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Cada un mes, el equipo de la ministra de Vivienda, Paulina Saball, monitorea en terreno los avances de reconstrucción en la incendiada Santa Olga. El proceso ha sido complejo: antes del desastre, el pueblo no tenía calles pavimentadas ni conductos propios de electricidad y agua potable. Por primera vez en la zona se habla de urbanización, lo que significa un proceso más meticuloso en la reconstrucción que esperan culminar en 2018.

En un principio instalarían casas de emergencia, las que fueron reemplazadas por bonos de arriendo, y se hablaba de septiembre como fecha para empezar a rehabitar Santa Olga. ¿Cómo van con esos plazos?

No es así. Aquí hay un tema relevante que es que llevamos seis meses desde ocurrido el incendio y este es el proceso de reconstrucción más complejo y completo que nos ha tocado llevar. Acogimos una decisión e inquietud tanto de las familias como del municipio que era reconstruir Santa Olga en el lugar en que estaba, en condiciones y estándares totalmente distintos a los que existían. Lo que acordamos era que el nuevo Santa Olga tuviera, en primer lugar, un atributo de ordenamiento territorial. Entonces, convinimos un plan maestro. Además, acordamos que el pueblo tendría una infraestructura sanitaria que no tenía, por lo tanto, un proyecto de red de ampliación de agua potable, un proyecto de dotación de alcantarillado, otro de pavimentación de calles que no tenían ningún pavimento, así como un proyecto de dotación de servicios básicos de mayor cabida y mayor estándar; escuela, salud, bomberos, sedes comunitarias, comercio, etc.

En materia de vivienda decidimos partir, por acuerdo, con las personas, con las aproximadamente 110 viviendas. Santa Olga va a ser un lugar mejor que el que existía antes del incendio.

De aquí a septiembre, ¿estarán listas las 65 primeras viviendas que se construyen?

No listas, sí en ejecución. Construir una vivienda no es un trámite cualquiera. Tener 65 viviendas en ejecución y que cumplan con todo lo requerido para ser habitadas es un tremendo éxito. Por otro lado, son 270 familias las que vivían en Santa Olga como allegadas o en lugares que no eran edificables y nosotros reubicaremos. A esta fecha ya tenemos comprado un terreno, licitados proyectos, elegido el proyecto y próximos a iniciar las obras. Esto es increíble. No sé si alguien en alguna parte del mundo podría hacer un proyecto de esta magnitud.

Al visitar Los Aromos, ubicado frente a Santa Olga, no se ven los mismo avances. ¿Cuándo comenzará la reconstrucción?

No puede decir eso. En Los Aromos está el terreno que compramos para iniciar la construcción de las 270 viviendas para allegados, arrendatarios, etc. Tuvimos que comprar, evaluar y certificar el terreno. Ahí está el proyecto que se va a iniciar ahora de construcción del liceo. No pueden decir que no se está viendo nada. En Los Aromos hay máquinas de obras públicas y ese trabajo puede parecer que no es mucho, pero es el trabajo esencial porque ahí los desniveles del terreno son brutales. Se han ido rebajando los terrenos, cuestión que nos va a permitir reconstruir y recomponer las viviendas en los sitios que las personas tenían de una manera que sea plausible.

Las casas estarán listas de forma gradual, entonces. ¿Cómo pretenden habitar nuevamente el pueblo?

Las familias no quieren volver inmediatamente porque nos han exigido que estén todas las cosas habilitadas, como el colegio, la posta, los bomberos, por ejemplo. A medida en que vayamos avanzando con las manzanas vamos a poder conectar todo. Ahora se iniciarán las obras de pavimentación. Hay algo concreto: ¿para qué se van a ir a vivir ahí ahora si no tienen conectados todos los servicios? Este trabajo ha sido increíble. En todas las otras partes lo que hacemos en general es reponer las viviendas y nos conectamos a las redes existentes, pero acá ha habido que reponer y extender los servicios. Es decir, construir por primera vez todos los servicios. Creemos que en 2018 van a estar todas estas iniciativas de ejecución y de desarrollo listas. Lo que tenemos que hacer es llegar a la concreción de cada una de estas promesas.

Según el seremi de la Región del Maule, Rodrigo Sepúlveda, son más de 50 casos de falsos damnificados que hoy se investigan en la PDI. ¿Cómo están regulando esa cifra?

Hay tres líneas complementarias para identificar a las familias damnificadas: lo primero es la estimación general del área afectada y de las viviendas que en ese lugar existían, más la cantidad de familias que allí residían. Esa primera instancia de evaluación fue de la Onemi. Una segunda mirada, más específica, es la encuesta que hace el Ministerio de Desarrollo Social, la Ficha Básica de Emergencia (Fibe), que busca, a través de la declaración de las personas del área que se ha identificado como afectada, identificar quiénes son las familias damnificadas. Por lo tanto, lo que deriva de esa ficha es la condición de damnificado y afectado por el incendio. Por último, tomamos esos datos para identificar las viviendas afectadas.

¿Qué pudo haber fallado para que existieran falsos damnificados?

Es que puede haber falsos damnificados en el sentido de que haya personas que hayan entregado datos inexactos en la ficha Fibe. Esa ficha es autodeclarativa por lo que podrían haber declarado una condición que no tengan. Eso ha sido lo que se ha buscado resolver. Cuando hablamos de falsos damnificados, básicamente tiene que ver con la eventualidad de personas que pueden recibir un beneficio, ya sea el apoyo familiar o subsidio de arriendo, porque declararon algo inexacto.