro que no podía jugar con los kilos que tenía encima.

¿Cuánto llegó a pesar en el torneo pasado?

Estuve creo que en 82 kilos en algún momento.

¿Ahora cuánto marca la pesa?

Estoy en 75. O sea, bajé siete kilos desde que llegó Lasarte. Y la verdad es que enseguida notas el cambio.

¿Cómo llegó a esa situación, de estar con tamaño sobrepeso?

Es que me dejé estar. No hay otra explicación. No era feliz en la cancha, además la campaña del equipo no era buena y eso te desmotiva. Además, a veces pensaba que con uno o dos goles por partido bastaba para triunfar. Y nada más lejano a la realidad

¿Habló con Lasarte sobre esto?

Sí. Siempre lo estamos hablando. También con mi familia, la gente que me representa. Y entendí que así sólo me estaba haciendo daño. Claro, hacía goles, incluso en el torneo anterior llegué hasta la última fecha peleando la condición de artillero del campeonato, pero  no me podía conformar con eso.

¿Qué tuvo que cambiar para recuperar la forma física y al mismo tiempo la autoestima?

Bueno, lo primero fue cambiar mi dieta. Me alimento mucho mejor. Adiós a la comida chatarra. Lo primero que dejé. Chao McDonald's, por ejemplo. Lo mismo las bebidas. A partir de  ahí comencé a bajar.

Más liviano, puede hacer más y mejores cosas en la cancha.

Sin duda. Ahora me doy cuenta de que puedo cumplir labores tácticas que quizás antes no podía. Tengo fuerzas para ir al piso, perseguir a un lateral hasta línea de fondo, y después ya estar otra vez en posición de ataque.

¿Ese cambio también es influencia de Lasarte?

Sí. Durante este tiempo hemos trabajado muchas cosas. La definición, manejo con la pierna izquierda, saber correr la banda. Cosas que por ahí antes no le tomaba el peso o no me daba cuenta de que me podían ayudar.

Curiosamente, ese sacrificio que no tenía antes generaba muchas críticas entre los hinchas.

Lo sé. Y creo que ahora ellos mismos se dan cuenta de que soy otro jugador. Entendí que al hincha de la U no le basta que un jugador haga goles. Hay que mostrar temperamento, lucha, correr todos los balones, ir al piso. Cosas que ahora estoy incorporando en mi repertorio. Vamos de a poco.

Es rara su relación con los hinchas porque pese a que fue el goleador de la temporada pasada, nunca fue indiscutido para ellos. Incluso alguna vez hasta le amenazaron.

Ese fue un momento muy duro. Nunca quise referirme públicamente porque no quería exponer a mi familia. Ya es cosa del pasado, pero sí lo pasé mal. No me cambié de casa pero sí tuve que cambiar teléfonos, no sólo el mío. También de mi señora, hasta del conserje, porque se habían conseguido  su número y lo llamaban para amenazarme a mí. Fueron varias semanas muy complejas, que a veces la gente desde afuera no dimensiona. Uno a lo mejor lo sabe manejar, pero la familia es la que sufre y debes proteger.

¿Pensó en dejar la U?

No. Pero no le niego que fue un momento duro, que ojalá nunca más se repita. Ahora todo es distinto, la relación es distinta y sólo quiero hacer feliz a los hinchas con mis actuaciones y ayudar al equipo a ganar títulos.

Tiene 25 años. Es ahora o nunca el despegue.

Lo tengo claro. No creo que sea muy tarde para recuperar el tiempo perdido. Viene por ejemplo la Copa América, que es una meta que me he planteado al menos luchar por estar en la nómina. Y sé que para que Sampaoli me tenga en cuenta debo mostrar regularidad y algo más que hacer goles. Eso es indiscutible.

Claro que expulsiones como la que sufrió ante Santiago Wanderers no lo ayudan mucho. Mostró un grado de inmadurez

Cometí un error y lo asumí. Sé que no debía sacarme la camiseta, pero también está el sentimiento de uno. Me había sacado la mufa de no convertir en el estadio Nacional durante un año y fue un desahogo. Se me escapó un poco de las manos el festejo. Ahora, viéndolo más frío, hizo que me perdiera un partido muy importante.

Lasarte lo criticó públicamente por ese error que pudo costarle caro al equipo.

Lo sé. Fue un error que no volveré a cometer. No tengo excusas. Sólo quiero que se entienda que no fue una celebración cualquiera. Y creo que el técnico también sabe que no lo volveré a cometer. Así como a veces me da palabras de aliento, también tira las orejas cuando corresponde.

¿Cuánto influye en su presente Gustavo Canales? Se lo pregunto porque parece que usted y Ubilla están más liberados. 

Puede ser. Quizás seguimos teniendo la presión de convertir porque somos delanteros, pero lógicamente que su presencia nos da más espacios y nos libera de algún modo en los movimientos.

Antes, si usted o Ubilla no hacían goles, les llovían las críticas. 

Pero ahora es más o menos lo mismo. El día que no juegue Gustavo, nosotros tendremos que asumir la responsabilidad. Por eso debemos estar siempre en el máximo nivel, esté o no él.

Es imposible que al hincha de la U le quiten el sueño del campeonato. ¿Cómo lo manejan?

Con mucha tranquilidad. Hemos tenido un buen comienzo, pero acá importa más cómo se termina. Van recién cuatro fechas. Sí, hemos ganado todos los partidos, pero hay varios equipos cerca que nos quieren bajar.

Es el inicio soñado.

Claramente. Pero vamos paso a paso. Eso sí, vamos a pelear hasta el final. Tenemos hambre de glorias.