Ricardo Blach es el patrón del buque atunero Alakrana que el martes pasado fue liberado previo pago de cuatro millones de dólares a los piratas somalíes que lo habían capturado el 2 de octubre, mientras faenaban en las aguas del golfo de Adén. Blach, junto a otros 35 tripulantes -16 de ellos españoles- estuvieron 47 días bajo el control de los piratas que en todo momento se mostraron armados y violentos. Así lo reveló un detallado relato hecho por el patrón en su diario de vida y que fue publicado ayer por el periódico español El Mundo.
Entre otros detalles, cuenta que los tripulantes del Alakrana tuvieron contacto con otro barco secuestrado: el Ariana. La nave ucraniana, pero de dueños griegos, fue capturada el 2 de mayo y está retenida en las costas somalíes. Entre sus ocupantes se cuenta una niña de 12 años, hija del capitán del barco.
La presencia de la menor en el Ariana era un dato desconocido hasta ahora, así como también la violación y embarazo de la cocinera del Ariana a manos de los piratas. La mujer está grave y requiere medicamentos urgentes, pero los piratas no hacen nada, dijo el patrón.
Blach asegura que a las 5.30 horas del 2 de octubre el atunero fue asaltado. "Son piratas, son piratas", fueron las últimas palabras que alcanzó a decir por la radio "antes de que invadan la cubierta con sus fusiles". Inmediatamente después, todos los marineros del barco fueron encerrados en sus camarotes, mientras que el capitán del barco, el vasco Iker Galbarriatu y él, son obligados a dormir en el puente de mando.
Mientras, a través de correo electrónico Blach logra avisar a sus familiares que "están bien" y que los piratas están en control del Alakrana. "Duermo buscando la luz encendida. No quiero estar a oscuras. Pensé en mis 59 años y que estaba a dos meses de retirarme. Esta iba a ser mi última marea", escribió Blach en su diario.
Al transcurrir la primera semana, la situación se hizo cada vez más complicada, narra el patrón del Alakrana. Los piratas impiden que se duchen, los mantienen amarrados y les prohiben a que conversen entre ellos. Permanecen vigilados la mayoría del tiempo, eso sí, la mayoría de los piratas regresan a tierra cada noche. "14 de octubre. Los piratas deciden restringir las conversaciones al mínimo. Día y noche. Utilizan kalashnikov, bazucas y pistolas. Se pelean constantemente por nuestras cosas. Dejan las armas en el suelo y se pelean a puñetazo limpio", confesó Blach.
Durante la tercera semana de cautiverio -del 16 al 22 de octubre- Blach asegura que los piratas comenzaron a buscar la forma de presionar al gobierno español para que no dilatara el pago del rescate. "Estos malditos son de gatillo fácil. Los sonidos de balas nos despiertan. Van drogados hasta las orejas de una de droga que llaman khat. Disparan a las estrellas creyendo que son barcos", relató.
El 5 de noviembre, es el peor día para los tripulantes del Alakrana: los piratas les advierten que morirán. "Nos sacan a empujones a la cubierta del barco. Me encuentro con casi todos mis compañeros. No los veía desde hace mucho tiempo. Empiezan a dar tiros hacia al palo de proa. Bajan a tres. Nos asustamos. Varios tiemblan de pánico".
El último día, el pasado martes, Blach asegura que el dinero del rescate se lo repartieron entre los oficiales. Cuando los piratas abandonaban el barco se dan cuenta de que las amenazas de muerte a tres de sus compañeros fue sólo un montaje para atemorizarlos. Tras comprobar que los piratas ya no están en el barco, levan anclas a toda máquina resguardados por la naves de la marina española. Ya están a salvo.