El público de los festivales, grandes, medianos o pequeños, normalmente aplaude. Cuando la película gustó poco o nada, palmotean un par de veces como gesto de cortesía. Si la cinta despertó interés, el gesto es más prolongado y más ruidoso. Y si el entusiasmo rayó en lo exultante, pues lanzan algunos bravos y hasta se paran de la butaca. Pero lo de Gloria, pasadas las 6 de la tarde de ayer en el Berlinale Palast con sus 1.800 butacas, fue derechamente superlativo. No pocos se pusieron de pie y otros tantos se quedaron buen rato siguiendo con las palmas la canción homónima de Umberto Tozzi, que se escucha en los créditos finales del cuarto largo de Sebastián Lelio. Uno que sabe de estas lides, el crítico argentino Diego Lerer, dice que se trató de "una de las mayores ovaciones que se recuerden en la historia de la competencia oficial".

Ahora, si el público del Festival de Cine de Berlín quedó prendado de la cinta protagonizada por Paulina García, la crítica no fue menos. Ayer se dio, según todo indica, uno de esos raros fenómenos en virtud de los cuales los asistentes de a pie, la prensa especializada y los que pululan por el Film Market parecieron terminar convencidos por una película. En este caso, un estudio de caracteres que habla amores, ganas y frustraciones de una mujer que se acerca a la sesentena.

Todo comenzó a las 9 de la mañana, con la función de prensa, en el mismo Berlinale Palast. A la salida, acreditados de muy distinto origen hicieron saber su interés, que a ratos fue entusiasmo indisimulado. La vicepresidenta del gremio internacional de la crítica (Fipresci), la turca Alin Tasciyan, habló de un filme "con un texto maravilloso y una excelente interpretación de la protagonista". En tanto, Nick James, editor de la sexagenaria revista inglesa Sight & Sound, habló del "primer filme sobresaliente del festival. El mejor que he visto hasta el momento".

Vendría, acto seguido, la conferencia de prensa en una sala bastante poblada del Hyatt ubicado en la calle Alte Potsdamer. Allí, la cuestionable costumbre periodística de aplaudir a los invitados cobró visos calcetineros en lo relativo a Paulina García: recibió más de un grito propio de un fan sobreestimulado, y el colega del Buenos Aires Herald la bautizó como la Meryl Streep de Latinoamérica. La actriz y directora teatral destacó que "hay una nueva sociedad que está apareciendo en mi país", a propósitos del trasfondo político de la cinta, mientras Lelio aventuró una explicación para la empatía que ya se estaba generando: "El mundo está lleno de Glorias". Más tarde, pasadas las 4, comenzó la première. Se concretaba una ironía feliz: a 22 años de La frontera, el cine chileno volvía con gloria a la competencia berlinesa.

"Una vida para adelante"

Paulina García es Gloria, oficinista santiaguina separada hace varios años y madre de dos hijos. Tiene 58, no se le conoce pareja y vive sola en un departamento de clase media. Pero eso no la amilana: con frecuencia va a los clubes senior, esos espacios capitalinos donde llegan solteros, viudos y separados que han pasado los 50, pero que no se han olvidado de bailar y pasarlo bien con un pisco sour en la mano.

Llegado el momento, Gloria conoce a Rodolfo (Sergio Hernández, otro ovacionado del Palast), un separado que mantiene a su ex y a sus hijas, a quienes no deja de contestar el teléfono, aún en las circunstancias más inadecuadas. Este macho pusilánime e irresoluto funciona como aceitada contraparte de la protagonista.

Para todos los efectos, Gloria cuenta como un acontecimiento de la 63ª Berlinale y ya está en carrera por el Oso de Oro, mientras García hace lo propio en la categoría actoral (aunque la francesa Pauline Etienne clavó ayer una bandera con La religieuse). Ahora, premio o no premio, el propio director tiene claro que el milagro ya se produjo. Anoche, cuando ya había bajado un poco la adrenalina, Sebastián Lelio comentaba que el favoritismo es algo "maravilloso", pero que lo importante es que "la película se conectó pasionalmente con el público y se ganó una vida propia para adelante".