Con un abrigo negro, bufanda azul y un libro recién editado que le han dejado en el buzón como casi cada día, Patrick Deville llega al café del barrio V de París. Está justo en el primer piso de su edificio, a sólo pasos del mítico Hotel Lutecia. El mismo que aparece en las primeras páginas de Peste & cólera, quizás su novela más conocida, distinguida con premio Fémina 2012. Cuando a Deville se le pregunta por el hotel, comienza a recitar en voz baja y casi sin respirar una cadena de hechos y datos históricos: "En mayo del 40, cuando Yersin (protagonista de Peste y cólera) parte por última vez de allí, en el hotel se hospedan también Henri Matisse y James Joyce. Pero después, durante la guerra, el hotel pasa a ser la sede de la policía política nazi, y, luego, allí son acogidos los sobrevivientes de los campos de concentración. Es un edificio emblemático, el único palacio de la Rive Gauche, siempre fue un rincón intelectual y literario".
De ese tipo de enumeraciones y de esos ires y venires en la historia está hecha la literatura o "novela de no-ficción", como llaman algunos, de este escritor francés que el próximo jueves 16 dictará una charla en el Campus Lo Contador de la Universidad Católica, invitado al ciclo La Ciudad y las Palabras, apoyado por La Tercera. Un escritor que rechaza la clasificación de "viajero" pero que ha dado la vuelta al mundo de Este a Oeste de la línea del Ecuador para escribir su colección de trilogías, iniciadas con Pura vida en el 2004, dedicada a las revoluciones en América Central y a la figura del estadounidense William Walker. Un escritor al que, después de todo, no le gusta viajar: "Todo depende de cómo se viaje. A veces es muy desagradable. Acabo de estar todo el mes de febrero en Ecuador para trabajar en un libro próximo, pero a Chile es un viaje de ida y regreso, hago una parada en Madrid y después parto a Estados Unidos por la salida de Peste y cólera en bolsillo. A nadie le gusta eso, pero lo hago porque quiero ver y tener lectores, por ejemplo, en Santiago de Chile. Estar allí es entretenido, viajar hasta allí no tanto", dice.
Cuando Deville comienza un proyecto, en cambio, los viajes son más largos: "Para escribir Viva, mi último libro (que trata sobre la estadía de León Trotsky y el escritor británico Malcolm Lowry en México), estuve yendo a ese país una o dos veces por año durante una década. Ese tiempo es necesario para leer, viajar, descubrir escritores, leerlos y a veces conocerlos en persona".
En Viva, o "el mexicano" como le llamaba antes de tener título, "están los muertos pero también los vivos, como Mario Bellatin, Sergio Pitol o Juan Villoro, y con ellos hago entrevistas. Y luego junto libretas, y más libretas de notas. Después de muchos años comienza la construcción, que para mí es la verdadera invención. Finalmente sólo queda escribir, pero eso es muy corto".
Deville dice que no conoce el síndrome de la página en blanco, porque "cuando comienzo a escribir, después de años de investigación, ha habido tal retención, pues me prohíbo escribir antes porque me parece tiempo perdido, que pasa todo lo contrario, voy muy rápido".
En sus novelas, Deville recorre un siglo y medio de historia del mundo, a partir de 1860: "Hace 15 años trabajo en ese período. Antes las civilizaciones crecían y morían independientemente, pero a partir de 1860 con los exploradores y el desarrollo de los medios de transporte, todo comienza a estar relacionado. 1860 es la época en que es fusilado William Walker en Honduras, y Francia quiere hacer un forado para construir un canal interoceánico en América Central. Debido a la oposición de EE.UU. e Inglaterra, Francia abandona la idea e instala a Maximiliano en el trono de México, en la misma época en que se funda el hospital donde viví de pequeño para poner en cuarentena a los marinos que regresaban de las Américas. Y es la época en que Henri Mouhot descubre los templos de Angkor en Camboya. Cuando Maximiliano es fusilado por los hombres de Benito Juárez, Francia abandona México y funda Saigón y la Cochinchina".
Hoy el mundo esta aún mas conectado y globalizado, pero por lo mismo, se ha vuelto más homogéneo…
¿Homogéneo el mundo? No. Quienes piensan que el mundo es homogéneo son los que hacen reuniones en los aeropuertos, que son todos iguales. Basta caminar un poco y hacer unos cuantos kilómetros para ver que aún es muy diverso.
Road book
Deville tiene 57 años, pero desde los ocho sabía que quería ser escritor. Su inspiración: los enfermos de un hospital psiquiátrico en la costa atlántica de Francia, en la ciudad de Saint Brevin frente al puerto de Saint-Nazaire, donde su padre dirigía una compañía de teatro. Patrick asistía a los ensayos y recibía muchos libros a leer: "Los internos eran mis compañeros de juego, sobre todo los que eran menos peligrosos. Había otros que estaban encerrados. Yo entendía que estaban enfermos porque había una distinción borrosa entre los trabajadores del hospital y los pacientes, y porque además yo podía salir".
