La Champions League es unjo de los torneos que más apasiona al mundo futbolístico. Los grandes duelos, las enormes figuras que participan en ellos y los estadios en los que se realiza contribuyen para que los fanáticos de todo el mundo sientan la competencia como propia.
Algunos deben apelar a ingeniosos métodos para ver los partidos en calma. E incluso darle usos casi terapéuticos a algunos de los elementos que componen el entorno de la competencia. Es el caso del padre de un bebé que no paraba de llorar hasta que encontró un particular consuelo.
Al son del himno de la Champions, composición de Tony Britten consistente en arreglos sobre una pieza de Georg Friedrich Händel llamada Zadok the Priest, la guagua recupera la calma.
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