Ya estudiante, siguió cursos de literatura comparada, donde aprendería a amar los autores locales y otros clásicos de la literatura universal que cita una y otra vez en sus libros: "A Malcom Lowry, el protagonista de Viva, lo leí en los 70, y aparece en Peste & cólera. Es una banda de escritores que yo arrastro en mis libros, que incluye también a Trotsky, Pierre Loti, Jules Verne, Graham Greene o Céline". Y explica que "en Viva está Graham Greene, que escribió El poder y la gloria en México. Por primera vez aparece Artaud porque vivió allí. E inevitablemente está Rimbaud, que siempre está en mis libros".
Tras sus estudios Deville ejerció la carrera diplomática en Medio Oriente y Africa, lo que le permitió viajar y publicar antes de los 30 años, como se lo propuso. Luego regresó a Francia y estudió filosofía para dedicarse a la literatura.
Su experiencia en el hospital psiquiátrico, "esa especie de ciudad autárquica de casi 2 mil personas", será el tema de su próximo libro, designado como "el francés", mientras le busca título. Su primer libro sobre Francia, un road trip personal para el que se ha propuesto recorrer el hexágono en auto: "Me gusta conducir, pero no lo hago nunca, por lo que compré un auto. Tengo ganas de estar absolutamente solo, ir a los hoteles sin reservación, improvisar".
Saint-Nazaire, el puerto que aparece en casi todos sus libros, será el protagonista de la novela: "No hay que olvidar que la primera línea de navegación a vapor regular viajaba desde Saint-Nazaire hasta La Habana y Veracruz. Todos los europeos que partieron a Cuba y México pasaron por aquí. Y los latinoamericanos de Centroamérica que vinieron a Europa pasaron por este puerto, como Rubén Darío o Alejo Carpentier".
Tampoco es azar que Patrick Deville sea el director de la MEET, la casa de escritores extranjeros y traductores de Saint-Nazaire, que hace 28 años recibe en residencia a narradores del otro lado del Atlántico, publica libros bilingües y cada año realiza el encuentro Meeting, dedicado a los autores de dos ciudades. En el 2013 la cita estuvo centrada en Atenas y Santiago de Chile.
Pese a ese apego a Saint-Nazaire y este vagabundeo por el mundo, Deville es ante todo un parisino: "La gran diferencia con otras ciudades es que París no ha cambiado mucho. Si comparamos con las ciudades asiáticas, es increíble como todo es diferente en 10 años. Me encanta inmensamente vivir aquí, no me imagino lejos. Hace un rato hablábamos del Lutecia, pero Chateaubriand murió en la calle de atrás, en el barrio XV está el Instituto Pasteur y toda la correspondencia de Yersin. Para alguien que ama la historia, es tener la impresión constante de estar en una biblioteca".
Los libros de Deville han sido tachados de elitistas, pero a él no le incomoda: "Depende de lo que sea elitista. Todo depende de cómo uno lee. Es verdad que mis libros demandan un conocimiento de la historia y de la literatura que no es el de todo el mundo. Pero tener o no esos conocimientos no impide la lectura. Entonces el libro vale lo que vale el lector y eso es válido para toda la literatura. En Peste y cólera hay muchas citas textuales de los poetas parnasianos, Rimbaud, Baudelaire, pero también referencias que no están entre comillas, sino que se trata de una palabra o dos, un fragmento. Si uno tiene en mente esa poesía del siglo XIX al leer el párrafo, uno sabe que eso es de Baudelaire. Pero eso depende del lector, es siempre un juego con el lector".
Sumisión de Houellebecq
¿Qué piensa sobre la relación que se quiso hacer entre el libro de Michel Houellebecq y el atentado contra Charlie Hebdo?
No tiene nada que ver, es puro azar. El atentado no fue provocado por su libro. Es sólo un azar de calendario. Lo único que es real es que Houellebecq era amigo del economista Bernard Maris, que murió en el tiroteo, pero el resto es pura coincidencia. Además cuando se ve quiénes eran los terroristas, sinceramente no creo que estén pendientes de lo que hay en librerías cuando cometen un atentado. Un azar increíble pues además enero es la rentrée, el inicio de la temporada literaria, pero tampoco creo que los asesinos hayan puesto atención a eso.
¿Lo ha leído?
No, pero lo leeré porque tiene que ver con Francia. Yo leo en el orden de mis libros y ahora que voy a escribir sobre Francia ha llegado el momento. Pero sé de qué se trata, si incluso antes de que saliera me tomé unas copas con Michel.
¿Qué pensó de los atentados?
A las víctimas las conocía mucho, aunque no éramos cercanos, nos veíamos de vez en cuando. Fue un momento muy curioso en Francia, y lo raro es que no haya habido más ataques… Desde el momento en que Francia tiene tropas por todas partes, y participa de los bombardeos contra el Estado Islámico en Medio Oriente, es lógico que el conflicto se desborde.